.:: Crítica Teatro ::.

RESEÑA, 1981
NUM. 132, pp. 19 - 20

DANZA MACABRA,
El MIEDO A LA SOLEDAD EN EL HOMBRE

Con motivo del Festival de Strindberg en Estocolmo, Miguel Narros asistió con una grabación sobre su montaje de Danza Macabra.

 


Título: Danza macabra.
Autor: August Strindberg
Adaptación: Ana Antón-Pacheco y Miguel Narros.
Escenografía: Andrea D'Odorico.
Figurines: Miguel Narros.
Iluminación: José Luis Rodríguez-Rubén Gorde.
Producción: En colaboración con la Dirección General de Música y Teatro. Ministe­rio de Cultura.
Intérpretes: Julita Martínez (Ali­cia), Luis Prendes (Capitán), Víctor Valverde (Kurt),
Julia Garrido (Jenny), Mar Díez (Marla).
Dirección: Miguel Na­rros.
Estreno en Madrid: Teatro Maravillas, abril 1981.

julita martínez
FOTO: RUBÉN GORDE

Historia dura, tensa, patética la del reencuentro de Alicia y el Capitán, su marido, tras sus miserables veinticinco años de matrimonio. Historia de agresiones en cuyo trasfondo está escondido el mayor miedo del hombre: el encontrarse a bocajarro con la inevitable soledad.

Este es el Strindberg que aparece en Danza macabra. Obra de un autor sueco que ha sabido renovar en su época, principios de siglo, la literatura de su país, crear un estilo y una forma que liberasen al teatro de formas engoladas y temas trasnochados. August Strindberg representa el hombre que ha sabido enfrentarse con los problemas y las instituciones desvencijadas de su época y las ha plantado sobre el escenario. Pero lo más atrayente de este autor es la actualidad que presentan sus temas hoy y el sentido de modernidad de su texto. En Strindberg hay otra virtud más: la de no ser un hombre de anécdotas. Sus historias van más allá de la simple espacio-temporalidad, y Danza macabra es un buen ejemplo.

AUGUST STRINDBERG, DE MODA

A August Strindberg nos lo ha acercado su centenario. En Estocolmo se celebra el Festival Strindberg, al que han sido invitados entre otros': Adolfo Marsillach, José Luis Alonso y Miguel Narros. Narros es el responsable de Danza macabra y piensa asistir con el video grabado de la obra al Festival. Y no parece que quede en mal lugar.

Pero en la cartelera madrileña también hay otra opor­tunidad de conocer a Strindberg: La más fuerte, monólogo que interpreta lrene Gutiérrez Caba en el Lara. Por eso August Strindberg está de moda. Una moda justificada por las fechas y por sus temas.

Danza macabra sorprende por una temática muy cercana a nuestros días. Es el preludio de una serie de autores que escribirán mucho más tarde: E. O'Neill, Albee... Danza macabra es un adelanto de ¿Quién teme a Virginia Wolff?, aunque sin el desgarro verbal de esta última. Pero en ese texto ya se encuentra la tensión, el patetismo y la humanidad de unos seres que se debaten en el caos de sus relaciones humanas.
La obra es un juego a tres.

Tres son sus personajes principales, de los cuales dos forman la pareja matrimonial cuya vida ha sido un auténtico infierno. Un matrimonio de veinticinco años de vidas encadenadas y que ya se sienten obligados a mantenerse unidos. En el fondo se desconocen y no aciertan a descubrir las razones de por qué han tenido que vivir un tipo de relaciones como aquellas. La intromisión de Kurt, el tercer personaje, pone en mayor crisis a la pareja. Alicia descubre el sentido de la vida por contraposición a la traición que parece estar conspirando el Capitán. Pero el juego de cartas ha cambiado. El Capitán muestra otra faceta, antítesis de lo que Alicia pensaba, y destrozándose han de seguir unidos. Hay como una especie de malignidad en unos y otros que en su retorcerse y agredirse encuentran ese mínimo de subsistencia para poder seguir adelante unidos.

