BALLET NACIONAL DE ESPAÑA 2005
AIRES DE VILLA Y CORTE
HACIA LOS ORÍGENES DEL BAILE ESPAÑOL
LA LEYENDA
HOMENAJE A CARMEN AMAYA
Y BRIO DEL FLAMENCO.
Título: Aires de Villa y Corte
Coreografía: José Antonio
Música: José Nieto.
Iluminación: Nicolás Fischtel (AAI)
Vestuario: Ivonne Blake
Realización de vestuario: González, Pipa y
Milagros.
Tocados: Hortensia
Calzado: Arte Fyl, Maty.
Orquesta de la Comunidad de Madrid.
Director: José de Eusebio.
Orquesta “Roberto Grandio (bandurrias).
Director: Pedro Chamorro. |
FOTOS: HUGO PECCI
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Título: La Leyenda
Idea original y coreografía: José Antonio
Iluminación: Juan Gómez Cornejo (AAI), paloma
Contreras.
Vestuario: Pedro Moreno.
Escenografía: José Antonio
Realización de Vestuario: “El Salao” y
González.
Realización de escenografía: Mambo Decorados.
Calzado: Arte y FyL.
Música e interpretación: José Antonio
Rodríguez
Rondeña y Alegrías: Juan Requena
Adaptación e interpretación de “Embrujo del Fandango”:
Rafael Marinelli
Guitarristas: Enrique Bermúdez, Jonathan
Bermúdez,
David Cerreduela “Caracolillo”,
Salvador Gutiérrez, Javier López.
Bajo/Chelo: Angel Morilla.
Teclados: Miguel Ángel López.
Voz: Rafael de Utrera.
Saxo: Jon Robles.
Coros: Ana Mari González.
Cante: Vicente Gelo (cantaor invitdo),
Jesús Soto “El Almendro”.
Percusión: Paquito González, Juan Ruiz.
Intérpretes: Úrdula López (Ella mujer),
Elena Algado (Ella inmortal). |
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Aires de Villa y Corte y La leyenda es el primer
programa que el Ballet Nacional de España ha presentado en el
Teatro de la Zarzuela. El segundo programa echa mano de El
loco, un ballet argumental sobre el bailarín Felix,
que se estrenó el 6 de septiembre de 2004 en el Teatro Real y
que ya en su momento hemos dado cuenta de él.
AIRES DE VILLA Y CORTE
Estos
Aires no son nuevos. Se habían estrenado en 1994 en el
Teatro Lope de Vega de Sevilla por la compañía privada Los
Ballets Españoles del propio José Antonio. Después
recaló por Madrid en el Teatro Alcázar. Al ser nombrado José
Antonio director – por segunda vez – del Ballet Nacional de
España, ha deseado hacer su presentación con esta coreografía,
enclavada totalmente en la Escuela Bolera.
Curiosamente se recurre poco a este estilo netamente español,
del cual ha surgido – al emigrar a Francia y después a Rusia -
el ballet clásico. Y más contradictorio es que siendo España el
ancestro del estilo clásico, nunca haya intentado, con
continuidad, deambular por el mencionado clásico. Pero bueno,
FOTO: HUGO PECCI |
esto es una polémica sobre la que se ha escrito mucho y, por
otro lado, la Escuela Bolera tiene entidad por sí misma, sin
tener que apoyarse en su nieto “el clásico”. Lo que tampoco es
del todo cierto el que no se haya recurrido al estilo bolero, ya
que desde que el concepto del baile español (no el flamenco)
cobró entidad propia (Magriñá, José Antonio Ruiz, Mariemma,
Pilar López, Gades …), la estilización del flamenco puro o el de
las propias danzas regionales se ha entreverado con poses, pasos
y movimientos procedentes de la mencionada escuela.
Viendo ahora los Aires de Villa y Corte, se comprueba que no han
perdido la frescura de su estreno y se goza de su
interpretación, en la que destaca Sergio García, ya que parece
como si fuese connatural en él. Aunque, en realidad, son danzas
sin una conexión intrínseca más que el propio
estilo, se consigue formar un todo con cierto poder evocador
de una época y de unas historias - bien hilvanadas y sin tiempos
muertos de espera - que son levemente apuntadas.
