ADIOS A ARTHUR MILLER

LA MUERTE DE UN VIJANTE
(Cementerio: Final)
Arthur Miller nació en Nueva York el 17 de
octubre de 1915.
Ha fallecido el pasado 11 de febrero de 2005
a los ochenta y nueve años de edad
en su casa de Roxbury, en el estado norteamericano
de Connecticut. |

MARILYN MONROE |
Para muchos españoles, este judío de origen polaco, debe
su fama a que era el tercer marido de Marilyn Monroe. Y
aunque el matrimonio duró apenas cinco años, los que van
de 1956 a 1961, seguirán pensando que ese fue el mayor
acontecimiento de su vida, sobre todo si, de cuanto ha
publicado la prensa con motivo de su muerte, sólo fijan
su atención en las fotos, en las que abundan las que
muestran al escritor y a la actriz. Para quienes ya
sabíamos de su existencia antes de que se produjera
aquel sonado acontecimiento social, Miller era el autor
de dos dramas excepcionales: Muerte de un viajante y
Las
brujas de Salem. Hoy, con su obra concluida, no por
propia voluntad, pues a pesar de las dificultades para
estrenar seguía escribiendo con el ansia del que tiene
mucho que decir todavía, podemos afirmar que ha sido una
de las máximas figuras del teatro del siglo XX. |
A través de su obra dramática, Arthur Miller prestó su voz a
aquellos ciudadanos que no cabían en el sueño americano, aunque
se esforzasen por formar parte de él. Sus personajes procedían
de esa vasta población arruinada por la gran depresión incapaz
de salir adelante o de dejar a sus hijos un futuro digno. Una
clase media que, al desmoronarse sobre sí misma, iba enterrando
sus esperanzas bajo los escombros. Esa es la historia de Willy
Loman, el protagonista de Muerte de un viajante (1949),
inspirada en la figura de su padre, viajante de una empresa de
lencería. Loman, que se pasa media vida en la carretera, que va
envejeciendo en ella, no gana lo suficiente para mantener a su
familia, cuya quiebra, económica y moral, contempla impotente.
En esa situación, descubre con perplejidad que ha dejado de ser
útil a la empresa a la que dio todo y ayudó a crecer. Tras ser
despedido como un perro, acabará suicidándose fingiendo un
accidente de coche para que los suyos cobren el seguro y sigan
viviendo, si pueden. |

LA MUERTE DE UN VIAJANTE
Versión Española (1951)
FRANCISCO RABAL, CARLOS
LEMOS, ANGEL DE LA FUENTE
FOTO: JUAN GYENNES |
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LA MUERTE DE UN VIAJANTE
(NUEVA YORK, 1949) |
LA MUERTE DE UN VIAJANTE
(MADRID, 1951) |
En otra obra, Panorama desde el puente (1955), retrató el mundo
de los inmigrantes. Pero su mirada atenta no se detuvo en este
ámbito. Alcanzó también a territorios habitados por otros
sectores sociales en los que la corrupción tiene asiento.

LAS BRUJAS DE SALEM
TALLER DE TEATRO I.E.S. NAVARRO
VILLOSLADA (2001/2002)
PAMPLONA |
Así sucede en Todos eran mis hijos (1947), que transcurre tras
la Segunda Guerra Mundial y que versa sobre el negocio de la
venta de material bélico defectuoso a sabiendas de que lo es,
aviones de combate en este caso, que acabarán sirviendo de
féretros para los hijos de los propios fabricantes. Pocos
asuntos que tuvieran alguna trascendencia social o política le
fueron ajenos.
En Las brujas de Salem (1953), inspirada en un proceso por
brujería que tuvo lugar en 1692 en esa pequeña ciudad de
Massachusetts, contenía una feroz denuncia de las prácticas
inquisitoriales llevadas a cabo por el senador McCarthy, que
convirtió a cuantos mostraban ideas izquierdistas en peligrosos
agentes antiamericanos. Los que estaban bajo sospecha hubieron
de declarar ante el Comité del Congreso creado al efecto, siendo
conminados a reconocer su militancia comunista y a delatar a sus

J. MCCARTHY (en el centro) |
compañeros. El resultado de esa caza de brujas, que se cebó
principalmente en los ambientes cinematográficos de Hollywood,
fue penoso y traumático para buena parte de los artistas
investigados. Dio al traste con la carrera de muchos de ellos,
provocó la salida del país de otros y dejó a la intemperie la
miseria y cobardía de no pocos que, por salvarse, denunciaron, a
veces sin motivo, a sus colegas. Miller hubo de pasar esa
prueba, resistiendo las presiones a las que fue sometido, pero
hay pocas dudas de que su carrera como guionista, que se
presentaba prometedora, se vio seriamente afectada.

PANORAMA DESDE EL PUENTE |
El gran mérito de Arthur Miller es que, habiendo escrito sobre
asuntos que pudiéramos llamar locales, enseguida alcanzaron una
trascendencia universal. Públicos de otros países se vieron
reflejados en sus personajes. Al mismo autor le sorprendió que
un simple vendedor de prendas íntimas femeninas se convirtiera
en mito.
El único fracaso a lo largo en esos primeros años lo había
cosechado con su primera obra, The man who had all the luck,
representada en 1944 en Broadway, que sólo permaneció en cartel
cuatro días. Sin embargo, partir de los años sesenta, su carrera
de dramaturgo sufrió numerosos altibajos. Hasta entonces había
gozado del favor del público y logrado importantes
reconocimientos, como el premio del Círculo de la Crítica de la
ciudad de Nueva York, obtenido en 1947 con Todos eran mis hijos,
y, por dos veces, el Putlizer. La primera, en 1949 con La muerte
de un viajante, y la segunda, seis años después, con
Panorama
desde el puente. Pero algunos de sus nuevos textos gustaron
menos, principalmente en su propio país. Perdió el favor del
público y el respeto de buena parte de la crítica.

