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MACBETH
SHAKESPEARE EN PÍLDORAS
TRILOGÍA DE SHAKESPEARE
de
EIMUNTAS NEKROSIUS |
FOTOS: DMITRI MATVEJER |
Título: Macbeth.
Autor: William Shakespeare.
Traducción al lituano: Aleksas Churginas.
Escenografía: Marius Nekrosius.
Música: Faustas Latenas.
Vestuario: Nadezda Gultiajeva.
Iluminación: Audrius Jankauskas.
Intérpretes: Kostas Smoriginas, Dalia Storyk, Vidas
Petrevicius,
Ramunas Rudotas, Viktorija Streica, Gabrielia Kuodyte,
Margarita Ziemelyte, Povilas Budrys, Kestutis Jakstasy Salvijus
Trepulis.
Dirección: Eimuntas Nekrosius.
Estreno en Madrid: Centro Dramático Nacional Teatro
María Guerrero,
15-X-2005 (Festival de Otoño)
Se
anuncia la representación de Macbeth, de Shakespeare,
traducida al lituano por Aleksas Churginas, y que en una
pantalla se ofrecerán los sobretítulos en español. También se
advierte de que la duración del espectáculo es de tres horas y
cincuenta minutos. De todo ello, el espectador deduce que va a
ver la obra del dramaturgo inglés sin modificaciones ni cortes.
Iniciada la función, sorprende que la breve presencia de las
brujas que precede a la entrada en escena de Duncan
y sus hijos se prolongue durante casi un cuarto de hora sin que
pronuncien una sola palabra. Luego, cuando al fin hablan los
personajes, no reproducen el texto original, sino fragmentos de
él. Ramón Gómez de la Serna publicó el Quijote en
píldoras, que venía a ser un resumen de la novela cervantina
en el que quedaba lo que el consideraba esencial. Algo parecido
es lo que ha hecho Nekrosius, pues su versión deja el
texto bastante menguado.
La lectura del programa de mano arroja luz sobre el propósito
del director lituano. En el se lee que al teatro se va a mirar,
no a escuchar; que un director que produzca obras de
Shakespeare debe tener en cuenta la gran variedad de temas
que se abordan, de modo que lo que carece de fuerza debe ser
descartado en el proceso de ensayos; y que hay cosas en sus
obras, aquellas que pertenecen a los reinos de las emociones y
los sentimientos, que no pueden ser explicadas con palabras
(aunque las haya escrito Shakespeare), por lo que, en
consecuencia, sobran. Él se sirve, pues, de la obra literaria
como inspiradora de la historia escénica. Pero no sólo eso.
Aunque afirma que no se aleja mucho del autor y que conserva
todos los significados de su obra, advierte que, eso sí, resalta
aquellos aspectos que considera más importantes y relega otros a
un segundo plano. Es cierto que, a diferencia de El Quijote
en píldoras, aquí no se nos muestra el esqueleto pelado de
la tragedia de Macbeth, ya que la carne que le ha sido
arrancada ha sido sustituida por acciones escénicas. Nadie niega
el derecho que asiste al artista a inspirarse en creaciones
ajenas, mucho más si han pasado a ser de dominio público y, por
tanto, patrimonio de todos. Abundan los ejemplos en los que esta
práctica ha arrojado notables resultados. Lo censurable en éste,
como en otros muchos casos, es que el espectador no esté
advertido de que lo que va a ver no es la obra original, sino
una propuesta escénica que surge de ella, por lo que el
espectáculo debiera ser anunciado como una versión libre o
“creación a partir de…” o “inspirada en…”.
Dicho
esto, había interés por ver de nuevo a la compañía Meno
Fortas creada por Eimuntas Nekrosius, con su
emblemática trilogía shakespeariana. Aunque la trayectoria
profesional de Nekrosius arranca a finales de los años setenta,
la compañía creada por él apenas tiene siete años de vida.
Siendo su principal objetivo dar cobertura a los montajes del
director y promocionar su difusión fuera de Lituania, estamos
ante un caso típico de empresa especializada en suministrar
materiales a la amplia red de festivales internacionales. Esta
vocación queda confirmada por el hecho de que en la producción
de los espectáculos participen entidades como los Festivales de
Parma, La Batie de Ginebra y el Novecento de Palerrmo, la Bienal
de Venecia o la Fundación Orestiada de Gibellina, al que hay que
añadir que cada año se presenten fuera del país más de cincuenta
espectáculos que llevan su sello.
En
la hasta ahora única visita de Nekrosius a España, que
tuvo lugar el pasado año durante el Festival de Otoño, su
versión del poema bíblico El cantar de los cantares no
satisfizo a todos, pero su prestigio como director de éxito no
sufrió merma. Macbeth ha sido la primera entrega de su
regreso. El espectáculo responde a lo que se espera de estos
platos fuertes que dan prestigio a la programación de un evento
de las características del Festival de Otoño: escenografía
grandiosa y predominio de lo visual sobre la palabra. Guarden
relación con esto o no las razones que han llevado a
Nekrosius a relegar la importancia del texto, resulta
difícil que cumpla su objetivo, que no es otro que el de buscar
una explicación al monstruoso comportamiento de Macbeth
y de su esposa. Difícil tarea hacerlo casi exclusivamente a
través de las acciones físicas. Lo que los personajes llevan en
su interior permanece oculto y todo se reduce a la expresión
gestual de su zozobra.
Nekrosius cuenta para ello con un buen elenco, en el que
destacan Kostas Smoriginas en el papel de Macbeth,
Dalia Storyk en el de su esposa, Vidas Petkevicius
en el de Banquo y Raminas Rudokas en el de
Duncan. Lo que sucede, y esa es la mayor objeción que
cabe hacer, es que la lentitud y falta de ritmo que presiden las
dos primeras partes del espectáculo fatigan e impiden disfrutar
de los mejores momentos, que se producen en el tramo final.
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