EL SUR
LA MADUREZ DE UN NUEVO ESTILO
FOTO: JESÚS VALLINAS
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Título: El Sur
Coreografía: Víctor Ullate
Música: Enrique Morente
Voz: Estrella Morente
Escenografía y Vestuario: Pedro Moreno
Realización vestuario: Luis Fernando Dos Santos.
Iluminación: Nicolás Fisher (A.A.I)
Técnicas de Expresión corporal: Maestro Pedro
Valencia.
Pianista: Alexander Khvedkevitch
Asistente de dirección: Ruth Maroto
Asistente artístico: Jean Christophe Sage
Fotografía: Jesús Vallinas
Producción: Comunidad de Madrid, Ayuntamiento de
Zaragoza, Gobierno de Aragón, Cadena Ser, Barceló (Hotels &
Resorts)
Intérpretes: Compañía Ballet de Víctor Ullate
(Comunidad de Madrid): Ana Noya/Zara Calero (Estrella), Luca
Vetere/Reinol Morales (Antonio), Yevgen Uzlenkow/ Piotr
Czubowivz (Bernardo), Mónica Tardaguila (Vieja Dolores), / Eri
Kamura (Macarena),Mónica Taráguila / Rebeca Taboada /
Natalia Arregui (Las dos hermanas),
Pueblo:
Bailarinas: Natalia Arregui, Zara Calero, Sopfie
Cassegrain, Eri Nakamura, Christina Pizzardini, Marta Rodríguez
Coca, Rebeca Taboada, Mónica Tardaguila, Natalia Tapia del Brío,
Bailarines: Dorian A. Acosta, Piotr Czubowicz, Leonard
Ángel, Xavier Irurzun, Raúl Montes, Reinol Morales, Arij van
Giesen, Rubén Ventoso.
Director artístico: Eduardo Lao
Dirección escénica: Mario Gas
Duración: 1 hora 30 minutos.
Estreno en Madrid: Teatro Gran Vía, 18 - I - 2006
Paredes blancas encajonando el espacio. Al fondo una cuerda y
ropa tendida. La primera impresión, al levantarse el telón, nos
sugiere una estética lorquiana. Dos mujeres trastean con la ropa
y aquí ya hay un distanciamiento de Lorca: no visten de
negro y rezuman alegría, más que tristeza. Posiblemente esta
lectura viene condicionada por el título: El Sur. A lo
largo del desarrollo dramático hay pinceladas del poeta
granadino. A veces citas claras como la coreografía de las
lavanderas (Yerma); el enamoramiento de la protagonista
Estrella, cuando ya está comprometida (Bodas de
Sangre (el primo), Yerma (Víctor)); la vieja
Dolores (Yerma); las dos hermanas
(Yerma), y el maltratador que ya se apunta en el Juan
de Yerma. Pero hay una diferencia, estos personajes son
trazados vamos un prisma de la alegría de vivir, más que el
destino negro y fatal con que los pinta Lorca.
FOTO: JESÚS VALLINAS |
También lorquiano es el tema del “hombre”, el macho,
sólo que en El Sur sí hay un distanciamiento,
desde el principio. En Lorca el “macho” es un
deseo uterino, el fuego que quema a la hembra, el cual
no puede apagar por una sociedad que no se lo permite.
Aquí el hombre es también deseo de la mujer, pero la
frustación la provoca él o los dos, en ese misterio de
dos seres que se unen por el amor, en un principio, y la
vida termina por deteriorarlo. Durante el proceso del
deterioro, vuelven a surgir el ansia del amor en otras
personas y, como en muchos de los argumentos amorosos –
El lago de los cisnes, Romeo y Julieta… -, la
única posibilidad de que el amor triunfe es la muerte. |
Por lo tanto el tema cobra actualidad, a pesar del
distanciamiento de vestuario y costumbres. Se trata de la
misteriosa relación de la pareja que partiendo del amor mutuo se
llega al infierno y cuando uno de ellos, por lo general la
mujer, intenta rehacer su vida y salir de ese infierno, la otra
parte – el hombre – no lo puede tolerar. Y siguiendo en el mismo
misterio de amor-posesión, tampoco para ese hombre tiene sentido
la vida.
Víctor Ullate sobre música flamenca – los Morente,
Enrique y Estrella, están detrás – interpretada
con el minimalismo de la guitarra y de las dos voces - una vez
una y otra vez otra - crea una coreografía de gran atractivo y
que, prácticamente, es la culminación de un nuevo lenguaje,
iniciado con anterioridad en otras coreografías suyas cuando ha
metido a sus bailarines – de formación clásica y neoclásica y
discreta danza contemporánea - por los vericuetos del flamenco.
FOTO: JESÚS VALLINAS |
Es interesante el trabajo en lo que podría ser una nueva línea
del flamenco. Este estilo ha ido evolucionando en los bailaores
jóvenes, al incorporar la danza contemporánea en muchos momentos
y crear un nueva estética a nivel de luces y vestuario. En otras
ocasiones – sobre todo en los ballets largos de argumento – al
llegar a los momentos líricos se recurría a una buena dosis de
clásico. Pero lo que sucedía es que esos estilos se encontraban
yuxtapuestos y muy raramente había una fusión entre ellos.