DESPUÉS DE LA CAÍDA
ADOLFO MARSILLACH
MARISA DE LEZA |
Después de la caída (1964), obra que, dirigida por Elia Kazan,
inauguró el teatro del Lincoln Center, de Nueva York, en la que
llevó al escenario la historia del fracaso de su matrimonio con
Marilyn Monroe, era un intento de abordar el sentimiento de
culpa que persigue al hombre cuando se siente responsable de no
haber conseguido rescatar al ser con el que comparte su vida del
peso de la fama y de su tendencia a la autodestrucción.
En palabras del autor, su objetivo era el de abogar por
la búsqueda personal de una mejor comprensión de sí
mismo, de una más claro conocimiento de nuestras
cualidades y de nuestros defectos, de los peligros que
llevamos dentro. |

DESPUÉS DE LA CAÍDA
MARCELA YURFA
JESÚS ARISTU |
Escrita
casi inmediatamente después del suicidio de la actriz, muchos
entendieron que aquello no era la reflexión serena de un
intelectual, sino un acto de crueldad hacia su compañera muerta,
a la que años Y después, en su libro biográfico A vueltas con el
tiempo (1987), se referiría como una poeta en la esquina de una
calle intentado recitar ante una multitud que quería quitarle la
ropa.
A Después de la caída siguieron Incidente en Vichy (1967),
El
precio (1968), La creación del mundo y otros asuntos (1972),
The
Archbishop’s Ceiling (1977), The american Clock (1980),
Danger:
Memory! (1987), Cristales rotos (1994), Mr. Peter’s connections
(1998) y El descenso del monte Morgan (2000). En casi todas
ellas permanece inalterable su propósito de transmitir desde la
escena las inquietudes, los conflictos y las aspiraciones de la
sociedad, razones que justificaron la concesión en el 2002 del
Premio Príncipe de Asturias.

VIDAS REBELDES
MONTGOMERY CLIFT
MARILYN MONROE |
¿Cómo se explica el creciente desinterés por su teatro? ¿Cómo
que El descenso del monte Morgan tardará nueve años en ser
representada y que ése fuera su último estreno en Broadway? ¿Por
qué el siguiente, Acabando la película (2004), en la que volvía
una vez más a Marilyn Monroe para rememorar sus relaciones con
ella durante el rodaje de Vidas rebeldes, cuando su matrimonio
ya iba a la deriva, no se produjo en Nueva York, sino en
Chicago, en el teatro Goodman? Quizá el rechazo o el desinterés
que provoca el teatro de Arthur Miller en Estados Unidos, no
compartido en el resto de mundo, tenga que ver con la llegada de
nuevas generaciones de dramaturgos, como David Mamet, que
practicaban un realismo muy distinto al de los años cuarenta y
cincuenta, de carácter más psicológico.
Pero también a que ese templo del buen teatro que siempre había
sido Broadway empezaba a ser invadido por comedias
intrascendentes. Un Miller irritado, que no encontraba hueco
para representar sus dramas, dijo que allí sólo había sitio para
el comercio y la avaricia.
Pero lo peor estaba por llegar: la crisis del teatro de autor,
que en Estados Unidos se hizo evidente cuando los grandes
musicales sentaron sus reales en los mejores escenarios. Miller
fue una de las víctimas de la nueva situación.
La relación del público español con la obra del autor
norteamericano fue temprana, no dejando de resultar sorprendente
al tratarse de un teatro que, sin duda, despertó recelos en un
país sometido, en aquellos años, a una rigurosa censura.
Posiblemente, la primera obra de Miller que subió a un escenario
español fue Todos eran mis hijos, representada por el grupo de
cámara La Carátula, creado por José Gordón y José María de
Quinto. Sucedió en el teatro de la Comedia, de Madrid, en 1951.
Pero el introductor del teatro de Miller en los circuitos
profesionales fue José Tamayo, quién estrenó La muerte de un
viajante en 1952, en el teatro de la Comedia, con Carlos Lemos y
Josefina Díaz al frente de su recién creada compañía Lope de
Vega. Volvió a ella en dos ocasiones: la primera, siete años
después, en el teatro Español, y luego, en 1985, en el Bellas
Artes, con José Luís López Vázquez como protagonista.

EL PRECIO
OSCAR FERRIGNO Y FABIANA GABEL |
También fue Tamayo el que dio a conocer Las brujas de Salem, en
el teatro Español en 1956, cuando apenas habían transcurrido
tres años desde su estreno en Nueva York. El interés de nuestros
profesionales por Miller no cesó, de modo que en los años
siguientes otras compañías representaron de nuevo las obras ya
citadas, a las que se fueron sumando las más recientes de su
autor. Entre aquellas, cabe mencionar Todos eran mis hijos,
protagonizada por Agustín González y dirigida por Ángel García
Moreno. Entre las ofrecidas por vez primera, destacan Después de
la caída, dirigida e interpretada por Adolfo Marsillach;
El
precio, con puesta en escena de Narciso Ibáñez Menta, que
conoció años después otra versión a cargo de Oscar Ferrigno,
espléndidamente interpretada; y Cristales rotos, con José
Sacristán y Magüi Mira a las órdenes de Pilar Miró. Más
recientes son las puestas en escena de Panorama desde el puente,
a cargo de Miguel Narros; La muerte de un viajante, al de
Juan
Carlos Pérez de la Fuente, en una producción del Centro
Dramático Nacional; y El precio, protagonizada por Juan Echanove
y dirigida por Jorge Eines, que todavía está siendo
representada.  |