UNA COMEDIA ESPAÑOLA
LAS TRAMPAS DEL METATEATRO
Título: Una comedia española
Autora: Yasmina
Reza
Traducción: Fernando Gómez
Grande
Escenografía: Xavier Millán
Vestuario: Patricia Monné
Iluminación: Lionel Spycher
Espacio sonoro: Damien Bazin
Vídeo: Joan Riedweg
Colaboración al piano:
Inés Borrás
Ayudante de dirección: Raquel Tomàs
Ayudante de iluminación: Carles Borràs
Ayudante de video: Sergio García-Clamart
Fotos: Alberto Nevado
Vídeo-Clip: Paz Producciones
Coproducción: CDN, Teatre Nacional de
Catalunya y Bitó Producciones
Intérpretes: Ramon Madaula (actor-Mariano),
Xicu Masó (actor-Fernando), Maria Molins (actriz-Nuria), Cristina Plazas
(actriz-Aurelia), Mònica Randall (Actriz-Pilar)
Dirección: Silvia Munt
Estreno en
Madrid: Teatro Valle
Inclán (CDN), 13 – II - 2009 |
CRISTINA PLAZAS/RAMÓN MADAULA
MARÑÍA MOLINS
|
MÓNICA RANDALL/XICU MASÓ
FOTOS: ALBERTO NEVADO |
Se
ensaya la comedia de un autor español protagonizada por una familia
compuesta por una viuda y su novio, también viudo, que ejerce de administrador
de fincas; las hijas de ella, ambas actrices, y el marido de
la mayor. El argumento,
sencillo, gira en torno a los problemas cotidianos que se viven en cualquier
casa: las relaciones entre sus miembros, los roces que trae consigo la
convivencia, con su secuela de disgustos, reproches y momentos amargos, las
frustraciones profesionales y personales, también las alegrías… Con frecuencia,
entre ensayo y ensayo, los actores que protagonizan la obra reflexionan sobre
sus personajes, ahondan en su naturaleza y tratan de entender su conducta, al
tiempo que vierten comentarios en voz alta sobre su condición de actores.
Teatro dentro del teatro, pues, lo que suele ser del agrado de los
espectadores. Tienen éstos la sensación de ser privilegiados voyeurs de cómo se cuece un espectáculo,
aunque a lo que asisten, realmente, es a una pieza acabada en la que no se da
la improvisación.
Tampoco los juicios sobre su profesión son espontáneos ni
sinceros, aunque, dirigidos al público como si se tratara de apartes, lo
parecen.
|
C. PLAZAS |
R. MADAULA |
M. RANDALL |
X. MASÓ |
M. MOLINS |
FOTO: ALBERTO NEVADO |
Yasmina Reza es una excelente
escritora y una hábil comediógrafa que estructura muy bien sus piezas. Arte, la más famosa de sus obras, es la
mejor prueba de ello. Pero por eso precisamente y por su enorme inteligencia
teatral, Reza puede darnos gato por
liebre sin que nos percatemos de ello. Adelanto que lo considero un mérito. Lo
es elaborar con tan escasos y débiles mimbres una obra con pretensiones
elevadas que no pasa de ser, sin embargo, una digna obra menor.
MÓNICA RANDALL/ MARÍA MOLINS
FOTO: ALBERTO NEVADO |
Ante un argumento como el de la
comedia española que se ensaya, en la que se cuentan de manera harto
superficial los problemas de los personajes, sin ahondar en ellos, es muy raro
que los actores se entreguen a profundas reflexiones, como si se enfrentaran a
dramas tan complejos como los de Ibsen,
Strindberg y Chejov. Lo que en cuanto a contenido va de de la obra de cualquiera
de estos autores a la que aquí se ensaya, lo reconoce
la propia Reza cuando pone en boca de una de las actrices
su sueño
jamás cumplido de haber sido, en alguna
ocasión,
la Sonia de Tío Vania. Para el tipo de obras
que nos ocupa, más próximo al teatro de evasión que al de reflexión, sus
intérpretes sólo necesitan oficio. El resto de su bagaje profesional, bien pueden
reservarlo para empeños mayores. |
RAMÓN MALAUDA/CRISTINA PLAZAS
FOTO:
ALBERTO NEVADO |
No creo, por otra parte, que lo que
estos actores dicen sobre ellos mismos y su trabajo se corresponda con su
actual situación social. Es muy posible que, en otros tiempos, un padre
respondiera al deseo de su hijo de ser actor con un ”¿Así que quieres ser maricón?” o
que, en el caso de las mujeres, fueran tildadas de putas. Pero dudo que esas y
otras expresiones parecidas hayan sido escuchadas alguna vez por los profesionales
que hoy rondan los cincuenta y tantos años. La dignificación de la
profesión no se produjo ayer. Hay otras
afirmaciones,
cuando
menos, discutibles, sobre todo las que aluden
a las relaciones del actor con el autor, aquí cargadas de desprecio. Incomoda al
protagonista que el autor asista a los ensayos, se burla de sus palabras, aunque
sean elogiosas para su trabajo, y el odio que siente por él le lleva a decir que
su mejor estatus es estar muerto. Hay más perlas, algunas de las cuales son una
especie de declaración de principios que producen estupor y desazón. Así, la que
proporciona el más joven de los personajes masculinos. “El actor – dice- que no quiere
aniquilar al escritor, está jodido. El actor que capitula, que no quiere, de
una forma u otra, pisotear su preciosa partitura, no vale nada”.
MÓNICA
RANDALL/XICU MASÓ
FOTO:
ALBERTO NEVADO |
Silvia
Munt
ha gozado de absoluta libertad para la puesta en escena. No hay en el texto
ninguna indicación relativa a la interpretación ni sobre cómo debe ser
la escenografía. Su
trabajo, con un reparto de calidad en el que figuran Mónica Randall y Ramón
Madaula, es más que correcto. Lo menos acertado de su propuesta es, a mi
juicio, la presencia en el escenario de una gran pantalla en la que se muestra
a los personajes que, en ese momento, están en el escenario, consiguiendo que
el actor vivo sea devorado por su propia imagen proyectada.
|
|