RESEÑA
1982,
NUM 141,
pp. 21-22 |
Darío FO, un juglar en el teatro
MISTERIO BUFFO
Personal e intransferible
Darío
Fo utiliza
el teatro para hablar de los temas que conciernen al hombre; un teatro, el
suyo, que sirve a una idea: la defensa del pueblo frente al opresor. Y aquí
surge la duda: ¿política o teatro?
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Título:
Misterio
Buffo
Autor,
dirección e interpretación: Darío
Fo
Estreno
en Madrid: Teatro
Español, octubre 1982
Darío Fo aterriza
por segunda vez en España con El
Misterio Buffo. Patrocinado por el Ayuntamiento de Barcelona para el Teatro Grec, ya lo representó en
Barcelona. El Teatro Español le
abre sus puertas en sesión de noche y el público se aglomera por las pocas
jornadas, a pesar de que su estancia se haya prolongado dos días más.
Hoy
por hoy en los círculos de cierto progresismo teatral, en el ambiente del
teatro político Darío Fo aparece
como una autoridad. Nuestros grupos teatrales de Vanguardia lo han
representado: Muerte accidental de un
anarquista, Una mujer sola, Tenía dos pistolas con los ojos blancos y negros,
La mueca del miedo. Incluso el “Teatro del Ay, ay, ay” y Chusco Garci Muñoz se atrevió
con El Misterio Buffo. Y digo se
atrevió porque aunque no conozco la versión del «Teatro Ay, ay, ay», imagino que no debe ser nada fácil satisfacer
al respetable con una obra investigada, meditada, repensada e interpretada por
ese autor actor y director que es Darío
Fo.
Hay
también para el público un cierto “morbo” con el nombre de Darío Fo. Su nombre y su actividad
vienen aureolados con el “escándalo” político, ideológico. Y es que tras su
conversión a raíz de la contracultura del Mayo francés se metió de lleno en el compromiso
político dentro de un medio de expresión concreto: el teatro.
EL
TEATRO DE DARÍO FO,
MÁS ALLÁ
DE LAS TABLAS
EDICION de
MISTERI BUFFO |
Los orígenes teatrales de Fo, sobre todo en lo que concierne a su época de mayor concienciación
política y en concreto a la representación de El Misterio Buffo, hay que buscarlos en la fórmula «cabaret»,
tanto en la estructuración de las escenas como en los recursos empleados. Y
dicha fórmula lleva congruentemente a exponer las emociones y representación
de ellas con recursos mínimos como son el cuerpo, la voz y la perfecta mímesis
de lo evocado. No maquillajes, no afeites grandielocuentes, no escenografías
abrumadoras, no efectos especiales. Esta línea se mantiene totalmente pura en El Misterio Buffo. Sobre el escenario
sólo Darío Fo con su rostro limpio,
su traje del momento como el del respetable y luz para que se le vea. La escenografía
por no tener no tiene ni campo
de espacio para
trasladarse, como sucede en algunos
locales. El público apiña la platea, el graderío, los pasillos e incluso el
escenario.
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De
modo que sólo le falta levantar una pierna a Darío Fo para ocupar aún menos espacio. Y sin embargo consigue
reconstruir perfectamente los ambientes y los personajes.
La
propuesta teatral de Fo es la de
utilizar el teatro para hablar, al hombre, de los temas que le conciernen. Su
teatro sirve a una idea: la defensa del pueblo frente al opresor. Y aquí es
donde siempre surge la duda: teatro o política. Reducción de los recursos
teatrales al mínimo, el cuerpo y la voz, y paladín ideológico de los oprimidos
es lo que puede definir su teatro. De todas formas él mismo ha definido el
teatro como “el
propio cuerpo, la propia voz y sobre todo las IDEAS que se expresan. Lo demás
es accesorio”. Definición que lleva fácilmente al panfleto, al
mítin y lo obligado sería sugerir que dejase el teatro. Pero la sorpresa es
que crea auténtico espectáculo con la dominante del humor, de la diversión. Por
otro lado él mismo es consciente de que el teatro ha de ser ante todo “diversión”
y su base es el “placer
del espectáculo”.
De
ahí que la conceptualización que hace Darío
Fo del teatro podría estarse discutiendo hasta el infinito en cuanto
teoría del teatro. Lo importante es que en su práctica teatral sabe conseguir
esa unión de espectáculo e ideas.
