OJALÁ ESTUVIERAIS MUERTOS
RELECTURA DE IBSEN
O
A VUELTAS CON LA CRISIS DE PAREJA
Título: Ojalá estuvierais muertos
(Tragicomedia del Centenario de Henrik Ibsen)
Dramaturgia: basada en las obras de Ibsen:
La Dama del Mar,
El Pequeño Eyolf y
Cuando los
muertos nos despertamos
Texto: Iñigo Ramírez de Haro
Música: Alejandro Monserrat
Espacio Escénico: Ludivine Defranoux
Diseño de Luces: Javier Anós
Espacio Sonoro: Pierre Xuclá
Diseño de Vestuario: Marie-Laure Bénard
Diseño Gráfico: Manuel Vicente
Atrezzo: Víctor Biau
Ayudante de Dirección: Alberto Huici
Gestión de la Producción: Esteban
Villarocha
Coproducción: Compañía de Teatro
« El Gato
Negro » y Centro Dramático de Aragón
Colaboración: Embajada de Noruega en
España.
Intérpretes: Rafael Blanca (Mario, Tuareg),
José Daule (Jaime, cazador de ballenas),
Rafael García Muñoz (Toño, Diógenes),
Ivana Heredia (Flavia, Toñito),
Garbiñe Insausti (Julia, Señora de las medusas),
Lola Polo (Mari, Novia de la muerte)
Dirección: Alberto Castrillo-Ferrer
Estreno en Zaragoza: Teatro Principal,
el
26-29 de octubre;
Estreno en Madrid: Teatro Galileo,
2 - XI - 2006. |
|
Ramírez de Haro ya acometió una versión muy libre, e
irreverente, de Peer Gynt, titulada Un tal Pedro. Ahora, con la
misma compañía que la llevó a escena, El gato negro, ha
preparado este Ojalá estuvierais muertos, una revisión irónica
de las tres últimas obras de Ibsen: La dama del mar, El pequeño
Eyolff y Cuando despertamos los muertos. Tres parejas,
procedente cada una de ellas de los títulos mencionados, pasan
unos días de carnaval en un lugar de descanso mientras dirimen
las crisis de sus matrimonios, que responden a motivos
diferentes, pero que, en el fondo, resultan afines: otro foco de
interés en alguno de los miembros de la pareja, ausencia de
pasión, desconocimiento mutuo, incomprensión, etc.
|
El resultado de esta vivisección es una comedia - con toques
farsescos, dramáticos y trágicos - que desarrolla tres tramas
casi paralelas, cuyas acciones sólo ocasionalmente se cruzan,
pero que se refuerzan mutuamente. Su lenguaje teatral se acerca
con mucha frecuencia a cierta variedad de comedia contemporánea,
caracterizada por una relativa ligereza formal, un toque
perverso, una notable agilidad en su desarrollo y un
entrelazamiento de historias diferentes que presentan alguna
semejanza entre sí. Esta variedad de comedia, analítica y
satírica, suele presentarse entreverada de crueldad y tamizada
por una violencia latente o explícita, y admite dosis, a veces
notables, de sarcasmo, y parece excluir la emoción o la ternura.
Pero la obra de Íñigo Ramírez de Haro no se ha desprendido por
completo de la referencia ibseniana, visible, por ejemplo, en el
carácter obsesivo de los personajes, en la irrupción súbita de
lo mítico, lo mágico o lo misterioso, en algunas adherencias
discursivas, e incluso en alguna pervivencia de lo sentimental.
|
Castrillo-Ferrer, el director del espectáculo, ha optado por
acentuar elementos farsescos, que ensambla sin demasiadas
dificultades con los propios de la comedia, con los dramáticos y
con los trágicos. Para solucionar las transiciones de tramas y
géneros, ha preferido la sencillez, la ligereza y el dinamismo,
el juego, en definitiva, muy adecuado al lenguaje de farsa que
domina en el espectáculo, lo que le permite lograr una notable
fluidez y también que la comicidad y, en su caso, el humor,
impulsen vigorosamente la acción de las historias que se narran. |
|
La imaginación, el entusiasmo y la entrega suplen la exigüidad
de medios. La modesta, pero versátil, escenografía, que
transforman los propios actores, es suficiente para evocar la
pluralidad de espacios y de ambientes, y los cambios de
personajes encarnados por los mismos intérpretes se realizan con
eficiencia y soltura. El entusiasmo y la convicción son también
características que se perciben en el joven elenco actoral, en
el que cabe destacar el trabajo, atractivo e intenso, de Lola
Polo, una actriz de la que cabe esperar un interesante
desarrollo profesional.
|