HAMLET/LA TEMPESTAD
DE LA VENGANZA AL PERDÓN
PROYECTO SHAKESPEARE:
Título: Hamlet
Versión adaptada: Lluís Pasqual
Título: La Tempestad
Traducción: Patricia Zángano
Versión adaptada: Lluís Pasqual
Producción: Teatro Arriaga
Coproducción: Teatro Español, Teatre lliure
Diseño de Producción: Concha Busto
Producción ejecutiva: Marta Berraondo
Escenografía: Paco Azorín
Música: José María Arrizabalaga
Iluminación: Wolfgang Von Zoubek
Vestuario: Isidre Prunés - Cesar Olivar
Intérprete Musical: Andoni Sampil
Voz grabada: Marta G. Ubieta
Maquillaje: Alicia Suárez
Peluquería: Zas Unión Peluqueros
Realización de escenografía: Eskenitek S.A., P.Q.C. Temática
Realización vestuario: Teatro Arriaga, Cornejo, Goretti,
Sastrería Modelo.
Maestro de Esgrima: José Ignacio Anguísola
Esgrima dramática: Nacho Fernández
Preparación Física Actores-Pilates: Begoña Krego, Amparo
Badiola, María Martín y Edurne Martínez.
Ayudante de Escenógrafo: Jordi Soler
Ayudante de dirección: Maribel Belastegui
Fotografía: Ros Ribas
Diseño Gráfico: Aurman
Intérpretes:
HAMLET:
Joseba Apaolaza (Reinaldo, policía y sepulturero 2), Alberto
Berzal (Guildenstern/ compañero de Hamlet) , Jesús Castejón
(Polonio/ consejero de estado), Itxaso Corral
(Cómico/prólogo), Eduard Fernández (Hamlet), Iván Hermes
(Laertes/hijo de Polonio), Alberto Iglesias
(Marcelo/soldado) , Lander Iglesias (Voltimad/cortesano y
sepulturero 1), Anna Lizaran (Cómica/directora de la
compañía), Aitor Mazo (la sombra/del rey Hamlet y
cómico/actor rey), Francesc Orella (Luciano), Marisa Paredes
(Gertrudis/reinadedinamarca), Helio Pedregal (Claudo, rey de
Dinamarca), David Pinilla (Horacio/amigo de Hamlet), Luis
Rallo (Francisco/soldado, Fortinbrás/príncipe de Noruega
y Cómico/tramoyista), Javier Ruiz de
Alegría (Rosencrantz/compañero de Hamlet y sacerdote),
Antonio Rupérez (Osric/cortesano), Jorge Santos (Capitán/del
ejército Noruego), Rebeca Valls (Ofelia/hija de Polonio),
Pablo Viar (Bernardo/soldado y Cómico/actriz reina).
LA TEMPESTAD:
Joseba Apaolaza (Antonio, hermano de Próspero), Alberto
Berzal (Adrián, noble, Marinero y ariel), Jesús Castejón
(Esteban, cocinero), Itxaso Corral (Ariel, ninfa), Eduard
Fernández (El capitán), Iván Hermes (Fernando, hijo del rey
de Nápoles y Marinero), Alberto Iglesias (Marinero y Ariel),
Lander Iglesias (Sebastián, hermano del rey de Nápoles),
Anna Lizaran (Ariel), Aitor Mazo (Calibán, salvaje),
Francesc Orella (Próspero, legítimo duque de Milán), Helio
Pedregal (Alonso, rey de Nápoles), David Pinilla (El
Contramaestre), Luis Rallo (Ariel), Javier Ruiz de Alegría
(un noble, marinero y Ariel), Antonio Rupérez (Gonzalo,
consejero anciano), Jorge Santos (Tríncalo, bufón), Rebeca
Valls (Miranda, hija de Próspero), Pablo Viar Francisco,
noble y marinero).
Dirección: Lluís Pasqual
Duración:
Hamlet: 2 horas 30 minutos
La Tempestad: 1 hora 45 minutos
Estreno en Madrid: Teatro Español
Hamlet, 2–06–2006
La Tempestad, 3–06-2006 |
HAMLET
MARISA PAREDES/E. FERNÁNDEZ
LA TEMPESTAD
FRANCESC ORELLA/ ANNA LIZARÁN
HAMLET
MARISA PAREDES/HELIO PEDREGAL
LA TEMPESTAD
REBECA VALLS/FRANCES ORELLA
HAMLET
REBECA VALLS/JESÚS CASTEJÓN
FOTOS: ROS RIBAS |
HAMLET
EDUARD FERNÁNDEZ
FOTO: ROS RIBAS |
¿Qué se puede decir a estas alturas de obras como Hamlet,
La
tempestad o cualquier otra de las del dramaturgo inglés que no
se haya dicho ya? ¿Qué aporta cada nueva puesta en escena a lo
ya expresado en las precedentes, varios cientos sólo en los
últimos años? ¿Qué busca el espectador en cada una de ellas? Son
preguntas con muchas respuestas. Dejando a un lado los casos,
cada vez menos frecuentes, de que se trate de ofrecer tales
obras sólo por el interés de su contenido y la belleza de su
lenguaje, detrás de cada montaje está la propuesta de una nueva
lectura. Puede consistir en acercar el texto a la actualidad,
estableciendo paralelismos entre la época actual y la de su
escritura. Puede ser el pretexto para mostrar las obras bajo
perspectivas estéticas novedosas y, en general, rompedoras.
