JUGAR CON FUEGO
LA CALIDAD MUSICAL DE TODAS LAS VOCES
Título: Jugar con Fuego
Libreto: Ventura de la Vega
Música: Francisco A. Barbieri
Escenografía: Ópera Cómica de Madrid
Realización de escenografía: Altamira
Vestuario: Mariana Mara
Realización de vestuario: Cornejo
Coreógrafo: Marco Berriel
Maquillaje y peluquería: Jesús Gil Bermúdez
Iluminación: Pedro Pablo Melendo
Realización de iluminación: Centro Cultural de la
Villa
Jefe técnico: Alfonso Cogollo
Regidor: Alicia Velasco
Atrezzo: Mateos-Ópera Cómica
Sastrería: M. Teresa Becerro/Alejandro Carrasco
Coordinación Ensamble Instrumental Madrid: Andrés de
Nevreze
Maestros repetidores: Juan Ignacio Martínez Ruiz/Celia
Laguna
Coordinador de prensa: Alicia Rubio Martínez
Ayudante de Producción y Diseñador gráfico: Juan
Fernando de Nevreze
Transporte: Isidro San Román
Sala de ensayos: El Pprogreso Musical
Producción: Ópera Cómica de Madrid
Producción ejecutuva: Concerto XXI
Director-gerente: Fernando Pobrete
Intérpretes:
Sonia de Munck (días 12, 13, 14,16 y 17 de
mayo)/ Begoña Agüero (día 18 y 19 de mayo), Francesca Calero
(días 20 y 21 de mayo) (Duquesa)
Alejandro Roy (días 12, 13, 14, 17 y 18 de mayo)/
Francisco Heredia (días 16, 19, 20 y 21 de mayo) (Félix)
Luis Álvarez (marqués de Cravaca), Miguel López Galindo (duque),
Javier Ferrer (Antonio),
Blanca Ortiz (condesa), Ángel Walter (loquero)
Coro de Ópera Cómica de Madrid
Orquesta: Ensamble Instrumental de Madrid
Director musical: Carlos Cuesta
Director: Francisco Matilla
Duración: 2 horas y 15 minutos (incluidos dos
intermedios)
Estreno en Madrid: Centro Cultural de la Villa de
Madrid, 12 – V -2006
La Ópera Cómica de Madrid, se adelanta este año en su
cita al Centro Cultural de la Villa de Madrid. Doble programa:
Un primer asalto con Jugar con Fuego y un segundo asalto
con La Gran Vía.
Este Jugar con Fuego, trascurre, en sus líneas
fundamentales, por el montaje de 1992, que se estrenó en el
Teatro Madrid, con motivo del Madrid Cultural 1992. Toda
aquella temporada se dedicó al mundo de la zarzuela, bufos y
género chico madrileños con unos presupuestos más que
aceptables. Se buscaba nuevas propuestas y también títulos o
géneros no conocidos. Entre ellos los “bufos”.
La
Ópera Cómica se presentó con Jugar con Fuego. Fue
un éxito en aquel 1992. Aquella versión es la que se presenta en
el Centro Cultural de la Villa de Madrid. Lógicamente ha
habido una adaptación, sobre todo a nivel de escenografía. La
obra en tres actos – con este título se inicia la llamada
zarzuela grande – supone tres espacios diversos: la orilla del
río Manzanares (Madrid) con sus enramadas, un salón del Palacio
del Buen retiro y el patio de la casa de locos. En aquel 1992
los tres espacios se trabajaron a lo grande. En esta ocasión
todo ha sido más reducido escenográficamente, pero se ha
trabajado con inteligencia. Se ha evitado el quiero y no puedo.
Se ha recurrido a paneles y módulos sugeridores del ambiente que
transforman aquel espectáculo grande en una entrañable Ópera de
Cámara – desde el punto de vista del espacio escénico -, donde
todo está más cercano, pero sin desentonar.
Por otro lado, no se ha escatimado nada en el vestuario. Se
mantiene la traslación de época. El original trascurre en la
rococó corte de Carlos III y aquí en la época de Felipe IV.
Según el director Francisco Matilla, se pretende conectar
con el teatro de capa y espada del siglo de oro español. No
molesta la traslación, pero tampoco se acaba de ver la
necesidad.
Lo que más subyuga de la obra es la parte musical. El libreto de
Ventura de la Vega – una adaptación de un texto francés
La condesa de Egmont -, en cuanto a la intriga no tiene
especial relieve y se acerca al enredo amoroso, la puesta en
cuestión de la diferenciación de clases sociales y la crítica de
esos personajes engreídos como pasa con el marqués de
Caravaca. Destacan algunos inspirados versos de las
romanzas como son la del hidalgo Felix (Tenor)
“La vi por vez primera” y la de la Duquesa
(soprano) “Un tiempo fue”. También, en general hay que
reconocer que la versificación de los diálogos gozan de gran
fluidez.
