EL BALLET DE LA COMUNIDAD DE MADRID
EIS-BLUME Y A MI MADRE
DOS ESTÉTICAS Y ESTILOS
QUE PERMITEN LA SATISFACCIÓN DE PÚBLICOS DIVERSOS.
Título: Eis–Blume.
Coreografía: Pedro Berdäyes.
Música: Borja Ramos.
Iluminación: Miguel Ángel Camacho (A.A.I.)
Vestuario: Pe & Pe y Co.
Vestidos de novia: Rosa Clará.
Intérpretes: Ana Noya, Natalia Arregui, Zara
Calero,
Sophie Cassegrain, Eri Nakamura, Cristina Pizzardini,
Marta Rodríguez-Coca, Rebeca Tabeada, Natalia Tapia,
Mónica Tardaguila, Yevgen Uzlenkov, Luca Veter,
Dorian Acosta, Raul Montes, Héctor Navarro, Mathew Tusa.
Duración: 30 minutos. |
REBECA TABOADA |
Título: A mi madre.
Coreografía: Micha Van Hoecke.
Iluminación: Tatiana Reverto y Antonio
Regalado.
Vestuario: Ana Güel.
Intérpretes: Piotr Czubowicz (personaje-guía),
toda la compañía:
Bailarinas: Natalia Arregui, Zara Calero,
Sophie Cassegran,
Lenaig Guegan, Ana Noya, Eri Nakamura, Christina
Pizzardini,
Marta Rodríguez-Coca, Rebeca Taboada, Mónica Tardáguila
y nataliza Tapia del Brio.
Bailarines: Dorian A. Acosta, Williams Castro,
Dario Mealli,
Raúl Montes, Reinol Morales, Héctor Navarro, Nicholas
Reeves, Mathew Tussa, Yevgen Uzlenkov y Luca Vetere.
Duración: 45 minutos.
Producción: Ballet de la Comunidad de Madrid.
Asistente de dirección: Ruth Maroto.
Asistente artístico: Jean Christophe Lesasge.
Director artístico: Eduardo Lao.
Director general: Víctor Ullate.
Estreno en Madrid: Teatro Albéniz, 11 – V -
2005. |
PIOTR CZUBOWICZ
|
Hacía algún tiempo que - no sé, exactamente, por qué razones -
el Ballet de la Comunidad de Madrid, me daba la sensación
de que comenzaba a palidecer. El brío, entusiasmo y perfección
formal habían como desaparecido o quedaban ocultos bajo un
extraño tamiz como si lo viéramos a través de una de esas gasas
de telones teatrales. Es cierto que de aquellos primero
escolares y después profesionales quedaban pocos. Ofertas
apetitosas del extranjero, por un lado ratificaban su buena
escuela, pero desmantelaban el conjunto. También es verdad que
le tiempo transcurría y todo evoluciona. Igualmente las dos
grandes experiencias de Ballet Clásico – Giselle y D.
Quijote – que podían, en cierto sentido, darle un sello
peculiar, fueron unas experiencias dignas, pero terminó por ser
un principio y un fin. Ahora se presenta con dos nuevos títulos
compuestos ex - profesamente para este conjunto.
Micha Van Hoecke, es familiar a la compañía – recuérdese
aquel Saeta – y un gran amigo de Ullate en sus
años de Béjart. Pedro Berdäyes, de feliz
trayectoria en 10&10 Danza - la compañía que codirige con
Mónica Runde - es nuevo en el ruedo de Ullate.
Estos dos creadores proporcionan dos coreografías de estilos
diversos. La de Pedro otea un panorama más vanguardista y
la de Micha otro más tradicional con muchos ecos
familiares. Dos estéticas y estilos que permiten la satisfacción
de públicos distintos. Y ello incluye el sonido que también
acude a formas diversas: Pedro se inclina por la cuerda y
la electrónica de una composición de Borja Ramos,
mientras que Micha acude a la música tradicional rusa –
“son las músicas gitanas rusas a las
que mi madre ponía voz y mi padre la música en su guitarra”,
comenta el propio Micha, recordando los años en que sus
padres actuaban en un cabaret madrileño. La música de Micha
posee aires familiares, mientras que la de Pedro nos
lleva más al terreno de lo desconocido. Es un programa, pues,
confeccionado inteligentemente puesto que tiene cabida un amplio
público. También es inteligente el orden establecido: primero
Pedro y después Micha. Pueda que suene a
“facilonería”, pero indudablemente, la coreografía de Micha
posee una brillantez escénica y musical que deja un buen sabor
de boca y un optimismo en la mayoría del público.
