EL PORTERO
de
HAROLD PINTER
FOTOS BASE: ROS RIBAS |
Harold Pinter (10 de octubre de 1930, barrio de Hackney,
Londres)- reciente Premio Nobel de Literatura 2005 -
viene al Teatro de la Abadía, a través de su obra El
portero (The Caretaker) (1960). Es la primera de las cuatro
Coproducciones de esta temporada, con las que el Teatro de la
Abadía se ha comprometido en su programación. La dirección
corre a cargo de Carles Alfaro, huésped frecuente de este
teatro.
-
Carles
Alfaro es un gran conocedor de la obra de
Pinter
–
recuerda José Luis Gómez, director del teatro de la
Abadía - , y ha mostrado en nuestro teatro
montajes tan celebrados como Las sillas, Nacidos
culpables, La caída
-
Premio Max a la mejor escenografía para Alfaro,
además de al mejor actor a Francesc Orella -
La Controversia de Valladolid. Ahora con El
Portero se pone al frente de esta nueva producción de La
Abadía para hacernos cómplices y convertirnos en auténticos
observadores.
Esta es la tercera obra de Pinter que Carles
coge entre manos. Antes fueron El montacargas y en su época
de MOMA TEATRE realizó una programación totalmente dedicada
a Pinter: Una noche, un monólogo y La
colección; Radio Pinter (piezas cortas), La
penúltima copa, Estación Victoria, Una Alaska particular
y Celebración; Traición; Cenizas a las
cenizas.
José Luis Gómez confiesa su admiración por este
texto:
- Cuando estábamos en la
Escuela de Arte Dramático, El portero era un
texto que nos fascinaba e interpretábamos partes. Es un
teatro de una gran potencialidad.
Carles
tiene una gran sensibilidad para abordarlo.
A tener que participar en esta temporada de la Abadía,
se propusieron varios textos y por fin se decidió por
Pinter, pero, para Carles Alfaro, abordar a
Pinter…
CARLES ALFARO |
- Requiere
un enorme esfuerzo, pero no tardas ni 24
horas en enamorarte. Cuando me pidieron qué
información podrían dar para un dossier y el
programa de mano, me remití a las propias
declaraciones de
Pinter. Según él no puede resumir sus
obras, ni hablar de sus personajes. Aquello
fue lo que pasó, lo que se dijo, lo que
ocurrió. A mí me pasa lo mismo. Nunca me ha
ocurrido el tener que hablar de una obra tan
difícil. Intento esquematizar, pero las
claves no son tan claras ni para el
director, ni para los actores. Lo importante
es el momento en que ocurre la acción. No es
fácil, tampoco, buscarle un mensaje.
|
En opinión de Carles, si algún autor de teatro es
para no leerlo, ese es Pinter.
- Leído asusta un
poco. Sus obras son para escenificarlas y entonces
son muy claras. Son obra para montarlas y que sean
los actores los encargados de transmitirlas. Por
ello, se comprende la perplejidad ante ellas.
También es verdad que al leer a
Becket,
yo no le acabo de pillar y tengo que hacer un
esfuerzo, pero no estás excesivamente desubicado.
Crea un mundo propio. En el caso de
Pinter
es irritable, porque se entiende todo pero no
comprendes nada. Es desconcertante la aparente falta
de acción. No comprendes a dónde vas, ni qué pasa.
Pinter es de esos autores que, según
Carles, va, como en el circo, al “al
más difícil todavía”.
- Sí,
porque actúa dentro de la cotidianidad.
Desnuda la realidad. Se ha dicho de su
teatro que es un teatro del absurdo. No
entiendo por qué. Si el absurdo deforma
y excava la realidad, el teatro realista
es más absurdo. Por ejemplo: cuando en
la realidad suena un teléfono no suele
ser importante. En cambio en el teatro
sí.
Pinter de una llamada
intrascendente, hace algo importante.
|
FOTO: ROS RIBAS |
Para Carles, Pinter juega con giros
lingüísticos:
- Y esto es
difícil para los actores. Se trata de la ironía
británica. Siempre afilada y que ya apunta en
los niños. Son hábiles en el uso del idioma.
