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EL ENCUENTRO DE DESCARTES CON PASCAL JOVEN
FILOSOFÍA CON HUMOR

Título: El encuentro de Descartes con Pascal joven.
Autor: Jean-Claude Brisville.
Traductor: Mauro Armiño.
Versión, espacio escénico y figurines: Josep-María Flotats.
Postizos: Carlos Monstosa
Peluquería: Toni Santos
Calzado: Casimiro Valldeperas
Fotografía Cartel: Ros-Ribas
Fotografía escena: Sergio Parra
Diseño Gráfico: Papú Comunicación
Diseño de Producción: Frán Ávila
Distribución: Taller 75- lazona
Producción: Taller 75 Madrid
Iluminación: Albert Faura.
Intérpretes: Josep-María Flotats (Descartes) y Albert Triola (Pascal).
Dirección: Josep-María Flotats.
Duración aproximada:1 hora y 10 minutos
Estreno en Madrid: Teatro Español,
22-I-2009.

JOSEP-MARÍA FLOTATS/
ALBERT TRIOLA
FOTO: SERGIO PARRA


JOSEP-MARÍA FLOTATS
FOTO: SERGIO PARRA
Cuando el joven Pascal abandona la estancia del convento de los Mínimos, en la capital francesa, tras su encuentro con Descartes, éste sopla la llama del cirio que les ha alumbrado y se hace el oscuro. Al punto, estalla el entusiasmo del público, que, al tiempo que grita bravos, se rompe las manos a aplaudir. Es lo que sucedió el día del estreno y en los sucesivos, siempre a teatro lleno. El interesante y bien escrito texto de Brisville, la buena traducción de Mauro Armiño y el excelente trabajo de los actores son merecedores de los aplausos, pero no nos engañemos, el destinatario único del desbordado entusiasmo es Flotats. ¿Quién, fuera de los más entendidos, se hubiera animado a asistir a un espectáculo cuyo poco atractivo título alude a una conversación entre dos filósofos del XVII y cuyo autor apenas es conocido en nuestro país? ¿Quién, una vez concluido el espectáculo, no se hubiera sentido decepcionado al ver que los dos protagonistas apenas se mueven de sus asientos y que su diálogo es a priori más apropiado para una lectura sosegada que para ser recitado en un escenario? Pero nadie se queja. Al contrario, todos se sienten satisfechos de haber visto actuar al maestro. Es justo agradecerle que, al contrario que otros divos, él acostumbre a poner su talento al servicio de un teatro de altura, actuando de reclamo para un público que, de otro modo,  no hubiera puesto los pies en la sala.


ALBERT TRIOLA
FOTO: SERGIO PARRA
La cita entre los dos filósofos se produjo en 1647, en vísperas de la marcha del autor de El discurso del método a Suecia, reclamado por la reina Cristina. Se prolongó durante varias horas, aunque nada se sabe de lo que trataron. Brisville, autor también de La cena, otro de los éxitos de Flotats, ha recreado aquella conversación, limitando su duración a poco más de una hora, tiempo suficiente para mostrar el pensamiento de dos seres que, admirándose mutuamente, estaban separados por la edad – en la cincuentena el primero y veinteañero el segundo - y por su muy distinto talante ante la vida. No en vano, lo que la obra ofrece es el fugaz encuentro de alguien que tiene toda la vida por delante con quien está de vuelta de todo. El Descartes de Flotats es un hombre sereno al que la vida ha sonreído y que, por su edad, siente cercana la muerte, aunque eluda hablar de ella. De hecho, moriría dos años después, apenas concluido su Tratado de las pasiones del alma. Con hablar pausado y gesto contenido cuenta a su interlocutor algunos aspectos de su vida cotidiana con ese desparpajo que proporciona la seguridad de que sus palabras no saldrán de entre aquellas paredes. Así, sabemos que a ese ser que tuvo la moral como materia de estudio, no le agrada el ajetreo de la ciudad y que es tan amigo de los placeres de la buena mesa como de los que le proporciona la criada que tiene a su servicio. También hace gala, con mucha ironía, de no poca prudencia a la hora de exteriorizar su pensamiento filosófico. Ha convertido en norma callar lo que sabe, si lo que sabe puede acarrearle problemas con el poder, habiendo llegado, incluso, a destruir los escritos que puedan comprometerle. No tiene reparos en reconocer que por nada del mundo le gustaría correr la misma suerte que Galileo, quien, por pensar como él sobre el movimiento de la Tierra, fue castigado.
 
JOSEP- MARÍA FLOTATS
FOTO: SERGIO PARRA

ALBERT TRIOLA

Frente a esta muestra de debilidad o de cinismo, que se resume con la frase “Yo no soy valiente todos los días”, pronunciada por Flotats con absoluta naturalidad, Albert Triola, que interpreta al joven y sabio Pascal, se debate entre abandonar su pasión científica o ahondar su fe cristiana, que le empuja a dedicar sus esfuerzos a la transformación del hombre. Difícil elección que le convierte en un individuo atormentado, intransigente e irascible.

A lo que asistimos es a un brillante duelo dialéctico que enfrenta la moderación del hombre maduro a las ansias redentoras de quien parece haberse olvidado de sí mismo. Un ejercicio brillante y un homenaje a la palabra puesta al servicio de un discurso que, pudiendo haber sido pedante, es, a un tiempo, profundo y ameno.


JERÓNIMO LÓPEZ MOZO
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