Esta acotación última parece como si fuera un agravio
comparativo con Eis-Blume. No lo es en cuanto que se
trata de dos estilos totalmente diversos.
EIS - BLUME
Eis(Hielo)–Blume(flor),
son dos palabras alemanas que Pedro une. Blancos vestidos
de novia y 13 sillas cobran bastante protagonismo y, en
principio, parece como si un ballet narrativo fuese a comenzar.
Nada más alejado de la trayectoria balletística de Pedro
y de la realidad de Eis-Blume. Sigue las líneas del
ballet abstracto que el programa de mano nos intenta explicar. A
pesar de ello, quien busque una intelección explícita pretende
demasiado.
Unos vestidos de novia, de corte tradicional - blancos e
inmaculados – ,se desprenden de ellas y suben a las alturas. El
encorsetamiento de tales trajes – símbolo de cierta frialdad y
distanciamiento (el hielo) – libera y desnuda los
cuerpos. A partir de ahí surge el interior de sentimientos –
Pedro lo simboliza en el concepto de la flor – en una
rápida y apasionada danza en la que se manifiestan los
verdaderos sentimientos de unos y otros. Al final vuelven los
vestidos. Vuelve el corsé.
Pedro ha trabajado sobre un “continuum” de música
procedente de un cuarteto de cuerdas y de la electrónica. La
música es rápida, fluye como un río en bajada, sin dejar respiro
y ello obliga a movimientos sin pausa en un estilo que aprovecha
muchos rasgos del clásico, pero como etéreo trazo para pasar a
otros de corte más contemporáneo. Comparándola con otras
coreografías de Pedro, parece como si comenzase un nuevo
camino. No es de fácil ejecución, ya que obliga a los bailarines
a componer y descomponer el movimiento con rapidez. De esta
empresa salen suficientemente bien parados y muestran una gran
elasticidad, que en esta ocasión, viene obligada. La coreografía
posee buenos momentos, pero resulta distante y fría y yo diría
que no domina “il tempo” del conjunto, ya que existen ciertas
caídas de interés.
Resulta interesante la concepción plástica de esa frialdad (Eis)
que oculta la explosión sentimental y ardorosa (Blume) en
una danza que pasa sabiamente de los primeros hieráticos
movimientos a otros más fugaces, que dibujan sobre la escena
líneas más dinámicas y composiciones a dúo de gran expresividad
y belleza.
A MI MADRE
La coreografía de Micha Van Hoecke posee una serie de
ingredientes que ya de antemano tiene como se ha dado en llamar
en la oratoria la “captatio benevolentiae”, o sea: meterse al
público en el bolsillo. La tal “captatio” parte de la propia
música eslava que posee acordes de gran brillantez y, para el
público español, familiares. También le ayuda ese aire español –
una especie de guiño - que se trasluce no solo en la guitarra
que lleva el personaje - guía, personificación de Micha (Piotr
Czubowicz), sino también en ciertos movimientos de sutil
aflamencamiento del conjunto.
PIOTR CZUBOWICZ
FOTO: JESÚS VALLINAS |
Sin que se trate de un ballet abiertamente argumental, sí existe
un hilo conductor. Irrumpe en la escena en un brioso y
espectacular salto un personaje armado con su guitarra que irá
dando entrada a una serie de personajes, fantasmas del pasado
del propio Micha. A partir de ahí se van rememorando, a través
del baile, situaciones y emociones en una línea de un
desordenado orden, que plasma bien ese “maremagnum” patrimonio
del recuerdo cuando se trae al presente. Por otro lado, los
diversos encuentros coreográficos pueden también concebirse como
danzas de corte eslavo “sui generis”, que son tan ricas en
expresión y emotividad. Micha, inteligentemente, no se ha
dedicado a reproducir un “folk” literal, sino que lo ha pasado
por el tamiz del clásico en muchos de los saltos y composiciones
corales, técnica que los bailarines de Ullate dominan
preferentemente. Piotr Czubowicz, bailarín polaco incorporado en
esta temporada, es el personaje-guía y sus solos, con una buena
dosis del salto, muestran su gran elasticidad y su perfecta
composición corporal.
El conjunto parece encontrarse cómodo en la brillantez de las
danzas corales y en las individualidades.
Visualmente se consigue una agradable combinación colorista, en
el que domina el amarillo sobre el fondo negro de la cámara
oscura.
Si un cierto desconcierto, para la mayoría del público, supone
la primera parte, esta coreografía de Micha cierra
satisfactoriamente y entusiasma amablemente. La iluminación,
música y precisión del conjunto balletístico bajan un telón que
será recordado. |