En el caso de El Sur no es así. La gran virtud de Víctor, al
crear los pasos, es saber fusionar y tejer unitariamente las
líneas fundamentales de cada estilo.
Indudablemente no hay flamenco puro y menos “jondo”, pero sí se
adivinan líneas en los brazos y en las piernas o movimiento del
cuerpo y enhebrado de brazos que responden al recuerdo fugaz del
más puro flamenco. Ello le proporciona una cierta identidad
local, traspasado de elegancia y trascendiendo la simple
realidad.
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Los faralaes están ausentes y por lo tanto la volantería
tradicional o la disparada bata de cola hacia las alturas no
existen. No obstante, el juego del volante en círculo o la bata
enroscándose en el aire se consigue a través de las caracolas
del vestuario en una graciosa y sugerente volantería con el
movimiento del cuerpo y el alzado de la pierna. A lo largo de
todo el desarrollo coreográfico este tema es recurrente y de
gran vistosidad y sugerencia. Este juego del vestuario, termina
por ser protagonista, al abundar las coreografías femeninas, con
lo cual este Sur es un ballet
homenaje a la mujer y la bailarina. |
Otro de los aciertos es la ausencia de la “pantomima”. Todos
bailan y hasta la más pequeña acción se encomienda al baile.
Desde este punto de vista destacan sobre manera las coreografías
de conjunto, tanto por lo que tienen de concepción coreográfica
en la que las variaciones son continuas proporcionando una gran
variedad, como por la interpretación de los bailarines.
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Igualmente son atractivos el paso a dos de las dos chicas y el
paso a tres con Bernardo (Yegen Uzlenkov, el día que asistí) –
interpretado alternativamente por Piotr Czubowicz. Ana Noya
(Estrella, la protagonista) – otros días lo interpreta
Zara
Calero – resulta magistral en el salto y con un gran dominio del
baile y la interpretación. Eri Nakamura (Macarena) – se alterna
con Marta Rodríguez Coca – derrocha simpatía y gracia en unos
movimientos que, en principio, parecería imposible dada su
procedencia oriental. Y ahí volvemos a la inteligencia de Víctor
al crear un lenguaje con pinceladas flamencas que pueden
interpretar bailarines alejados de nuestra cultura de flamenco y
danza española como Yevgen Uzlenkov, Piotr Czubowicz y
Eri
Nakamura, en el que se va, balletísticamente, más allá del
simple folklorismo estilizado de la danza española o flamenca
que el estilo clásico ha creado para muchos de su ballets rusos.
En la información preliminar y el programa de mano Mario Gas
aparece como el director de Escena. Supongo que se debe a él la
creación psicológica de los personajes. Y esto es lo que se nota
en todo el conjunto. Los bailarines van más allá de la simple
interpretación técnica del baile y consigue una mayor
comunicación a través de sus personajes.
A destacar también la inspirada iluminación de Nicolas Fischtel,
creador de sugestivos y cambiantes ambientes.
El Sur, es un interesante y bello experimento en la fusión de
estilos y en la transfiguración del flamenco. Balletísticamente,
prácticamente, no tiene peros y técnicamente tampoco. El grupo
de Ullate se ha recuperado totalmente de una leve enfermedad que
surgió hace unos años.
Así como coreográficamente es un éxito, tengo mis dudas a nivel
de estructura dramática interna. Esta es vacilante a lo largo
del desarrollo narrativo, produciendo una sensación de escenas
gratuitas. Por ejemplo, asistimos a la primera escena de las dos
mujeres y su desarrollo dramático, con el paso del fantasma
masculino, como amenazante. Poco después vienen las lavanderas –
coreografía bella – pero no se sabe muy bien a qué vienen. Es
casi un calco del comienzo de Yerma. Sólo que en la obra de
Lorca el texto nos justifica su razón de ser. En El Sur no
parece tener un engarce interno con la narración. Al final
sucede algo similar. Hay un climax y un final – a no desvelar –
y el público aplaude. El oscuro prepara a los aplausos
individualizados en el saludo. No obstante, se añade un epílogo:
una bella coreografía de parejas, exaltación del amor. Y nuevos
aplausos. Pero el epílogo se prolonga en un bello paso a dos.
Otra vez nos coge desprevenidos. Pienso que no se ha encontrado
narrativamente la unión con la narración anterior.
FOTO: JESÚS VALLINAS |
La acertada y bella música – guitarra y voces de los Morente –
suenan en conserva. Se comprende que este recurso técnico por
razones económicas, pero sería de desear el directo. Se echa de
menos que no sea así, en un espectáculo como éste en la orla de
lo flamenco y por la pureza minimalista del instrumento y voces.
De entre las grabaciones, una de ellas, imagino recuperada de
los discos de vinilo, delata su origen a través del sonido de
los surcos y de los chasquidos propios del sistema mecánico
reproductor. Distrae excesivamente. No sé por qué se ha
preferido esta grabación. |
Hay que destacar el modo de tratamiento diverso para la
recuperación del amor, en las escenas finales, aunque ya he
dicho que su entronque narrativo es dudoso. Uno más terrestre:
una bella coreografía de conjunto por parejas, en el que se
mantiene el estilo nuevo de toda la narración, y otro más
trascendente, un bello paso a dos, más centrado en la línea
clásica.
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