Reseña,
1986
NUM.
160, PP.11 |
UN ENEMIGO DEL PUEBLO
ETERNO IBSEN
Con motivo del
estreno de Un enemigo del Pueblo en un nuevo teatro: Teatro Espronceda 34 – hoy
ya desaparecido –el crítico aborda el tema de teatro público y teatro privado.
|
Título: Un enemigo del pueblo.
Autor: H. Ibsen, en versión de Enrique LLovet.
Actores: María del Puy, Mario Martin, Estanís
González, Carlos Pereira, Carlos Ballesteros, Ignacio de Paul, Loreta Tovar,
Félix Navarro, José María Escuer.
Dirección: Fernando Manzaneque.
Estreno en Madrid: Teatro Espronceda 34, 1985. |
|
Más
de cien años separan al espectador español de las reflexiones
dramáticas del autor noruego. y son justamente sus textos calificados de
"sociales" los que con mayor rigor han acusado el paso del tiempo.
La implacable amargura de Ibsen le
viene de perlas a una Humanidad confundida y confusa, cierto, pero sus máximas
morales, de puro categóricas, pueden desdibujarse, confundirse y hasta volverse
contra ellas mismas en un universo ideológico que con habilidad transforma los
ideales más firmes en simple retórica de poder; de cualquier poder.
Retomar
hoy Un enemigo del pueblo, por tanto,
parece más propio de un teatro institucional que de una empresa privada, forzosamente
más atenta a los beneficios de su gestión. Por cierto, que esa actualísima y
acalorada discusión entre teatro privado (su permanencia y fines) y teatro
estatal (su "invasión"), bien merece un pequeño aparte, porque
en ella y de ella habrá de emerger el modelo futuro de nuestra escena. Al hilo
de este Ibsen, Fernando Manzaneque, responsable de él y en su doble faceta de
empresario de local y de compañía, ve así la polémica:
"Hay que partir de una
realidad que se olvida con frecuencia:
la empresa teatral no puede plantearse como un negocio seguro y estable. En
cualquier parte resulta más rentable el dinero que en esta actividad. El
empresario teatral debe responder a una vocación cultural. Durante los
años que recorrí Europa llevando nuestros montajes a la emigración
española, comprendí que una sala teatral debe reunir (como en Holanda y
Alemania) una serie de condiciones para que resulte atractiva al espectador.
"Eso
es, justamente, lo que procura el Teatro Espronceda 34, ampliando
permanentemente sus medios técnicos. Nos proponemos ofrecer un teatro para
todos los públicos donde la calidad sea compatible con el interés. Una sala
teatral puede y debe ser algo más que un recinto donde se representan una o dos
sesiones. Su espacio puede aplicarse a sala de exposiciones y otras labores
como el teatro infantil.
"En ningún caso creo que el teatro estatal pueda desplazar a la
empresa privada porque son dos universos distintos. El teatro es un
acontecimiento artístico único y yo tengo fe en que su audiencia será cada vez
mayor. El Centro Dramático Nacional ocupa
un lugar concreto, definido, que sólo puede ser ocupado por él. Lo mismo
ocurre con el Centro de Nuevas
Tendencias Escénicas y
la Compañía de Teatro Clásico. Nosotros atendemos
otras necesidades, y de todo ello saldrá un panorama enriquecido.
"A partir de enero,
el Espronceda 34 tiene un
compromiso social al que no piensa renunciar: programar a los autores vivos
españoles, a los de esa generación - la mía - que se ha quedado
descolgada por diferentes circunstancias históricas. Trabajar con esos autores
que escriben ahora y para nosotros. Cubriremos esté hueco importantísimo y con
esa ilusión nos lanzamos a la aventura, a una más, quizá la más importante que
hoy se pueda afrontar."
MARÍA DEL PUY |
Con esa esperanza (no digamos
aún utopía), Fernando Manzaneque nos
descorre el telón donde esconde Un enemigo del pueblo suavemente renovado por E. Llovet, acomodado en tiempo a dos
actos, limado en sus expresiones locales y, sobre todo, respetado en todas sus
esencias.
¿Quién
no recuerda éste u otro enemigo del pueblo? ¿Quién no ha presenciado o
incluso sufrido el enfrentamiento de un solo hombre a una comunidad corrompida
y dominada por intereses minoritarios? El doctor Stockmann descubre que el
balneario que proporciona seguridad económica a su ciudad y a él mismo como
médico, se encuentra contaminado, que es una verdadera cloaca que enferma más
que sana. De un lado, su honestidad profesional le
obliga a denunciar el caso; de
otro, los intereses
compartidos
de una sociedad sin escrúpulos, manejada por los medios de comunicación y
autoridades locales. Un hombre se dispone a enfrentarse a toda una organización
humana sin más armas que su honestidad, flaco mérito en aquella Noruega de
1882, perfectamente comparable, por otra parte, a cualquier país civilizado del
momento. Este tipo de actitudes éticas han sido adjetivadas de muy diversas y
contradictorias formas: anarquía, individualismo, despotismo, resentimiento...
Ya digo que hasta los ideales más nítidos se enturbian con facilidad.
Fernando Manzaneque busca el conjunto sólido
de sus actores y atiende con cuidado al nuevo tiempo que el espectáculo requiere.
Sin demasiados alardes individuales, sin sorprendentes decorados, de forma sencilla
y actual, el mensaje de Ibsen llega
puntualmente, ascendiendo en dramatismo, resaltando las claves principales. El
drama se desenvuelve con ligereza, con la lógica de lo eterno. Ibsen, pues, no se tambalea, permanece
recio en sus criterios, en sus críticas. Más de cien años separan al
espectador español del dramaturgo y, sin embargo, la complicidad
permanece viva.
|
ESTANIS GONZÁLEZ |
|