GRANÁ, FLAMENCO PAL POETA
BRILLANTE MONTAJE NECESITADO DE TIJERAS
Título: Graná, flamenco pal poeta.
Título: Yerma (Primer Acto)
Coreografía: Rafael Aguilar.
Vestuario: Estela Alcaraz
Puesta en escena: Francisco Guerrero.
Dirección: Carmen Salinas.
Escenografía: Miguel Berrocal.
Música: flamenco popular, Flavio Pérez y Ramón
Ferrant.
Arreglos musicales: José Bornay.
Intérpretes: Trinidad Artíguez / Helena Martín
(Yerma), Francisco Guerrero (Juan), Pepe Flores / David
Villanueva (Víctor), Silvia Piñar (María), Rosa Jiménez
y Virginia Murcia (Cuñadas de Yerma), Marisa Martos
(Vieja pagana), Manuela Fernández (Dolores), Lydia
Cabello, Nuria Andrés, Sabrina Fernández, Carmen Robles
y Fernanda Borria (Lavanderas), Olivia Juberías (Luna),
Helena Martín / Trinidad Artíguez (Hembra), Juan Carlos
Calleja (Macho), Carmen Robles, Sabrina Fernández,
Olivia Juberías, Virginia Murcia, Nuria Andrés, Fernanda
Borria, José María Galuán, Jesús Lozano, Isaac Tovar,
Miguel Angel, Villalba, José Carlos Villalba y Javier
Romero (Romerías).
Título: Zambra (Segundo Acto).
Dirección: Carmen Salinas.
Coreografía: Francisco Guerrero.
Escenografía: Francisco Guerrero y Gerardo
Trotti.
Diseño de iluminación: Roland Beckerle.
Vestuario: Carmen Salinas y Francisco
Guerrero.
Música: Flamenco popular, Miguel Linares y
José Bornay.
Intérpretes: Helena Martín (Margarita Xirgú),
Francisco Guerrero (Federico García Lorca), Juan Carlos
Calleja (Rosales), Rosa Jiménez (Manuela), Lydia Cabello
(La niña Dolores), Silvia Piñar (La Argentinita), Adrián
Mejías (El Cuñao), David Villanueva (El Cuñao), Sabrina
Fernández (La Muchacha), Olivia Juberías (Candores),
Virginia Murcia (La Muchacha), Nuria Andrés (La Presi),
Fernanda Borria (La Nati), José Manuel Galuán (Dióscolo
Galindo: El cojo), Isaac Tovar (Paco Galado:
Banderillero), Miguel Angel Villalba (Ramón Luis
Alonso), José Carlos Villalba (El Coplero), Pepe Flores
(El Muchacho), Javier Romero (Joaquín Argoyas:
Banderillero), Manuela Fernández (La Cuñá), Marisa
Martos (La Colorida), Emilio Florido (El Caracol).
LA COMPAÑÍA
Fandangos (Letra) Francisco Guerrero -
Taranto (baile) Lydia Cabello (música) Emilio
Florido y Miguel Linares - Tango (música)
José Bornay (interpretan) Silvia Piñar, Olivia Juberías,
Fernanda Borria, Nuria Andrés y Carmen Robles -
Tanguillo (letra y baile) Marisa Martos -
Soleá (baile) Rosa Jiménez (música) Miguel
Linares - Seguiriya (interpretan) Javier
Romero, Miguel Villalba, Isaac Tovar, Adrián Mejías,
David Villanueva y José Manuel Galuán – Adagio
(música) Miguel Linares (interpretan) Francisco Guerrero
y Helena Martín – Bulería (interpretan) La
Compañía - Prendimiento (música) José
Bornay y Raúl Márquez (interpretan) Francisco Guerrero y
Juan Carlos Calleja - Guajira (música)
Javier Romanos y Emilio Florido (coreografía) Lydia
Cabello (interpretan) Lydia Cabello, Sabrina Fernandez,
Carmen Robles y La Compañía. |

GRANÁ

YERMA

ZAMBRA

ZAMBRA |
MÚSICOS DEL CAFÉ ALAMEDA
Guitarras. Miguel Linares y Javier Romanos –
Flauta: Moisés Pascua – Percusión: Juanjo
Fernández - Violín: Raúl Márquez.

ZAMBRA |
Compañía: Ballet Teatro Español de Rafael Aguilar.
Dirección y administración: Carmen Salinas.
Coordinador de Producción: Stephan Alcaraz.
Coordinador artístico: Francisco Guerrero.
Estreno en Madrid: Teatro Madrid, 8 – III - 2005
Años de ausencia en España del Ballet Teatro Español de
Rafael Aguilar. Tras su fallecimiento – 3 de marzo de 1995
-, un pequeño compás de espera tras la muerte de Manuela,
su mujer, y Carmen Salinas (bailarina de su compañía y
amiga de toda al vida) retoma la dirección en 1999. Pero durante
este tiempo, poco hemos sabido de sus andanzas. Estaban vivos,
pero con mucha gira por el extranjero.