Cuando no se trata de representaciones canónicas, el espacio
para la originalidad va siendo cada vez más escaso. De ahí que
cada vez se alumbren más recreaciones shakespearianas sin pies
ni cabeza. |
Luis Pasqual también ha buscado cierta originalidad, pero no ha
seguido la vía de los excesos, tan habitual, sino otra más
serena en la que la reflexión se impone a la espectacularidad.
Para ello ha reunido dos obras de Shakespeare: Hamlet y
La
tempestad. Pueden verse como dos piezas independientes, pero
también reunidas en una sola sesión. Son, pues, dos piezas de un
mismo juego. Por ello, ambas tienen muchos elementos comunes.
Paco Azorín firma las escenografías, Isidro Prunes y Cesar
Olivar han diseñado el vestuario y en los dos repartos, con
excepción de Marisa Paredes, los nombres se repiten, con la
particularidad de que, como es costumbre en las más prestigiosas
compañías europeas de repertorio, asumen papeles de distinta
categoría. En este caso, Eduard Fernández, el protagonista de
Hamlet, es, en La tempestad, un capitán de barco cuya
intervención es poco relevante. Lo mismo sucede con Francesc
Orella, que, de miembro de la compañía de cómicos que acude a
Elsinor, pasa a ser Próspero, el legítimo duque de Milan de La
tempestad.
El espectáculo gira en torno a la violencia. No al terrorismo,
como ha apuntado el propio Pasqual, y mucho menos al terrorismo
en el País Vasco, al que parecen remitir algunas referencias de
la puesta en escena. Por otra parte, se ha dicho que las obras
representadas son las dos caras de una misma moneda. Es cierto
que se parte de dos situaciones parecidas en las que el poder
legítimo ha sido borrado mediante la conspiración y el crimen.
En Hamlet el desenlace es trágico: víctimas y verdugos resuelven
su enfrentamiento en una ceremonia que siembra el escenario de
cadáveres. |
LA TEMPESTAD
FOTO: ROS RIBAS |
En La tempestad hay motivos para que se desencadene otra orgía
de sangre, pero se produce un final feliz, como en las mejores
comedias. No me parece, sin embargo, que estemos ante las dos
caras de una moneda, sino ante dos monedas diferentes acuñadas,
eso sí, por una misma persona en momentos muy distintos de su
vida. En su juventud, apuesta por la violencia para combatir la
violencia, por la justicia implacable, aunque suponga la
autoinmolación del que la ejerce. En la segunda, última obra que
escribió Shakespeare, es la hora de anteponer el perdón a la
venganza. Sean una o dos las monedas, tanto da, porque, en
cualquier caso, la reflexión que se propone sobre la venganza
como instrumento para resolver los conflictos que enfrentan a
los seres humanos es interesante.
HAMLET
E. FERNÁNDEZ/ M. PAREDES
FOTO: ROS RIBAS |
Lluis Paqual ha optado por la sencillez en su puesta en escena.
Sencillez en la adaptación del texto, que ha reducido
sensiblemente hasta ajustarlo al discurso que quería ofrecer, y
en la adecuación de su lenguaje barroco a otro más próximo a la
sensibilidad y comprensión del público actual. Sencillez también
en la escenografía, de sobrio diseño, que roba espacio a la
platea, introduciéndose en ella y apropiándose de elementos que
no forman parte del decorado, como los palcos más próximos al
escenario. Los actores acceden a la sala con naturalidad, algo
que no es nuevo en los espectáculos dirigidos por Pasqual. Esta
ruptura de la cuarta pared se hace más evidente en Hamlet
gracias a unas lámparas suspendidas del techo que iluminan el
espacio fronterizo entre escenario y sala. Sencillez, en fin, en
el vestuario, en el que las ropas actuales y mantos antiguos se
superponen hasta hacerle intemporal. |
HAMLET
MARISA PAREDES
FOTO: ROS RIBAS |
El reparto es excelente. Anna Lizaran, que, en Hamlet, es la
directora de la compañía de cómicos, en La tempestad es una
sorprendente y juguetona Ariel que parece escapada de una
película de dibujos animados. Marisa Paredes, en este retorno a
los escenarios tras una larga ausencia, impone su serena belleza
en el papel de una Gertrudis hierática. Francesc Orella es un
Próspero cargado de dignidad. Helio Pedregal asume con solvencia
los dos papeles que simbolizan el poder y la traición: el de
Claudio, rey de Dinamarca, en Hamlet y el de
Alonso, rey de
Nápoles, en La tempestad. Rebeca Valls es, sucesivamente, la
atormentada Ofelia que camina hacia la muerte y la
Miranda
decidida a alcanzar la felicidad, y, ambos trayectos los recorre
de acuerdo con las exigencias de los personajes. Los elogios
alcanzan al resto de la compañía. Mención aparte merece
Eduard
Fernández, que hace un Hamlet poco habitual. Aquí es un ser
enfermizo, de gesto desmayado, poco brillante en su expresión,
reducida a un titubeante hilo de voz. Un ser que entra y sale de
escena como si fuera un intruso, pero que se agiganta cuando va
tejiendo su venganza. Es un Hamlet que, aun conservando algunos
rasgos de los que le han precedido, se aleja de ellos. Su
trabajo no es mejor o peor que el realizado por otros actores
que han interpretado al personaje, sino distinto. Ser distinto
significa asumir algunos riesgos de cara a los espectadores.
Hace muchos años, en 1961, Marsillach rompió la rutina y se ganó
el rechazo del público y de la crítica. El entonces joven actor
fue acusado de frío y desapasionado. Por fortuna para Eduard
Fernández, y para actores como José Pedro Carrión o
Carlos
Hipólito, los tiempos han cambiado y ya no se les exige que
conviertan a las criaturas que recrean en seres temperamentales
y gritones.
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