Su
teatro no sabe de local como juego social: butaca y gallinero; graderío y
terciopelo; sonrisas y galanteo. El aforo normal lo busca en los palacios de deportes,
en las naves de fábricas en huelga, en iglesias abandonadas o teatrillos cerrados.
A veces los ocupa sin más. Y allí se aglomera el respetable. Su actividad
teatral se impregna de mística militante y los beneficios económicos van a
costear los abogados laboralistas y en general las necesidades de los oprimidos
paisanos o extranjeros.
EL
JUGLAR,
AQUEL
DEFENSOR DEL PUEBLO
Con
motivo de El Misterio Buffo, su obra
más personal, suele aprovechar para adoctrinar, en el prólogo o presentación,
cultural e ideológicamente al público. Y expone su sugestiva teoría sobre el
juglar medieval. Ante un pueblo analfabeto él es el único que por pueblos y
caminos narra las historias con el lenguaje del pueblo y bajo la óptica del
pueblo. La “copla” juglaresca se
tiñe de tintes desmitificadores para con los poderosos, sean civiles,
religiosos o militares. Se trata de conocer la historia bajo otra perspectiva.
Por otro lado, para un pueblo sin armas, la única solución que le queda para
atacar al opresor o al injusto es denigrarlo sobre la escena. Denigrarlo no
con amargura sino mediante el humor. Para Fo el paso del juglar caminante al juglar
cortesano es una maniobra de los poderosos. Compran la voz del pueblo. Trasladan
al juglar a la corte para que entone madrigales y estéticas coplas galanas.
Así, se arrebata la única arma que le quedaba al pueblo. La historia teatral
personal de Darío Fo será a la
inversa. Dejar los palacios y bajar a las cabañas.
Dentro
de esta línea hay que colocar la misión del propio Darío Fo con su producción dramática que la lleva al culmen en Misterio Buffo, al transformarse en una
especie de juglar con la técnica de entonces. Impartir la historia y la
mímesis de los personajes a través de un solo cuerpo y una misma voz.
MISTERIO
BUFFO,
UNA
OBRA MUY PERSONAL
Estructurado
a base de pequeñas historias relativas a temas sagrados, procede de una
investigación sobre textos medievales que el propio Fo ha llevado a cabo. Existen varias series. Lo presentado en
Madrid abraza La resurrección de Lázaro,
Bonifacio VIII y Cristo en
la
Cruz. Utilizando una imaginieriía clásica (las figuras evangélicas
ofrecidas por la historia) las rodea de un entorno cultural medieval, reflejo
del actual, y caricaturiza con sarcasmo y socarronería los comportamientos
humanos, en torno a ellas. A partir de aquí desmitifica figuras o entornos
culturales tenidos por sacros o intocables y en los que se puede palpar el
egoísmo, la brutalidad, la superstición. En definitiva, la superestructura creada sobre verdades mucho más
simples y puras.
La
virtud está en que sabe contener la narración y la caricatura dentro de los
límites de la sugerencia sin caer en la ramplonería, panfletismo o simplismo.
El espectador se emociona o se altera no tanto por lo que se dice claramente
sino por lo que sugiere y adivina. Y así lleva a la comunión entre platea y
escena.
Lo
que es indiscutible es su gran capacidad de actor. Como ya he dicho Misterio Buffo le obliga a los mínimos
recursos: cuerpo y voz. Y por eso en él se transforman en una fórmula
convincente. Pero esta fuerza y grandiosidad, creo, que empiezan en él y terminan
en él. La objeción mayor de Misterio Buffo
es que difícilmente cobra vida en manos de cualquier otro actor. El mismo “handicap”
que ofrecen algunas de sus obras, alusiones concretas a personajes conocidos y
situaciones vividas. Fo es capaz de
una mímesis perfecta y narra lo que acaece en cada momento en su nación.
Fuera de esos contextos, es fácil que su obra pierda muchos datos una vez que
el entorno cultural no los conoce. Darío
Fo viene a poseer las virtudes y los límites de Charlot. “Charlot”
y Darío se pueden reconstruir pero
sin Charlie Chaplin son un pálido
reflejo que lo más que podemos decir es que “iqué bien lo imita!”. La técnica
de Darío Fo es Darío Fo.
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