LA FAMIGLIA DELL’ANTIQUARIO
Interpretación memorable
Título: La familia del anticuario.
Autor: Carlo Goldoni.
Escenografía: Ezio Frigerio.
Vestuario: Franca Squarciapino.
Diseño
de Iluminación: Sandro
Sussi.
Música: Antonio di Pofi.
Iluminación:
Marco Giorcelli
Maquinaria:
Pier Carlo Muri
Sonido:
Edoardo Ambrosio
Utilería:
Antonio Paguni
Jefa de
sastrería:
Lauretta
Salvagnin
Sastra: Lorenza Savoir
Peluquería:
Barbara Petrolati
Realización
Escenografía: Spazio
Scenico
Elementos
escenográficos:
Delfini
group
Realización
vestuario:
Farani
Sartoria Teatrale
Pelucas:
Audello
Calzados:
Pompei
Realización
utilería: Rancati
Prensa:
Studio
Sistema
Fotografía: Ros Ribas
Organización: Vittorio Esposito
Regidor:
Bruno
Brighetti
Producción: Teatro Stabile del
Veneto-Teatro Stabile di Genova, con la colaboración de La
Biennale
di Venezia.
Ayudante
de dirección:
Alessandro Maggi
Intérpretes: Virgilio Zernitz (Il Conte Anselmo),
Piergiorgio Fasolo (Brighella),
Anita Bartolucci (La Contessa Isabella),
Gaia Aprea (Doralice),
Aldo Ottobrino (Giacinto),
Nunzia Greco (Colombina),
Enzo Turrin (Il Dottor Anselmi),
Paolo Serra (Il Cavaliere del Bosco),
Giovani
Caló (Arlecchino),
Eros Pagni (Pantalone),
Massimo Cagnina (Pancrazio).
Dirección: Lluìs Pasqual.
País:
Italia
Idioma:
Italiano (Sobretítulos en castellano)
Duración:
2 h. y
10 m.
Estreno
en Madrid:
Matadero/Naves del Español, 20.XII.2007. |
anita
bartolucci/nunzia greco
ENZO TURRIN/ANITA BARTOLUCCI
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VIRGILIO ZERNITZ/EROS PAGNI
FOTOS: ROS RIBAS |
FOTO: ROS
RIBAS |
La
familia del anticuario es una comedia ejemplar. Goldoni plantea una reflexión plenamente
imbuida por el pensamiento ilustrado, pero llevada a cabo mediante las
herramientas satíricas que proporcionaba la tradición de la comedia del arte. El escritor veneciano presenta a una nobleza
arruinada, ridícula y caduca, enredada en sus prejuicios, pero carente de
energías, y a unas clases populares zafias, insidiosas y corruptas en las que
no se puede
confiar.
La sociedad sólo puede salvarse, en este cuadro, si se confía a
la administración prudente de la burguesía, la clase social emergente que
representa el trabajo, el realismo y la moralidad. Pantalone no es ya el
personaje grotesco, avaro e insensible de la comedia del arte tradicional, sino
el financiero y padre de familia responsable, tolerante y generoso que
conseguirá poner en orden la vieja casa nobiliaria a la que la cándida y
estúpida extravagancia del conde y el orgullo de clase de la condesa han
arrastrado a la ruina, ante la debilidad impotente del hijo, quien encarna una
nueva generación que deberá aprender de la burguesía a gobernar su hacienda y
su familia. Los pícaros criados y los parásitos deberán abandonar también el
domicilio en el que tendrá que imperar un nuevo criterio de conducta.
ALDO OTTOBRINO/GAIA APREA
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Este modelo ilustrado de comedia se
sustenta sobre dos leves elementos configuradores de trama: la rivalidad entre
la condesa
Isabela y su nuera Doralice, y la obsesión por las
antigüedades del conde, explotada hábilmente por sus criados, que lo
engañan con absurdas bagatelas que el conde paga a precio de oro. Estos
dos apuntes permiten crear dos perfiles cómicos, objeto de la precisa sátira de
Goldoni, pero que superan la
tradicional condición del personaje ridículo para convertirse en la referencia
de la reflexión social que el escritor
veneciano quiere
proponer a sus espectadores.
Es posible que otro
comediógrafo menos avezado hubiera incurrido en el panfleto político y social o
en la caricatura burda, pero Goldoni se mueve con especial soltura
en estos territorios. Su capacidad para apurar situaciones que parecerían
agotadas o su habilidad para el diálogo logran el prodigio de una maravillosa
comedia elaborada con tan modestos mimbres.
FOTOS: ROS RIBAS |
El director del espectáculo, Lluìs Pasqual, ha sido muy
consciente de ello y ha optado por una dirección delicada e inteligente, que
mostrara sin interferencias la disposición que para el género poseía Goldoni, pero que actualizara su
contenido sin recurrir a truculentos subterfugios, sino mediante una paulatina
modernización de la indumentaria, de manera que los personajes, que comienzan
ataviados según los usos del siglo XVIII, terminan vestidos como si fueran
nuestros contemporáneos. Se pone de manifiesto así no tanto la consideración
histórica goldoniana, sino la permanente vigencia de su
sátira ante una
sociedad cuyas relaciones están marcadas, también hoy y con demasiada
frecuencia, por la estupidez y por el prejuicio, por la avaricia y por el
engaño.
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Pasqual está
muy familiarizado con el teatro de Goldoni
y sabe escenificarlo como pocos. Su
lenguaje dramático es limpio y exquisito, su ritmo es siempre fluido, pero
nunca precipitado, su mesura huye de cualquier estridencia, pero sabe extraer
los matices adecuados que aporta una situación o sugiere un personaje. En su ayuda han acudido Frigerio y Squarciapino,
colaboradores habituales del gran Strehler,
responsables de un espacio escénico atinado y de un bellísimo vestuario.
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A.BARTOLUCCI/ |
E. PAGNI/ |
G. APREA/ |
V. ZERNITZ/ |
N. GRECO |
Pero lo más
destacable del espectáculo, a mi entender, es una interpretación magistral.
Todos los integrantes del reparto desempeñan sus papeles con una
precisión, una brillantez y una soltura que van mucho más allá de la profesionalidad
que cabría esperar de un elenco procedente de dos prestigiosos teatros estables
italianos. Con estos actores todo en la comedia parece sencillo, hasta el punto
de que parece que las acciones se suceden con naturalidad y sin esfuerzo. Todos los actores merecen el elogio, pero es obligado
recordar especialmente a un espléndido Eros
Pagni en el papel de Pantalón, por su saber estar en
escena y por su prodigioso dominio de la voz y el ademán. O a Gaia Aprea, creadora de una inolvidable
Doralice,
sobre todo mediante su magnífico trabajo de voz. O a Virgilio Zernitz, impecable
en su configuración del maniático y egoísta conde Anselmo. O a Anita Bartolucci en la distante e
indomeñable condesa Isabela. O a la entrañable Nunzia Greco en una Colombina
mucho más rica que la que proponen los habituales estereotipos. Todo el elenco, en fin, ofrece una lección de
teatro digna de agradecimiento.
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