RESEÑA
1993
NUM.236,
pp. 20-21 |
ULTIMAS ZARZUELAS
EN EL MADRID CULTURAL 92
Con
motivo del Madrid Cultural 1992, el teatro Madrid ofreció una serie de
zarzuelas, algunas desconocidas. Entre ellas Las Foncarraleras de Don Ramón de
la Cruz y musicada
por Ventura Galán.
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Tres
montajes cierran el Madrid Cultural 1992 de
la Zarzuela: El dúo de
la Africana (Echegaray y Fernández Caballero),
La Patria chica (los Quintero y Chapí), y
La
Foncarraleras (Ramón
de
la Cruz y Ventura Galván), Título:
El dúo de
la Africana,
Autor: Miguel de Echegaray.
Música: M. Fernández Caballero.
Escenografía: José Luis Alonso.
Vestuario: Elisa Ruiz, sobre idea de J.
L. Alonso.
Producción: Teatro de
la Zarzuela (1987).
Director
del Coro:
Ignacio Rodríguez.
Intérpretes: José María Pou (Querubini),
Josefina Meneses (
La
Antonelli), Antonio Carlos Moreno
(Giuseppini),
Carmen Rossi (Doña Serafina), Trinidad Iglesias (Amina), Francisco
Maestre (El Bajo).
Coro:
del Teatro de
la Zarzuela,
Orquesta:
De
la Comunidad
de Madrid.
Director
musical:
Miguel Roa.
Director
de escena:
Juanjo Granda sobre el montaje original de José Luis Alonso en 1987.
Estreno
en Madrid:
Teatro de Madrid, 6-XIl-92.
El dúo de
la Africana, dirigida
por Juanjo Granada, retorna el
montaje de José Luis Alonso, que con
Chorizos y Polacos ha sido el
homenaje de Madrid a José Luis Alonso.
Mantiene la frescura y simpatía de entonces, así como la gran creación de José María Pou en el Querubini.
El tratamiento que Pou da a un
personaje, vuelve a poner sobre el tapete la eterna canción de actor y personaje.
Pou demuestra que un personaje no pasa desapercibido si actor y director saben
diseñar la máscara apropiada.
Josefina Meneses vuelve a
dar vida y gracia a su personaje. Es una cantante a la que ayuda sobremanera
su soltura como actriz. Antonio Carlos
Moreno (Giuseppini, el protagonista), solista en compañías de
zarzuela y en
la Antología de Tamayo, inicia, con este montaje,
una nueva andadura en el mundo de la lírica. Tenor joven, su voz aparece como
grata promesa.
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FOTO. CHICHO |
Título:
La Patria Chica.
Autor: Serafín y Joaquín Alvarez
Quintero.
Música: Ruperto Chapí.
Escenografía: Carmina Burana.
Vestuario: Elisa Ruiz.
Producción: Teatro de
la Zarzuela.
Coro: del teatro de
la Zarzuela.
Director
del Coro:
Ignacio Rodríguez.
Orquesta: De
la Comunidad de
Madrid.
Director
musical:
Miguel Roa.
Intérpretes: Ana Rodrigo (Pastora),
Guadalupe Sánchez (María Pilar),
Mario Rodrigo (José Luis),
Manuel Bermúdez (Mariano),
Carmen Rosi (Señá Manuela),
Miguel Palenzuela (Mtr. Blay),
Manuel
Pereiro (Españita),
Enrique del Portal (Ansñúrez),
Ana Malaver
(Conchita).
Director
de escena:
Juanjo Granada.
Estreno
en Madrid:
Teatro de Madrid, 6 – XI l- 92
LA
PATRIA CHICA
(ESTRENO,
15 - XI -1907) |
La
patria Chica,
bajo la dirección de Juanjo Granada,
era la nueva oferta. Este sainete lírico, aunque en repertorio, no es obra
golosa para las compañías habituales. Ruperto Chapí crea una partitura muy por encima del texto. Con un
brillante preludio - lo mejor - en el que la trompeta apunta uno de los temas
centrales de la obra, para recogerlo inmediatamente la
orquesta a “tutti”,
sigue hilvanando
los diversos temas con brillantez. Es una
composición sinfónica de gran belleza orquestal, resumen de los aires
españoles a gran escala, que puede, casi, ser considerada como una
«suite española». Por sí sola ya merece la pena. El resto de los números
urgan, con brillantez, en el floklore español, a excepción de la romanza
inicial, metida con calzador en el estilo de la obra y que suena pálida y
dramáticamente inútil. Es de alabar el ingenioso virtuosismo de Chapí al componer con dos estilos
musicales diferentes la misma coplilla para Zaragoza y Sevilla.