Esta no es nuestra tradición, a veces tan
esquiva de relaciones personales. Este tipo de
lenguaje es el que utilizan los políticos.
Utilizan las palabras para sus propios
intereses, como
Pinter. Esos intereses hacen que
cuando callan es cuando son más transparentes.
EL HUMOR,
MARCHAMO DE LAS OBRAS DE PINTER
El humor es inherente a las obra de Pinter.
- Pero se
trata de un humor complejo. Hay una
ambigüedad absolutamente compleja. Por
ejemplo al entrar un personaje no sabemos
nada de él. Pregunta y se va. Sólo quien lo
ha escuchado, tiene unos datos. A partir de
aquí, según
Pinter, es cuando surge la
obra de teatro. Ese momento tiene que ser
enormemente concreto. Por eso la narración
está en las pequeñas historias de los
personajes y no en el tradicional esquema de
Inicio - Nudo – desenlace.
El propio Pinter ha reconocido reírse
mientras escribía El Portero. Así lo
testimonió en La chispa de la risa
(1979):
FOTO: ROS RIBAS |
-
Me
reí (…) pero no todo el rato, no
indistintamente. Creo que una de
las características de la obra
es el elemento absurdo, pero al
mismo tiempo quería que no fuera
sólo una farsa divertida. De no
haber tocado otros temas, la
obra no habría sido escrita. No
se puede controlar la reacción
del público. A nadie le gustaría
que así fuera, ni tampoco es
algo fácil de analizar. Pero
donde lo cómico y lo trágico, a
falta de otros términos, están
estrechamente entrelazados,
parte del público siempre se
quedará con lo cómico,
aniquilando de ese modo lo
contrario.
|
Pinter en su estreno pudo comprobar
si había un equilibrio entre las risas y el
silencio.
- No
obstante
– añade Pinter
- cuando se halla esa
alegría generalizada, noto que los
espectadores amparan los personajes bajo
un manto jocoso, eludiendo así su
implicación. De hecho, esa risa es una
especie de precaución, una cortina de
humo, la negación de aceptar lo que está
sucediendo como algo reconocible – y yo
creo que lo es – viendo a los actores
siempre como actores en vez de cómo
personajes y, asimismo, como chimpancés.
Naturalmente tengo que distanciarme de
semejante mala costumbre de hacerlo todo
gracioso. (…) El portero es
divertido hasta cierto punto. A partir
de ese punto deja de ser divertido y es
precisamente por ese punto por lo que lo
escribí.
Este aspecto del humor hace difícil de
clasificar las obras de Pinter en
los tradicionales géneros teatrales.
-
Los géneros de sus obras son
atípicos
–
aclara Carles –
Destruye los géneros tradicionales.
¿Es comedia? ¿Es tragedia? En El
portero es comedia de la
amenaza, lo que más se acerca. Es
divertido, pero la risa desaparece
antes de que se acabe. En los
últimos diez minutos, la risa ya no
está. Por eso lo humorístico es el
sentido de lo ridículo, lo patético
EL PORTERO
UNA HISTORIA A PARTIR
DE LA PROPIA EXPERIENCIA
DE HAROLD PINTER.
FOTO: ROS RIBAS |
Pinter vivía en un
inmueble londinense de dos
pisos y buhardilla, cuyo
dueño tenía un hermano que
vivía en el mismo inmueble.
El apartamento de Pinter
consistía en dos
habitaciones. En aquel
entonces los problemas
económicos y familiares le
agobiaban. Un día el hermano
apareció acompañado por un
vagabundo que estuvo con él
durante tres o cuatro
semanas. |
-
La
imagen que permaneció conmigo
durante largo tiempo
- comenta
Pinter –
fue la de la puerta abierta con
los dos hombres en distintas
partes de la estancia haciendo
cosas diferentes, el vagabundo
escarbando en una bolsa y el
otro mirando por la ventana, sin
hablar… Como un momento
congelado en el tiempo.
Según Carles, la mirada
de Pinter es como la de
un “voyeur”.
-
No solamente la ve congelada
en el tiempo, sino que muda.
