XXI FESTIVAL DE OTOÑO DE MADRID
2004


LA CELESTINA, ALLÁ CERCA DE LAS TENERÍAS,
A LA ORILLA DEL RÍO


AL SERVICIO DE LA ESCENOGRAFÍA


Nuria Espert
Foto: Andreu Adrover.

Pep Molina y Roberto Mori.

Agotadora gimnasia para los actores

Título: La Celestina, allá cerca de las tenerías,
a la orilla del río.

Autor - Inspirador: Basado en la obra de Fernando de Rojas.
Texto original francés: Michel Garneau.
Traducción al español: Álvaro García Meseguer.
Escenografía: Carl Fillion.
Iluminación: Etienne Boucher.
Vestuario: François Barbeau.
Maquillaje: Montserrat Tolosa.
Pelucas: Carlso Montosa.
Sonido: Jean-Sébastien Coté.
Música: Silvy Grenier. (Zanfona y arpa, interpretadas en vivo).
Asesoría de acrobacias: Ives Gagnon.
Coproducción: Ex machina, Ciutat de les Arts Escéniques, Forum Grec 04, YSarca, Teatre Lliure, Salamanca 2005 Plaza mayor de Europa, Teatro Cuyás.
Intérpretes: Nuria Espert (Celestina), Pep Molina (Sempronio y Tristán), Roberto Mori (Pármeno y Sosia), Carmen del Valle (Melibea), David Selvas (Calixto), Carmen Arévalo (Alisa), Marta Fernández Muro (Lucrecia), Nuria García (Areusa), Nuria Moreno (Elicia),Manuel Puchades (Centurio, Crito y Cristo) y colaboración de Miguel Palenzuela (Pleberio).
Compañías: Ex machina e Ysarca.
Creación y dirección: Robert Lepage.
Países: Canadá y España.
Idioma: Español.
Duración aproximada: 2 horas y 55 minutos (con intermedio).
Estreno: Teatro Español, 6 – XI – 2004.

A priori, el espectáculo tiene tres focos de interés: la obra, la puesta en escena y su protagonista.

La obra, porque recibe un título nuevo, lo que unido a que Fernando de Rojas no es presentado como su autor, sino como inspirador de la que ha escrito en francés Michel Garneau y traducido al español Álvaro García Meseguer, anuncia que escucharemos un texto distinto al conocido.

La puesta en escena, porque su responsable, Robert Lepage, figura entre los más cotizados directores mundiales y suele sorprender con cuanto hace.

La protagonista, porque Nuria Espert ha incorporado a su galería de personajes el de Celestina, entrando a formar parte del censo de grandes actrices que la han interpretado.

Uno se pregunta las razones que han llevado a tomar el texto de Rojas, recrearlo en otro idioma y devolverlo al nuestro. Dice Lepage que no ha tratado de desempolvar un gran clásico, sino de encontrar en la obra una resonancia contemporánea a través de la visión de un norteamericano. Afirma que el proceso al que ha sido sometido el texto le ha permitido tomar distancia y sentirse libre para dar una nueva vitalidad a la versión original. Y concluye estableciendo un paralelismo entre la efervescencia de la España de finales del siglo XV y el actual torbellino, en el que florecen y se enfrentan diferentes culturas. Nada cabe objetar a la calidad y belleza del texto que se ofrece, pero no parece que para lograr lo pretendido por Lepage fuera necesario someter a la obra a tal trasiego lingüístico. Una buena adaptación del original hubiera bastado.


N. Espert y David Selvas
Se presenta como novedad el que putas y criados roben protagonismo a la pareja de enamorados. De ahí, tal vez, la inclusión en el título de la frase “allá cerca de las tenerías, a la orilla del río”, como si se quisiera advertir de que el escenario de la historia ha sido trasladado lejos de los espacios nobles de la ciudad. Puede que la nueva versión contribuya en alguna medida a ese desplazamiento del centro de interés, pero hay que señalar que la importancia que esos lugares suburbiales y de sus moradores ya está presente en la obra de Rojas, siendo ese, además de los literarios, uno de sus grandes valores, aunque una atenta lectura de la misma sugiere que la historia de amor que viven Calixto y Melibea es parte esencial del argumento. En realidad la propuesta de Lepage no es original, sino que se inscribe en una corriente que, a lo largo del tiempo, ha ido desviando la atención de unos personajes hacia otros. Las mudanzas en el título de la obra ilustran este fenómeno. Se llamó primero Comedia de Calixto y Melibea, pasando pronto a ser tragicomedia. El interés por Celestina fue en aumento, tanto que su nombre acabó sustituyendo al de los jóvenes amantes. No sólo los desplazó del título, sino que, de las representaciones que se han hecho, el único recuerdo que queda es el de las actrices que la representaron. Añadir a La Celestina el apéndice antes citado es señal de la voluntad de ofrecer una lectura distinta, aunque, como hemos dicho, es menos novedosa de lo que se pretendía.
 


