CADA DIA ESTOY MEJOR
Título: Cada día estoy mejor
Autor: Jospeh Linuesa
Escenografía: Tres Romanos
Iluminación: Rodrigo Granda
Vestuario Romanos: Rocío Barreto
Sastrería: Natalia Pavlova
Grabación Música y Efectos: Sandra Vicente
Diseño Gráfico: Alberto Frigenti
Producción: Alberto Frigenti & Neil Frigenti
Compañía: Descalzos Producciones
Agradecimientos: Carmen Conesa, Juan Carlos Rubio, Karola
Escarola, Amparo Alcoba…
Intérpretes: Manuel Brun (Antonio/Roberto), Cristina Juan
(Pura/Pretty Caqui, David Sánchez/Víctor Tejera (Kique/Jaime)
Dirección: Josep Linuesa
Estreno en Madrid: Teatro Galileo, 23 – II - 06. |

MANUEL BRU/CRISTINA JUAN
DAVID SÁNCHEZ |
En el recién remodelado Teatro Galileo se ha instaurado
la función de tarde y la función Golfa. La primera recibe a la
clientela hacia las 20 horas y la segunda hacia las 22h 45
minutos. El término Golfa lo recoge del siglo XIX, cuando en el
zarzuelero teatro Apolo, a la última sesión se le llamaba con
este nombre. No es que haya desmadres, pero lo intempestivo de
la obra y la selección de textos que pueden ir desde la
vanguardia experimental hasta el trillado monólgo de cabaret,le
dan ese perfil.
 |
Este es el segundo texto que se presenta. Un texto de un
novel: Josep Linuesa, que hasta el momento se ha
movido más bien por el mundo de la interpretación.
También es éste otro de los criterios para que un texto
suba a las 22 horas 45 minutos: ser primerizo. |
El punto de partida es el descanso entre una sesión y otra de de
una Compañía de Danza Clásica que interpreta Spartacus.
Esclavos y romanos danzan en la escena y como figurantes unos
centuriones, tres porque el presupuesto no da para más, que
intentan con su trío sugerir todo un ejército. Para ello se
recurre al truco más elemental escénico: dar vueltas alrededor
del escenario a toda pastilla. Son figurantes y poco saben
algunos del arte escénico y menos de la danza, lo cual le lleva
a comentar a Kique (el más joven) lo absurdo de
que las chicas bailen en puntas. Sería más útil contratar chicas
más altas y así se evitaría ese esfuerzo de empinarse sobre unas
incómodas puntas.
La sesión doble permite al autor entregarnos la
verdadera comedia. Una hora y veinte minutos para
recuperar fuerzas, por parte de los tres figurantes. Una
hora y veinte minutos que el autor aprovecha para bucear
en la vida de los tres personajes: una ex - banquera con
un crimen a sus espaldas; un fontanero que perdió de
vista a su mujer en Hollywood Boulevard, y un actor sin
éxito que no desfallece y lo intenta una y otra vez. |
 |
Se trata, pues, de adentrarnos en las vidas de unos seres
insignificantes, cuyas historias no van a resolver los grandes
problemas del mundo, pero están ahí y quieren ser escuchadas.
Los personajes siguen el camino de ese teatro que nos habla de
perdedores, y que por eso mismo rezuman una gran humanidad. En
contraste, una sociedad que no les ha tratado bien.
Con una estructura dramática de escenas breves construidas a
base de pequeños monólogos hacia el público o a dos personajes –
fantasmas que vienen a su mente que interpretan los otros
actores -, posee una gran fluidez gracias a la alternancia de
dichos monólogos y escenas breves y a la alternancia también de
las historias de los tres personajes que se van hilvanando,
dejando la hebra suelta, para volverla a recoger después. Esto
le proporciona el pequeño suspense y por lo tanto el interés,
amén de proporcionar un todo común a las tres historias sueltas.
 |
El diálogo es ingenioso, breve, con toques de humor y
agudeza. Hay momentos que recuerdan, tanto por el perfil
de los personajes como por lo que dicen, a situaciones
de Miguel Mihura y otros a esa comedia agridulce
que nos ha dejado Woody Allen. Da la sensación de
que Josep Linuesa, su autor, ha bebido mucho de
esa comedia fina humorística cinematográfica, haciéndola
suya propia. No se escapa tampoco una cierta dosis de
humor negro, como es la naturalidad con que se aborda el
crimen, o el abandono del marido en pos del cutre
estrellato.
|
Los tres actores - Manuel Bru, Cristina Juan y
David Sánchez – no lo tienen fácil con sus personajes. Al
alternar monólogos, escenas a dos, desdoblamiento en otros
personajes obliga a un continuo juego interpretativo, que toca
diversos estilos, del que salen bien parados. Una prueba de
fuego es el monólogo en la línea – discreta - del Club de la
Comedia. Nos sentimos a gusto con sus disquisiciones.
La dirección corre cargo del propio autor, el cual consigue
proporcionarle el ritmo adecuado. En todo el montaje hay una
gran frescura y un entusiasmo por parte de todos que se comunica
al público, logrando que la hora y veinte que los tres
figurantes nos obligan a estar con ellos sea un hora y veinte
minutos de apacible sonrisa.
 |