YERMA |
A los 10 años de la muerte de Rafael, reaparece la Compañía en
el Teatro Madrid. Primero para celebrar un Homenaje a Rafael.
Allí se pudo ver de nuevo Rango (La casa de Bernarda Alba), un
paso a dos de Carmen, dos fragmentos de Bolero (M. Ravel) y
videos sobre fragmentos de sus obras y una entrevista.
La memoria de Rafael no se terminó en esa celebración de un día.
En los días sucesivos continuó con la última producción del
Ballet: Graná, flamenco pal poeta.
Esta coreografía podría calificarse como “un puente balletístico
y humano” entre Rafael y Francisco Guerrero, el coreógrafo que
ha tomado el testigo en esta nueva etapa. Graná, pretende ser un
espectáculo unitario con dos actos: Yerma para el primero y
Zambra para el segundo.
Yerma 2005 es, fundamentalmente, la Yerma de 1988, salvo ciertos
retoques de vestuario (me parece recordar) e imagino algunas
reactualizaciones con respecto al baile. La base fundamental es
la misma tanto a nivel escenográfico – aquel torso gigantesco de
Berrocal, símbolo de la virilidad masculina – como a nivel de
narrativa balletística.
Zambra es lo novedoso y con coreografía propia de Francisco
Guerrero, a partir de unos breves apuntes de Rafael. También
subyace, parece ser, la idea de construir algo sobre la vida de
Lorca y su destino trágico. Para Aguilar, Yerma es el propio
Lorca, viviendo su tragedia día a día.
Puestas las cosas así, la pretensión de unir ambas coreografías
nace al considerar que el estreno de Yerma (29 de diciembre de
1934, Teatro español de Madrid) se produce dos años antes de la
muerte del propio Lorca (19 de agosto de 1936). Rondan ya
temores de muerte: contestación de la obra por parte de las
derechas, dudosa reputación de la Xirgu, en ciertos ámbitos, por
sus ideas y la figura de Lorca, como personaje molesto por su
vida amorosa y sus ideas libertarias.

YERMA (LA LUNA) |
La posible creación de un ballet unitario se facilita, también,
por el espacio: el teatro (sede natural de Lorca), la zambra
(lugar de copichuelas, muy querido por Lorca, donde se vive el
baile y el cante flamenco). La trama, pues, está servida: Tras
el estreno de Yerma por la Xirgu, Lorca, Rosales, amigos y la
propia Xirgu van a celebrar el éxito a una zambra, donde la niña
Dolores, la Argentinita, el Cuñao, la Pollera, bailaores y
cantaores alegran la fiesta.
La salida del teatro ya es preocupante: unos “engomaos” y bien
“trajeaos”, echan por tierra el cartel anunciador de
Yerma.
Después el vino, las palmas, los cuadros constumbristas de la
zambra y una nueva amenaza. Por fin el último suspiro de Lorca y
como colofón su inmortalidad, a través del baile y el cante.
Entendido así – y esa es, creo, la idea que ha pretendido este
montaje – nada hay que objetar. Es una brillante idea. No
obstante, cuando se contempla el espectáculo tal unión
intrínseca no se capta. En realidad asistimos a dos narraciones
diversas con una unión extrínseca débil, de modo que podrían
presentarse de forma aislada. No basta el cartel de Yerma y el
pensar que la identificación de Lorca con la propia
Yerma
(teoría de Rafael Aguilar), sean suficientes para pensar que el
espectador pueda concebir esa unión. Menos, que lo quieran
indicar con el título unitario: Graná, flamenco pal poeta.
Posiblemente esta reflexión mía sobre la unidad intrínseca
sobren, ya que en el propio programa de mano aparece un
subtítulo: Yerma & Zambra. Tal vez al construir el espectáculo
sólo se haya pretendido ofrecer dos coreografías cuyo
acercamiento es Lorca, el flamenco y la similar tragedia de
Yerma y Lorca.
Tema distinto es la valoración – en general muy positiva, aparte
de ciertos lunares – de cada una de las coreografías.
Yerma

YERMA |
La reconstrucción de esta coreografía desvela la modernidad de
su concepción, tanto en su contenido (la esterilidad de Yerma,
es fruto de la insatisfacción por parte de su marido ), como en
su expresión balletística. Posee números de gran fuerza y sigue
siendo muy expresivo y convincente el sesgo que se da a la
secuencia del macho y la hembra, al concebirlo bajo un aspecto
onírico.
La danza, aquí, sabe encontrar su verdadera expresión como
vehículo de la idea. Es danza de gran impacto y sensualidad, en
la que se integran bien lo flamenco y cierto toque de
contemporaneidad. Lo más notable es haber encontrado para cada
situación el ritmo y el movimiento adecuado.
No obstante junto a las virtudes, se han conservado algunas
secuencias que ya en su momento las sentí como desencajadas o,
al menos, sin la inspiración del resto. Una de ellas es la
procesión de la romería, dato que como tal no está en Lorca (son
mujeres que con cirios van a la ermita) y que, imagino, se
introduce aquí para ambientar el nuevo espacio. El que esté o no
esté en el original es lo de menos. Lo que sucede es que a nivel
de ritmo, crea un freno y poco añade a la concepción
coreográfica de la pieza.