Nuria Garcia y R. Mori.
En la carrera de Nuria Espert faltaba este personaje. Nos lo debía y ha cumplido en el mejor momento, el de su esplendida madurez como actriz. No ha defraudado. Es la de siempre, para alegría de sus incondicionales, que son muchos, y también, aunque algo menguada, de sus detractores, que los tiene. Es esta ocasión, la munición que les da para alimentar sus críticas, no es de grueso calibre.

Hay quienes la reprochan su forma de decir, de acentuar las palabras siguiendo sus propias reglas, pero en esta ocasión, sin renunciar a la fórmula, se ajusta más a la ortodoxia. Respecto a la visión que ofrece de Celestina se aleja bastante de la ofrecida por las actrices que le han precedido. Es menos pintoresca que la que ha llegado a ser a consecuencia de una paulatina degradación que ha ido sufriendo el personaje durante su paso por los escenarios. Cada vez se parece menos al que imaginamos leyendo el texto. Tampoco aquí le reconocemos, pero sí advertimos notables diferencias con algunas visiones más o menos recientes. No es la bruja que a veces nos han mostrado, ni una “madame” extravagante, sino un ser sensual y humano al que la vejez no le ha mermado la alegría de antaño, ni la ha hecho olvidar su visión impúdica de la vida. Nuria Espert se beneficia de las posibilidades que brinda la nueva concepción del personaje, y lo interpreta con talento y desenfado. Los actores que completan el reparto cumplen su trabajo con desigual fortuna. Salen airosos Pep Molina y Roberto Mori, que son Sempronio y Pármeno, respectivamente. En los demás, hay que hablar de discreción, aunque cabe decir en su descargo que bastante tienen con superar las dificultades que les plantea una escenografía que se convierte en un serio obstáculo para desarrollar su trabajo con normalidad. Por poner un ejemplo, resulta patético ver a Melibea, en los momentos que preceden a su muerte, encaramada a la tapia del huerto sujeta por unos cables bien visibles que convertirán su caída al vacío en un inverosímil y torpe vuelo lento.
 

Carmen del Valle (Melibea)
La escenografía. En ella se resumen los problemas de este espectáculo. Sucede cada vez con más frecuencia, pero en pocas ocasiones se ha manifestado con tanta evidencia el despropósito que supone poner la obra que se representa y su interpretación al servicio de un aparato escenográfico desmesurado que, al margen de su espectacularidad y belleza, son muestra la megalomanía de su creador. De auténtica obra de ingeniería cabe calificar el conjunto articulado de plataformas y prismas de madera que en continuo y agotador movimiento recrean, con el auxilio de otros elementos correderos suspendidos del telar, los espacios en los que sucede la acción. Espacios cerrados que van surgiendo a lo largo y ancho del escenario, todos iguales –la casa de Calixto en nada se diferencia de la de Celestina-, auténtico laberinto por el que, a través de puertas, ventanas y otros huecos, se mueven los actores, sometidos a una agotadora gimnasia que les distrae de su principal cometido, que es el de dar vida escénica a sus personajes.


Jerónimo López Mozo
Copyright©lópezmozo

 


Teatro Español
C/ Príncipe, 25
28012 - Madrid
Director: Mario Gas
Concejalía de las Artes
Ayuntamiento de Madrid.
Tf. 91 3601484
Metro Sevilla y Sol
http://www.munimadrid.es
Entradas: Sucursales de la Caixa de Cataluña
y Tel-entrada (24 horas) 902 10 12 12


 

 

 

volver

arriba