XXI FESTIVAL DE OTOÑO DE MADRID
2004


EL REY LEAR


IMAGINATIVO Y PODEROSO,
PERO ACASO INSUFICIENTE



Título: El rey Lear.
Autor: William Shakespeare.
Traducción: Joan Sellent.
Dramaturgia: Xavier Zuber.
Escenografía: Rifail Ajdarpasic, Ariane Unfried.
Vestuario: Mercè Paloma.
Iluminación: Xavi Clot.
Adjunto a la dirección: Carlos Wagner.
Coproducción: Teatre Tomea-Focus, Fòrum Barcelona 2004-GREC, Teatro Cuyás de Las Palmas de Gran Canaria y Palacio de Festivales de Cantabria.
Compañía: Teatre Romea.
Intérpretes: José María Pou (Rey Lear), Santi Pons (Duque de Cornwall), Pep Ferrer Duque de Albany), Pep Cruz (Conde de Kent), Carles Canut (Conde de Gloucester), Lluìs Villanueva (Edgar), Mingo Ràfols (Edmund), Dani Klamburg (Oswald), Boris Ruiz (Bufón), Miquel Gelabert (Rey de Francia), Àngels Basas (Goneril), Victoria Pagès (Regan), Anna Yzcobalzeta (Cordelia).
Dirección: Calixto Bieito.
País: España (Cataluña).
Idioma: español.
Duración aproximada: 3 horas (con intermedio).
Estreno en Madrid: Teatro Albéniz, 4 – XI - 2004.

El comienzo del espectáculo es poderoso. La irrupción del gigantesco actor José María Pou, en su papel de Lear, que corre por el pasillo central del patio de butacas, mientras los suyos le esperan en una grada improvisada, que conforma un espacio festivo, subrayado por la música y por una inmensa tarta, anuncia ya un lenguaje escénico modernizado y vigoroso para contar una de las más complejas y violentas historias shakesperianas. El reparto del reino se verifica mediante la distribución del pastel, agresivamente introducido en las bocas de sus destinatarios, lo que acentúa la poco convencional violencia estética que va a dominar la escenificación de El Rey Lear de la compañía Teatre Romea. La música estridente y el ambiente propio de discoteca aportan el marco adecuado para ello. En efecto, y como ocurre habitualmente en los trabajos de Bieito, el acaso esperable tratamiento sacralizado o al menos solemne del texto shakesperiano se transmuta en un conjunto de atrevidas metáforas escénicas caracterizadas por su desgarro y por su notable capacidad de sugerencia.

A este prometedor comienzo, sigue un conjunto de acciones marcadas siempre por una violencia que se pretende creciente: sillas que se arrojan al suelo, gritos, agresiones físicas, empleo de micrófonos como modo de imponer la voz sobre los demás, agua que cae torrencialmente sobre los personajes, etc., enmarcadas en el empleo de una música escuchada a elevado volumen o la presencia de desnudos en escena. Y, si cada uno de estos signos tiene indudable valor en sí mismo y está dotado de una vigorosa expresividad teatral, su conjunto no alcanza, en mi opinión, la brillantez que Bieito había conseguido en otros espectáculos. El motivo de esa insuficiencia tal vez haya que buscarlo en una acumulación que los hace parecer ficticios o repetitivos, tanto en el ámbito del espectáculo mismo como en el conjunto de la labor teatral de Bieito y aun de ciertas formas del teatro más o menos vanguardista, que ha recurrido hasta el abuso de algunos de estos elementos, que nos parecen ya poco novedosos. O, quizás, esta falta de potencia escénica tenga que ver con la dificultad para conseguir el necesario crescendo de la acción dramática, objetivo insuficientemente resuelto a mi modo de ver, pues a la fuerza de los primeros momentos siguen etapas de estancamiento, de desconcierto o de repetición, y el espectáculo avanza con lentitud y llega incluso a aburrir en algunas de sus etapas, lo que sorprende en un director del talento, de la imaginación y del buen pulso de Bieito, a quien hay que reconocer, desde luego, su disposición al riesgo, su voluntad de presentar a Shakespeare de una manera novedosa y poco previsible. Quedan, además, algunas imágenes memorables, algunos momentos intensos y hasta estremecedores. Pero no un espectáculo redondo, como esperamos siempre de un director como Bieito y de un imponente elenco de actores, muy interesantes en su trabajo de conjunto y en algunas fases del espectáculo, pero desdibujados o desconcertados algunos en ciertos momentos de esta versión de El rey Lear.

 


Eduardo Pérez – Rasilla
copyright©pérezrasilla

 


TEATRO ALBÉNIZ
Teatro de la Comunidad de Madrid
Dirección: Cristina Santolaria
C/ de la Paz, 11
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Tf. 91 531 83 11
Metro: Sol
Autobuses: 3,515,50,51,52,53,150
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