ADIÓS
JULIÁN
Zarzuela
de bolsillo
Título: ¡Adiós Julián!
Dramaturgia
y coreografía: Marina Bollaín
Arreglos
musicales: Armin Pommeranz
Escenografía
y vestuario: Inés Aparicio
y Josune Lasa
Peluquería
y maquillaje: Nestor Aizcorbe
Diseño
de iluminación:
Olga García A.A.I.
Realización
del diseño de iluminación: Dominique You
Ayudante de dirección y escenografía: Francisco Sanz
Regidor: Jaime Martínez
Producción
ejecutiva: Emma Maddalosso / ORCAM PRODUCCIÓN DE
LA ORQUESTA Y CORO DE
LA COMUNIDAD DE MADRID
Solistas
del Coro de
la Comunidad
de Madrid:
María
Jesús Prieto, Consuelo Congost, Idoris Duarte, Teresa Salgueiro, (sopranos), Marta
Bornaechea, Ana Isabel Aldalur,
Carmen Haro,
Marta Knörr, (mezzosopranos)
Solistas de
la Orquesta de
la Comunidad de Madrid:
Víctor
Arriola (violín), Alexander
Trotchinsky (viola), Rafael
Domínguez (violonchelo), Francisco
Ballester (contrabajo), Cinta
Varea(flauta), Josep Arnau, (clarinete), Eduardo Díaz (trompeta), Vicente Castelló (tuba), Jaime Fernández, (percusión), Luis Comín (piano)
Ballet
y coreografía de los números 6 “Sevillanas”, 12 “
La Boda de Luis Alonso” y 15
“Tanguillos”:
Noelia Fernández, Miriam Arias, Raquel
Tamarit
Maestros
repetidores:
Luis
Comín, Rocío Sevares
Intérpretes:
Carmen
Campos (Mari Pepa), Javier Checa
(Julián), Isabel Egea
(Menegilda), Felipe García – Vao (Pepe)
Dirección
Musical: Manuel Coves
Dirección
escénica: Marina Bollaín
Estreno en Madrid:
Teatro
Albéniz,
13 – IX – 2007 |
|
Según
la sinopsis que figura en el programa de mano, la historia que se cuenta y que
se canta en esta zarzuela es la siguiente: Julián está orgulloso de las mujeres
españolas y de
la Mari
Pepa en particular, que para eso es su novia. La
joven trabaja de costurera en un taller en el que sus compañeras también
están solteras y aspiran, como ella, a casarse. En el camino de Julián se cruza Menegilda, sirvienta con ansias de prosperar, y el hombre no
deja pasar la ocasión de cortejarla. A Mari Pepa no le gustan estos
coqueteos y, para dar celos a su novio, se va de verbena con Pepe, que, en
cuestión de mujeres, no hace ascos a ninguna. A Julián, esta situación le
hace sufrir y llorar, pero la sangre no llega al río, porque al final todo se
resuelve felizmente con el triunfo del amor verdadero.
Lo que sucede es que el guión ha sido
elaborado con fragmentos de numerosas zarzuelas, de las que también procede
la música. Entre
ellas: El barberillo de Lavapiés, El
niño judío, La del manojo de Rosas, El bateo, Los claveles,
La Gran Vía, La
verbena de
la Paloma,
La boda de Luis Alonso, Los sobrinos del capitán Grant, La tempranita, La
revoltosa y El gato montés. En
total diecinueve números procedentes de trece zarzuelas. El espectáculo fue concebido por Marina Bollain en
Alemania, mientras estudiaba canto y dirección de ópera. Allí descubrió los
valores de un género que, en su opinión, es brillante, divertido y superior a
la opereta, que le parece cursi, e incluso que la ópera, a la que la aventaja
por su frescura y viveza. Fruto de ese entusiasmo es Adiós Julián, cuya primera puesta en escena ofreció en 2001 en
Berlín. Es digno de elogio el esfuerzo de la directora por contribuir a la
recuperación y difusión de este tesoro musical español tan olvidado.
Sin embargo, no creemos que el espectáculo que
ahora ofrece en España, que suponemos fiel, en lo esencial, al ofrecido
seis años atrás, aun siendo de digna factura, suponga un paso adelante
en tan difícil tarea. La razón principal es que, a pesar de haber hilvanado las
romanzas y los dúos seleccionados con un hilo argumental, no se ha evitado la
sensación de que estamos ante una antología musical, que en muy poco se
diferencia de aquellas que José Tamayo paseó durante años por medio mundo. Hay, como en aquellas, más
coreografía que dramaturgia. Si acaso, aquí, en aras de la extendida tendencia
a actualizar todo lo que
procede
del pasado, la directora se ha permitido algunas
licencias que, en tiempos de Tamayo,
no hubieran sido bien aceptadas por el público. Aunque hay que advertir que los
aires de modernidad son de escaso calado: se perciben en algunos detalles de la
coreografía y, sobre todo, en el vestuario y comportamiento de los personajes
masculinos. Así, Julián, luce un vestuario propio de deportista dominguero,
aunque sus gestos imiten los desplantes de un torero, y Pepe, más próximo en su
aspecto al típico jaque madrileño, se pasea por el escenario en
bicicleta.
|
En opinión de este crítico, que se confiesa
devoto de la zarzuela, el camino de la difícil recuperación de un teatro que no
ha sido ni será renovado, no pasa por los recitales ni por las antologías, sino
por las representaciones de obras completas sometidas a dramaturgias que las
limpien del polvo acumulado sobre ellas. Algo así se viene haciendo, bien es
cierto que no sin polémica, en el campo de
la ópera. Con
espectáculos como el que comentamos, grato de oír por las buenas voces de los
cantantes y de ver por el excelente trabajo del cuerpo de baile, se puede recuperar
un patrimonio musical de incalculable valor, pero no la zarzuela como género.
|
|