En silencio. A partir de ahí
dedujo una historia con
muchos datos
autobiográficos. Es típico
de
Pinter, partir de un
hecho real, como el de una
postal.
EL
PORTERO
OBRA MAESTRA
-
Creo que es una obra
maestra
– afirma Carles –
y uno no llega. Yo he
llegado hasta donde he
podido.
Pinter
escribe con el público,
pero no para el público.
Es muy rigorista. Se
puede decir que está al
mismo nivel y esfuerzo
que un
Skakespeare.
No digo de calidad. Para
Pinter la
palabra es la acción. No
le interesa el
psicologismo. Y esto es
tremendo para el actor,
el cual no tiene la
clave de cuando dice una
cosa y por qué lo dice.
Pinter se
coloca en posición de
“voyeur”.
Aunque la
representación
no tiene ningún
intermedio, se
pueden ver tres
actos. En el
primer acto
se plantea un
absurdo
aparente. En el
segundo se crea
el conflicto:
nada es lo que
aparece. El
tercer acto
es una tragedia
con una eticidad
tremenda. |
FOTO: ROS RIBAS |
-
A lo largo de los
actos
– aclara Carles
- se
desarrolla lo
onírico, lo real, la
ternura. Es una obra
que le sale redonda.
Está todo
Pinter.
Es una obra de
potencia tremenda.
Todos luchan por
conquistar su
espacio, menos
Aston. Razona de
una manera lógica.
Debió haber saltado
mucho antes, pero
salta por lo que
menos se espera.
Salta ante lo que
cree que es una gran
traición de
Davies (el
vagabundo). A
Aston Se le ha
visto como autista o
retrasado y no lo
es. Es un
inadaptado. Sólo
habla con un
vagabundo. Está
aislado de la
sociedad como él.
EL PORTERO,
TÍTULO DE
SIGNIFICADO COMPLEJO
El título original
es The Caretaker,
que en España se ha
traducido como El
portero ó El
conserje.
Ninguna de las dos
traducciones se
ajusta exactamente,
ya que el título
inglés tiene una
doble acepción: El
portero en cuanto
encargado, pero
también el cuidador
de otra persona. Y
este sentido es muy
gráfico.
-
En la obra
Mick cuida
de Aston
– su hermano
menor - y
Aston cree
que tiene que
cuidar de
Davies. No
obstante es al
revés. Hay un
sistema de
protagonismo que
tiene que ver
con el doble
significado del
título.
PINTER
¿POLÍTICO EN LA
VIDA Y EL
TEATRO?
El 13 de octubre
de 2005, 20
minutos antes
del anuncio
oficial, se
comunicaba a
Pinter la
concesión del
Premio Nobel de
Literatura.
Su respuesta al
teléfono fue un
tenso silencio y
luego
FOTO:
ROS
RIBAS |
Siguió
desayunando
con
su
esposa,
con
la
que
bebió
una
copa
de
champán
y
ante
la
prensa
declaró
sentirse
“abrumado”
por
ese
honor.
Calificó
de
“misteriosa”
la
decisión
del
comité
del
Premio.
Aclaró
que
hacía
años
que
prefería
escribir
poesía
que
teatro
y
que
dedicaba
más
tiempo
a su
activismo
político
que
a la
literatura.
A
principios
de
ese
2005
había
anunciado
su
retirada
como
dramaturgo.
¿Se
le
daba
ese
premio
por
sus
esfuerzos
contra
la
guerra
de
Irak
o
por
su
obra?
Esa
fue
su
interrogante
ante
la
prensa. |
Este
activismo
político lo
cultivó
desde muy
joven. Era
un liberal
de
izquierdas y
objetor de
conciencia,
negándose a
hacer el
servicio
militar. En
los 80, ya
famoso,
criticó a la
política de
derechas de
Margaret
Thatcher
y la de
Ronald
Reagan.
Ya en al
inicio del
s. XXI
vuelve a
airarse
contra los
mismos
gobiernos.
Al primer
ministro
inglés
Tony Blair
lo
calificó
como
“criminal de
guerra y
asesino”
y a la
cúpula de
EEUU
como
“pandilla
de
delincuentes”
metida en
“una
pesadilla de
histeria,
ignorancia,
arrogancia,
estupidez y
belicismo”.