Los personajes actúan de modo contorto hasta el punto de que no llegamos a descubrir exactamente cuál es su verdadera identidad. En esta complejidad parece intuirse aquella tesis pirandelliana de "así, es, si así os parece". Con ello Strindberg logra transmitir la complejidad del ser humano y su desconcierto ante lo imprevisto: el futuro, la muerte. Es, por tanto, un problema de relaciones, pero que las trasciende. Un repensamiento ante la amenaza de la muerte.

Esta reflexión da pie al autor para ir denunciando una serie de formas de vida institucional y diaria de una sociedad montada en buena parte sobre apariencias y sobre mitos de honor. Bajo ellas no hay sino una serie de motivaciones egoístas que Strindberg pone al descubierto y las hace saltar en pedazos.

Por ello, el tema sigue siendo actual no solamente por esta denuncia o por la re­flexión de las relaciones, si­no porque toda la misma en­traña del ser humano: su destino futuro y su sentido en esta vida.

Se trata de un texto que pudiera haber encontrado una adaptación a la época actual, y esta sería la tentación de quien lo coge en sus manos. Adaptación de espacios y de tiempo. Sin embargo, es un acierto mantenerlo en su época. La distancia y lejanía temporal funcionan esta vez como una técnica de extrañamiento que nos permite asistir con un cierto grado de objetividad crítica.

NARROS:
ENTRE EL REALISMO Y EL EXPRESIONISMO

El texto, en clave realista, posee unas líneas un tanto expresionistas que Narros ha sabido explotar. Entre ellas el personaje de la vieja que ronda el fortín-militar -pri­sión-casa aislada por las olas- termina por ser la viva representación de la muerte, de la soledad angustiosa, que, como una aparición, obsesiona al Capitán.

El texto.,acortado debido a su excesiva extensión, consigue no estatizarse - pe­ligro al que estaba abocado­ - y jugar con agilidad median­te múltiples desplazamien­tos de los tres actores princi­pales. Este ritmo es el que da una impronta y una fuerza evitando que se redujesen a conversaciones de salón.

La escenografía ayuda a crear el ambiente. En un estilo a medias entre lo barroco y lo expresionístico comunica la cerrazón de unas formas de vida y al mismo tiempo evoca el ambiente, apoyado por una sugerente banda sonora.

Por tanto, un buen texto, unos personajes bien traza­dos, una escenografía ade­cuada y bella y una dirección hábil. Y, sin embargo. a pe­sar del interés del mismo texto y de todo lo dicho, el espectador no se siente arrastrado. ¿Qué sucede?

LA FALTA DE GARRA
DE UNA INTERPRETACION

Me temo que ha habido un desequilibrio con la interpretación. Hay que hablar de una digna interpretación y con momentos brillantes sobre todo en Julita Martínez. Pero una interpretación que le falta esa chispa de genialidad para que Danza macabra fuese perfecta. Luis Prendes muestra su veteranía y logra instantes de acercamiento al personaje. Pero esa misma veteranía esta vez le ha traicionado. No consigue posesionarse del personaje en todo lo que tiene de trágico y desgarrado, así como de despótico. Recurre a una serie de estereotipos y "tics" que ya conocemos y que nos distancian del personaje que intuimos en la obra de Strindberg. Le ha faltado ese misterio de poder engarzar con el público y transmitirle el patetismo de su personaje. Quien queda mucho más pálido es Víctor Valverde en Kurt. Un personaje menos vistoso que los otros dos, pero no menos importante y no menos lleno de fuerza. A través de su actuación se intuye que aquel personaje tiene más vida y, sin embargo, se nos queda gris, monótono y casi como un fondal que no le corresponde.

Es aquí donde creo que se encuentra la principal causa de que Danza macabra, siendo un espectáculo fascinante, no haya conseguido transmitir toda la fuerza que posee. Sin embargo, espectáculos como este son de desear en el futuro. Y, sin embargo, el público se resiste a ir.
Y la pregunta es: ¿por qué?


José Ramón Díaz Sande
Copyright©diazsande
(1987)


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