Ayuda en buena media la música de José Nieto – músico que abunda
en las composiciones para cine y ballets – que crea una
partitura en cinco movimientos, la cual transmite los sones y
melodías de una época. Movimientos y música componen una estampa
que más que reproducir empolvadamente un trozo de la historia
pintada goyescamente, la transmiten con una gran vitalidad,
finura y con un gran poder evocador.
LA LEYENDA
La leyenda tiene un nombre:
Carmen Amaya, y de ella habla esta
coreografía de nueva creación. No es fácil clonar a Carmen. Ha
sido una mujer irrepetible en el baile, porque el suyo no ha
surgido de un aprendizaje escolar, sino de su propia inspiración
y de su gen natural.
Algo, por otro lado, muy propio del auténtico flamenco, que,
como el jazz, de unas premisas elementales pero bien diseñadas,
es capaz de múltiples variaciones que proceden de la
improvisación creativa del artista y del momento. Carmen, amén
de su mítico zapateado, poseía esa cualidad: la de crear
continuamente. Por ello no es fácil reconstruir su baile.
En este caso no se ha intentado una biografía, ni tampoco la
temeridad de mostrarnos cómo bailaba. Se ha ido a evocar, en
figura y baile, a una doble Carmen: la artista, arrebatada por
la fuerza y espíritu creador y la mujer de todos los días, que
quienes la conocieron era una mujer frágil y físicamente
pequeñita, aspecto que desaparecía sobre el escenario. De este
doble personaje se han encargado Úrsula López (la mujer de la
tierra) y Elena Algado
(la mujer del espíritu)
De Carmen se conocía su toques personales en el baile, el modo
de embestir, el lanzamiento de su bata de cola hacia las
alturas, el expresivo repiqueteo del tacón. Estos elementos se
han utilizado como seña de identidad, con discreción pero con
convencimiento. Hay momentos de gran fuerza en las dos
bailaoras/bailarinas y sin no tenemos en cuenta la fuerza de la
Carmen original, éstas no le van a la zaga..
Sin ser obra argumental, existe un guión que de alguna manera
une con cierta lógica el mundo del baile de la Amaya. Los
puntales son los solos de ella, repartidos
entre Úrsula y Elena, los cuales acuden a diversos ritmos (palos
orquestados
discretamente con otros estilos, como sucede en la
pseudojazzística coreografía de Carmen) flamencos, para expresar
a la vez su modo de bailar (la personalidad de la Amaya, puesto
queso verdadera vida era el baile) y su talante anímico.
Alternadamente se insertan las coreografías de conjunto, cuya
finalidad es doble: la de ambientar el entorno flamenco
coreográfico que completaba el baile de la Amaya y describir la
situación emocional de la protagonista. Llama la atención
favorablemente en las coreografías de conjunto la precisa
composición del grupo y sobre todo la traslación como conjunto a
lo largo de la escena. La
coreografía del grupo va más allá del
mero baile, ya que se compromete con lo que puede denominarse la
entraña de la dramatización, en cuanto que está trazado en la
línea del coro griego, el cual conformaba un personaje más
encargado de traducir y transmitir las emociones de los
protagonistas y servir de agorero.
El último baile lo encomienda a la ceremoniosa procesión de la
bata de cola, en este caso prolongada en metros. Quiere tener –
en palabras del propio director - un valor simbólico: la estela
de inmortalidad que la Amaya ha dejado en el baile. El tema de
la bata de cola prolongada y del uso, más allá de lo puramente
coreográfico no es nuevo. (Joaquín Cortés le cosió metros de
infinito hasta cubrir el pasillo del patio de butacas y nunca
supimos el por qué de ese gigantismo, María Carrasco en su
Carmen la usa como burladero de la plaza de toros y como
sudario - mortaja). Aquí funciona y crea un final efectista.
El programa de Aires y Leyenda, terminan por resultar un
recorrido sobre lo que ha conformado posteriormente el baile
español: la escuela bolera y el austero
flamenco. |