Sin embargo
esta lucha
política no
aparece
abiertamente
en sus obras
de teatro.
-
Su
evolución
teatral
–
explica
Carles
–
es
bastante
curiosa.
Al
principio
sus
protagonistas
son
proletarios
y
después
la clase
media
burguesa
y alta.
En su
vida
también
se
relacionó
con la
clase
alta y
parecía
tener
necesidad
del
lenguaje
de los
burgueses
que es
más
contenido,
pero más
virulento
que el
de los
proletarios.
Desnudaba
todo con
más
maldad.
Llegó a
una
última
fase más
explícita,
a la que
algunos
llaman
teatro
más
político.
A mí me
parecen
que
todas
sus
obras
tienen
ese
carácter
político
y
también
El
Portero.
Otra
cosa es
que él
necesitaba
ser más
directo
y no
porque
el
teatro
no
sirviera
sino que
él ya no
tenía
que
seguir
con el
lenguaje,
sino
acudir a
otro
foro no
teatral.
En su
obra
One for
the Road,
que se
tradujo
como
La
penúltima
copa,
y de la
cual
El
Portero
es su
embrión,
ya hay
una
escena
con un
monólogo
demoledor.
-
Todas
las
obras
tienen
un
monólogo
–
aclara
Carles.
En
El
portero
también
y es
clave.
Corre
a
cargo
de
Luis
Bermejo
(Aston)
HAROLD
PINTER
A LA
ESPAÑOLA
El
portero
es
una
obra
británica
y
aunque
se
mantiene
la
localización
inglesa,
hay
sus
traslaciones
a lo
español.
- Hacerla nosotros a la inglesa es absurdo – confiesa Carles. La mantenemos en 1960 pero el público no es británico y eso lo tenemos en cuenta. Cuando monté El Montacargas, también de Harold, mi propuesta española fue hacerlo a lo napolitano. Pinter acudió a ver el montaje y quedó entusiasmado.
EL PORTERO,
OBRA DE AMOR
Enric Benavent es Davies, el vagabundo. Interpretó al Nuncio en La Controversia de Valladolid. Para él:
- En la obra hay un elemento dionisiaco con la aparición del mendigo. Davies es el que provoca en la vida de los dos hermanos una catarsis, al hacer aparecer todos sus mundos interiores, dentro del hecho del poder y supervivencia que son iguales tanto en palacios como en los bajos fondos. La supervivencia material es en Davies pero en los dos hermanos hay una necesidad de tipo afectivo: el amor. Hay una traición para con mi personaje. Creo que por ahí esconde va el tema del amor.
|
FOTO: ROS RIBAS |
Es a través de las pequeñas acciones y la creación de los conflictos dónde surge esta dimensión del amor.
- Mick sabe que su hermano Aston no es un vago – aclara Carles -, sino que no tiene ningún porvenir. Estamos en una situación Terminal. Aston invita al vagabundo porque probablemente le conmueve. Davies espera algo mejor y al ver a Aston piensa que esto es mejor que nada. Mick posee gran generosidad, aunque pasa por ser el más violento. Lo que hace contra Davies es porque no soporta que llame loco a Aston y que está como una cabra, aunque lo piense. Aston ha intentado adaptarse a Davies, pero no puede. Lucha por ello. Al final Davies es el que paga todos los platos rotos.
En 1959 cuando Pinter escribe la obra, es la época de la guerra fría. La gente no tiene los papeles en regla, con el peligro de ser interrogados. La documentación es vital.
- Davies es uno de esos indocumentados y lucha por ser admitido.
UNA ESCENOGRAFÍA REALISTA
CON TOQUES EXPRESIONISTAS.
El inmueble donde habitan los hermanos es un lugar desvencijado. Las escenografías de las obras de Pinter suelen tener cierto toque realista. Carles dudó en su concepción de estilo.