Fascina la partitura muy inspirada en el belcantismo. Tanto los
dúos como las romanzas muestran una gran maestría en el
compositor y resulta apabullante la intervención de los coros en
los concertantes, así como el entramado del principio entre los
vendedores y caballeros (aquí, me pareció captar que se han
reducido) . Si quisiéramos definir musicalmente Jugar con Fuego,
podríamos decir que es un virtuosisimo coral.
La interpretación que nos ofrece Ópera Cómica – el 13 de mayo de
2006 – es de una buena factura tanto en solistas como en los
momentos corales. Sólo pequeños lunares. Alguna vez las voces
del barítono (Luis Álvarez) y el bajo (Miguel López Galindo)
quedan un poco ahogadas por la orquesta y en los concertantes
casi desaparecen.
Sonia de Munck nos entrega una
Duquesa con una voz limpia y de
gran delicadeza. Sobresale su romanza final “Un día fue”, que la
interpreta con gran acento lírico lleno de matices. Es una voz
segura y que fluye con naturalidad. Sus agudos son diáfanos. A
destacar también el dúo del primer acto con Félix. Desde el
punto de vista dramático, posee buenas dotes interpretativas
llevando sus parlamentos hablados – imagino idea de la dirección
– por la línea del teatro clásico.
Alejandro Roy, el ingenuo hidalgo montañés Felix, es un tenor de
voz potente y muy equilibrada. Cuando se le oye, transmite
tranquilidad de que no le va a fallar ningún agudo. Su voz
resulta segura y melodiosa. La potencia de su voz hace que el
concertante no le ahogue y encuentre su puesto. Sobrio en su
modo de dramatizar el personaje, nos hace
creíble su ingenuidad de enamorado.
Cómica la interpretación de Javier Ferrer en Antonio (el primo
de Félix). Su breve intervención como cantante – tiene sólo un
número musical en el patio de los locos: “¡Suelta, pícaro
sastre!”- en la clave de tenor cómico, es acertada.
Agradecido y chispeante el dúo de la carta entre el Marqués de
Caravaca (Luis Álvarez) y la Duquesa. Tanto a nivel vocal como
interpretativo se dio con la clave en los dos intérpretes.
FOTO: Mª RODRÍGUEZ TESTA |
La versión tradicional de Jugar con Fuego termina con texto y no
con música. Esta versión intenta remediar esta especie de
sosería, trasladando el divertido número musical del marqués de
Carvaca vapuleado por los locos al final. Funciona mejor. De
todos modos los protagonistas – se ausentan antes - se echan de
menos. ¿No podrían observar la broma de los locos desde alguna
altura? Sigue faltando un final musical más participativo de
todos.
Si hay algo a resaltar en esta producción es su calidad musical
de todas las voces, tanto en los solistas como en los coros. Los
aplausos generosos – no arrancados – han sido el “leiv motiv” de
la velada. Y hay algo en que la dirección de F. Matilla acierta.
El aplauso – desahogo lícito del público ante lo que le seduce y
control de audiencia para el intérprete de que aquello va por el
buen camino – frena el hilo dramático y tal freno es aún mayor
cuando los intérpretes saludan agradecidos. Termina por ser casi
una técnica brechtiana de extrañamiento. En esta ocasión se
recurre al sentido común. Los intérpretes quedan como congelados
y presenciamos un cuadro. |
TEATRO PÉREZ GALDÓS 1957
LAS PALMAS DE G. CANARIA |
Esta concepción de cuadro o pintura, se capta a lo largo de toda
la obra. Dado el espacio vital de desplazamiento que se tiene y
con las masas de los coros, el director parece haber dejado de
lado, con buen criterio, el trasiego de acción de los diversos
personajes en las formaciones grupales. Sin embargo, con buen
criterio, ha huido de alienarlos al estilo de orfeón. Consigue
que las masas se desplacen con cierta discreción y formen grupos
o composiciones que nos remiten a pinturas que hemos visto aquí
y allá, sin caer en el manido y trasnochado cuadro plástico.
Al comenzar la obra el coro de vendedores – tengo la sensación
de que se ha reducido en la parte musical - se oye, pero no se
ve. Se comprende su ausencia. El reducido espacio que convierte
la ribera del Manzanares a una especie de cenador o espacio más
reducido con balconada, no da lugar. No obstante, como la letra
no es fácil de comprensión para el profano, quien no la sepa, al
no ver la imagen, no adivina de qué tipos de personajes se
trata.
A parte del cuidado musical, la Ópera Cómica posee una gran
virtud: el encontrar el modo de adaptar el espectáculo a unas
condiciones reales y de prepuesto. He hablado antes de que esta
versión me sugería una Opera de Cámara. No lo es indudablemente,
ya que cuenta con una orquesta al completo y unos coros
suficientes. Pero sí que tiene algo de la intimidad de lo que
supone ese concepto. He visto otros Jugar con Fuego y
lógicamente tendían al gran escenario, el trasiego de la
figuración y la monumentalidad escénica. Esta versión no lo
tiene, pero mantiene lo más esencial: el buen cantar de una
partitura de Barbieri que por sí mismo ya vale.
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