Destaca
Ana Rodrigo (Pastora) tanto en su
faceta de actriz como de cantante. Actores como Miguel Palenzuela (Mr. Blay) y Carmen Rossi (Señá Manuela) llenan de
verismo unos personajes abocetados. Guadalupe
Sánchez se conforma con su pequeña intervención baturra. Los dos
tenores mantienen la tónica de la discreción.
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RAMÓN DE
LA CRUZ |
Título:
Las foncarraleras.
Autor: Ramón de
la Cruz.
Música: Ventura
Galván.
Escenografía
y vestuario: Opera
Cómica de Madrid.
Iluminación: José L. Rodríguez Moreno.
Producción: Opera Cómica de Madrid en
colaboración con Sociedad General de Autores de España (SGAE).
Orquesta
y Coro: De
la Comunidad de Madrid.
Director
Musical: Luis
Remartínez.
Intérpretes: Ana María Leoz (Sinforosa),
María J. Sánchez (Fermina),
Federico Gallar (Simplicio),
Emilio Sánchez
(Ceferino),
Angeles de las Heras (la
tía Peneca),
Enrique VilIanueva (don Liborio),
Mariano Venancio
Torres (don Hilarión),
Ana María Allende (Paya de Fuencarral).
Director
de escena:
Francisco Matilla.
Estreno
en Madrid: Teatro
de Madrid, 23 – Xil - 92.
Las Foncarraleras, nacida el
25 de septiembre de 1772, tiene 200 años. Ramón de
la Cruz (libretista) y Ventura Galván (músico)
obtuvieron un gran éxito, según las crónicas. Recuperar este texto lírico,
sigue la línea que
la Opera Cómica de Madrid se ha replanteado hace unos
años: indagar en los orígenes de nuestro teatro lírico. Es, por tanto,
un trabajo de investigación al que, pienso, hay que apoyar y por lo tanto se
debe celebrar.
El
éxito de su época no tiene su correlato en la nuestra. En 1992, la visión de
este texto vuelve a confirmar lo que le sucede a Chapí con La patria Chica:
la música de Ventura Galván sobrepasa
el valor del texto de don Ramón. Y
esto: a lo largo de toda la partitura. Desde el punto de vista musical, vale
la pena la recuperación, aunque uno lamenta que tales acordes se pongan al
servicio de un texto ramplón, ya que conlleva el olvido y muerte de sus
pentagramas. Los gorjeos barrocos, la notable línea melódica, la gran dignidad
vocal llena de virtuosismos, como estilaba la ópera de entonces - lo cual
indica un gran conocimiento del estilo operístico por
parte de Galván - no encajan en un texto sainetero o con pregones de
este calibre: “A mis huevos señores, que son baratos. Grandes como
cabezas, ¡a doce cuartos!” Menos mal que la vocalización no siempre es
clara, debido al estilo barroco musical. La partitura pide letras más dignas.
Teniendo en cuenta que, en su época, se está pasando de la zarzuela mitológica
a la costumbrista, da la sensación de que Ventura Galván no ha advertido la
frontera musical que los separaba.
La versión que Francisco
Matilla - director de escena - nos ofrece es en buena parte responsable de
tal fracaso. Se ha inclinado por un costumbrismo casi realista, a pesar de la
estilización de la escenografía, imitando el antiguo tabladillo del teatro,
casi de feria. No le va, al menos hoy, tal verismo en vestuario e interpretación.
La música, como ya he dicho, es de una gran belleza y
revela un estilo lírico musical español insólito, si pensamos en la
zarzuela del siglo XIX. Oyendo muchas de sus melodías se comprenden las
primeras composiciones de Barbieri y
la música costumbrista española. Un bello fandango - el intermedio-, al
estilo barroco, crea una página musical que no necesita ser ilustrada con
bailes. Las dos intervenciones del Coro - el Coro de
la Comunidad
de Madrid logra una precisa interpretación -, con temas populares, revelan
en Galván
una gran capacidad para aunar el más puro estilo clasicista con el colorista
de la tonadilla más antigua.
Las intervenciones de los solistas - Ana María Leoz, María José
Sánchez, Federico Galar y Emilio Sánchez - se mantienen
discretas, dentro de una vocalización de no fácil ejecución.
Si en un juicio precipitado, el texto no se merece esa
partitura, en un mediato reposo acude la sospecha de que todo pudo haber ido
mejor con otra clave estilística. Propondría otra revisión y que música tan
bella no se descartase de nuestro repertorio lírico.
También es posible que mi petición sólo sea un buen deseo
y que tenga que remitirse a mi primer juicio: lo que subyugó a los espectadores
de 1772, nada tiene que decir a los de 1992.
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