FOTO: ROS RIBAS |
- Es la primera escenografía realista que hago. No lo tenía claro, pero he disfrutado enormemente por la magia del teatralismo cuando tiene vida y sudor. Necesitaba ese hiperrrealismo para evitar que el público interpretara aquello a su modo. Quería que asistiera a una vida que ve y así pudieran volar más. Tenía que representar el microcosmos de Aston, el lugar en que vive. Pinter ha tenido una intención bastante realista. Presenta lo cotidiano. Normalmente siempre he buscado la dimensión poética en mis escenografías y la luz. En este caso el aparente toque expresionista lo da la luz, no tanto la escenografía.
UN VESTUARIO CONNOTADO
POR EL TIEMPO
Alejandro Andujar es el diseñador del vestuario, nacido a partir de una idea clara que Carles tenía y que ha supuesto un proceso.
- Carles – afirma Alejandro – quería elementos cotidianos, que diesen visos de realidad y que fueran de segunda mano. Es decir con historia. Se fue encontrando durante los ensayos y con los mismos actores. Se ha intentado glosar la Inglaterra de los años 60. La dimensión de segunda mano era al pie de la letra. Los fuimos encontrando en almonedas o anticuarios. Sólo son nuevos los elementos del atrezzo.
El recurrir a la segunda mano es por un afán de verismo y por toda la historia desconocida que las prendas pueden tener. |
FOTO: ROS RIBAS |
- El usar las prendas de verdad es porque dan una compostura que no tiene el elemento reciclado. Las hechuras no son las exactas del actor y ello da visos de realismo. Esto era muy claro
- Pinter – añade Carles – precisa mucho el vestuario y es muy específico, a pesar de su sencilla apariencia. Lo mismo que en los efectos el agua de lluvia. La piel del espacio y del vestuario fueron su piel.
Con El portero y The Homecoming (Retorno al hogar), Pinter es reconocido como dramaturgo y esta alternativa viene reforzada por el premio Tony de la industria teatral norteamericana para El Portero.
El cine ha marcado también su trayectoria literaria, cuando en 1962 escribió el guión de The Servant (El sirviente) (Osos de Plata en el Festival de Berlín), dirigida por Joseph Losey. Después vino Accident y The Gobetween (Palma de oro del Festival de Cannes a la
mejor película de 1971). La película que más ha divulgado su nombre fue La mujer del teniente francés (Oscar al mejor guión adaptado en 1981). |
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La obra de Harold Pinter abarca 30 dramas, 24 guiones, 57 ensayos, una novela y gran cantidad de poesías y artículos. No pudo asistir a recoger el Premio Nobel por enfermedad. Dos días antes del anuncio del Nobel se había caído en el aeropuerto de Dublín y “me rompí la cabeza”. A los 72 años se relaciona con el cáncer, lo cual le llevaría a publicar su poesía Células cancerígenas.
HAROLD PINTER
FOTO: REUTERS (DOSSIER) |
- Algún tiempo después de mi caída en Dublín – relata Pinter, según el testimonio del periodista de El país Enric González (12 de marzo de 2006) – cuando trabajaba en el discurso de aceptación, me llamó mi médico para decirme que, según los últimos análisis, había contraído una rarísima enfermedad de la piel que, por lo visto, resulta congénita entre los indios amazónicos. Le pregunté si tendría que volver al hospital. Me respondió que debía hacerlo en cuestión de minutos. Entré directamente en cuidados intensivos y sin apenas respirar (…) (En ese momento) no tienes tiempo de pensar, sólo experimentas la muerte y te esfuerzas en conseguir aire para mantenerte en vida.
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El 11 de marzo de 2006 recogía en el Teatro Carignano de Turín el Premio Europa al Teatro – 10ª edición - , dotado con 60.000 €. El actor Jeremy Irons leyó algunos fragmentos de sus obras. Pinter relató sus últimas enfermedades – desde el 2004 es un adicto forzoso a los hospitales - y volvió a denunciar una sociedad que ostenta “una cultura de supresión de la verdad” y que esto va en aumento. Tuvo duras palabras contra los dirigentes de EEUU y Reino Unido que han favorecido la guerra de Irak.
Por sus últimas declaraciones se puede barruntar que el telón no se levantará ante una obra nueva de teatro.
- Ya he escrito 30 obras teatrales. ¿De verdad hacen falta más?
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