RESEÑA, 1993
NUM. 237, pp. 18 |
CUENTO DE INVIERNO
Buena escuela
interpretativa
Intento de renovar la
escena española y ofrecer la oportunidad a intérpretes y técnicos
jóvenes de plantar sobre la escena un espectáculo, así como captar nuevos
públicos. |
Título: Cuento de invierno.
Autor: W. Shakespeare.
Traducción: EIsa Alfonso.
Versión: Juan Pastor.
Música: Manuel Balboa.
Iluminación: Francisco Leal.
Vestuario
(Coordinación): Pedro Moreno.
Coreografías: Elvira Sanz.
Esgrima: Joaquín Campomanes.
Intérpretes: José Luis Torrijo (narrador y varios),
Gabriel Moreno (Camilo y oso), Gabriel Garbisú (rey de Sicilia), Fernando
Melgosa (rey de Bohemia), Yolanda Robles (Hermiona), Blanca
Portillo (Paulina), Pepa Pedroche (Pastora),
Carola Manzanares (príncipe y Perdita),
Víctor Manuel Dogar (príncipe
heredero)...
Equipo técnico: Alumnos del Centro de Tecnología del
espectáculo (FIP 92), cursos organizados por el INAEM con el INEM.
Dirección: Juan Pastor.
Estreno en Madrid: Teatro María Guerrero, 25 – I - 93. |
GABRIEL ARBISU
GABRIELMORENO |
Joven Escena es el resultado de la
iniciativa del Departamento Dramático del INAEM. Sus intenciones son: investigar
sistemas alternativos de producción a bajo coste, respaldados por profesionales
e instituciones de prestigio. Un intento de renovar la escena española y
ofrecer la oportunidad a intérpretes y técnicos jóvenes de plantar sobre la
escena un espectáculo, así como captar nuevos públicos.
Así
nace este Cuento de Invierno adaptado
y dirigido por Juan Pastor. Con una
traducción fluida y comprensible de Elsa
Alfonso, el montaje funciona bien, en líneas generales, tanto a nivel
escénico como interpretativo. Quiere esto decir que los jóvenes técnicos e
intérpretes alcanzan cotas altas.
El
espacio escénico había que elaborarlo sobre el ya plantado Mercader de Venecia, ocultando éste sin tenerlo que retirar, dada
su estructura corpórea. Un desafío que estos jóvenes técnicos resuelven con
eficacia, recurriendo a muchos de los elementos propiamente teatrales. La
continua sucesión de escenas cortas se logra mediante pequeños elementos
- muebles, parihuelas, alturas diversas, iluminación- dotados de gran poder
connotativo. Igualmente recurren a las antiguas técnicas teatrales para los efectos
especiales: el cilindro para el viento, la plata metálica para la tormenta, el
rodar de cantos pétreos para el trueno sordo, etc... amplificando y, creo,
mezclado con efectos electrónicos en la banda sonora. Funciona, pero una vez
metidos en la puridad de la tramoya teatral, sobra lo electrónico.
Los
intérpretes no solamente no desentonan, sino que están bastante lejos de ser
principiantes. Y es que no lo son, al menos el grueso. Son actores jóvenes - no
llegan a la treintena de edad - pero no primerizos en estas lides. Procedentes
de la enseñanza dramática, grupos de teatro y de incursiones más
comerciales (algunos), ofrecen una buena escuela interpretativa. Destaca Blanca Portillo, no solamente por esa
magistral voz sino por la convicción y fuerza que da a su personaje; Yolanda Robles, tanto en físico -perfil
duro - como en prestancia y bella voz, proporciona a Hermiona, la esposa
injustamente repudiada, el empaque y la ternura necesaria. Une las historias un
cuentacuentos, José Luis Torrija - desdoblado
para varios papeles - que posee gran vis cómica. Nada más salir - asistí entre
semana con uno de los colegios dispuesto a conocer a Shakespeare - el respetable público joven lanza su carcajada. Gabriel Moreno en su Camilo despliega sobriedad y bondad. Los jóvenes amantes, Carola Manzanares y Víctor
Manuel Dogar, proporcionan con su físico agilidad y viveza a la ternura del
amor. Gabriel Arbisú y Fernando Melgasa - rey de Sicilia y Bohemia-
encarnan convincentemente sus papeles.
El
resultado es bueno, la dirección homogénea y el texto nos llega con buen ritmo.
Solamente hacia el final parece ralentizarse y decae el hilo narrativo.
GABRIEL
GARBISU
YOLANDA ROBLES |
Se escoge desde el
principio la clave cómica. El Cuenta cuentos nos lo introduce,
como si fuéramos niños de ojos inocentes y abiertos. Algunos no lo
somos. Es probable que el espectáculo esté pensado para quienes todavía lo son.
De todos modos, atento el director a la clave cómica, contra la que no tengo
nada que objetar, olvida algo sustancial a los cuentos y más en éste: el lirismo,
la poesía y el encantamiento. Faltan esos toques, pocos, que hagan vibrar al
espectador en lo que de poesía puede tener una historia del “nunca jamás”.
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Otro
tema, ajeno al propio montaje, es el de la explotación del espectáculo. La
iniciativa de esta Joven Escena es
exhibir un teatro alternativo. Me temo que aquí, quienes han organizado el “marketing” del espectáculo no han tocado todas las
teclas, El horario de las cinco de la tarde parece lógico por dos exigencias:
favorable al público escolar y necesario porque a las ocho hay que levantar
telón para El Mercader de Venecia.
Por otro lado, presentarlo en el María
Guerrero es importante. Asistí entre semana y estábamos más bien pocos. No
basta conformarse con decir “esperamos que los colegios vengan”.
Habría
que prever, en iniciativas oficiales de este tipo, la asistencia organizada
desde los primeros días. Probablemente muchos no asistirán, por el simple hecho
de no haber insistido en un tipo de gestiones más eficaces. Después está el
resto del público. El Mercader de Venecia libra el lunes, día propicio para que el espectáculo fije su hora a las ocho y
pueda asistir el público de siempre. Sé que hay problemas de tipo laboral con
el personal de la sala, que también descansa, pero al partir este experimento
de una iniciativa oficial ¿no se ha podido prever a niveles laborales y
económicos apropiarse de ese día? Porque las cinco de la tarde es un horario
muy taurino, pero me temo que no muy teatrero. Por otro lado, es posible que
todo consista en crear un precedente y acostumbrar a un tipo de público a que
las cinco de la tarde sea también un horario civilizado para el teatro.
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