YERMA (LA HEMBRA Y EL MACHO) |
Otra de las secuencias débiles tal como se ha dado es la de las
lavanderas. En estos últimos tiempos la danza busca lo
interdisciplinar, al introducir el texto hablado o recitado o
bien otros tratamientos espúreos a la propia danza. En
principio, nada hay que objetar. Lo que sucede es que, en este
caso, si ya es difícil para actores de texto recitar a Lorca y
más en ese pasaje, aquí el recitado queda, en gran parte
ininteligible y el inevitable soniquete molesta.
Esta Yerma, en su recuperación necesitaría unos cuantos
tijeretazos e ir más a la esencia de la visión que Aguilar tuvo
en su momento. Entonces poseía los defectos mencionados. Siguen
ahí.
Zambra
Con una bella escenografía corpórea de Francisco Guerrero y
Gerardo Trotti, en la línea de la estampa romántica de finales
del siglo XIX, se trata de una acertada y renovada visión de lo
que es la trillada Fiesta Flamenca, en la que se van combinando
los diversos palos, bien interpretados. La línea argumental –
Lorca con la Xirgu en la zambra - es suficiente para crear, con
discreción y gusto, el hilván de los palos y el costumbrismo de
los diversos tipos, tratados con humor. Se han sabido ajustar
los ritmos a las diversas situaciones dramáticas. Un gran
acierto el utilizar el baile de los bastones, para el momento
agresivo. Funcionan muy bien las coreografías de conjunto.

ZAMBRA |
Y aquí vuelven a aparecer ciertos elementos incomprensibles. Uno
de ellos es la muerte de Lorca. El personaje ha evolucionado
desde un tratamiento realista – llega con la Xirgu y amigos y se
mantiene sin bailar, puesto que lo que allí se está dando son
los bailes de todos los días – hacia otro más convencional:
Lorca comienza a bailar y la historia se traduce en clave
balletística. Esta transición está bien dada. Francisco Guerrero
en sus solos muestra brío y su buen hacer.
Hay una traslación a otro espacio, la luna de Lorca. Un bello
espacio escenográfico cuya mutación no pierde ritmo. Precede el
baile angustioso del propio Lorca, que recuerda la angustia de
Yerma en la coreografía anterior (buen acierto) o la de la luna,
también en Yerma. Lenguaje de danza y de música y de pronto nos
sorprende un disparo de tipo realista, que obliga al espectador
a soltar una pequeña carcajada. Y lo que es peor. Lorca cae
sobre el suelo también con un tratamiento realista. Sobra el
disparo y sobra la caída, máxime cuando el oscuro cierra la
secuencia.

ZAMBRA |
Y a partir de aquí más incongruencias. Pensamos que Zambra,
termina con esa muerte y ese oscuro. Pero no. Se añade una
torpeza dramatúrgica, cayendo en el ya conocido anticlímax de la
narración. Una voz en off, en un artificioso y ampuloso
panegírico, exalta la grandeza del poeta y su continuidad a
través del folklore. Y por si fuera poco – después de oír entre
bastidores voces apagadas y ruidos – la sugerente luna ha
desparecido y estamos de nuevo en la romántica zambra (los
mencionados ruidos provenían de la tramoya). Se baila de nuevo.
Coreografías de buena factura, pero innecesarias para la
narración que ya no interesa.
Antes he dicho que la obra termina con la muerte y se me diría
que no es así. Desde luego, la obra termina con Lorca y su
resurrección a través del arte flamenco. Esa es la historia que
se nos ha querido contar, pero entonces la tal “resurrección”
debería ser más sobria. No hay por qué volver a la zambra. Allí
está la sugerente y bella luna lorquiana y la apoteosis de los
bailes finales – símbolo de la inmortalidad del poeta - sólo
necesitan de un apunte o una pincelada. Todo lo demás sobra.
También el panegírico.
Hay que destacar la sensibilidad e imaginación para con un
vestuario lleno de buen gusto y expresividad. También la
acertada iluminación de Roland Beckerle.
Graná, flamenco pal poeta puede ser un buen espectáculo que
necesita unas tijeras y una línea más unitaria. Posee una
brillante idea en ciernes y una compañía de buenos profesionales
en el baile, así como una cuidada estética.  |