EL
VIAJE A SIMORGH
NUEVO MODO DE CONCEBIR LA ÓPERA
Título:
El viaje a Simorgh
Música: José María Sánchez-Verdú
Libreto
del compositor: José María Sánchez-Verdú (libre
adaptación de Las virtudes del pájaro solitario de Juan Goytisolo)
Escenógrafo
y Figurinista:
Frederic Amat
Coreógrafo: Cesc Gelabert
Iluminador: Vinicio Cheli
Director
del coro: Jordi
Casas Bayer
Ayudante
del director de escena: Marco Carniti
Ayudante del escenógrafo: Roger Orra
Ayudante
de la figurinista: Vitoriano Simón
Ayudante
del coreógrafo: Toni
Jodar
Maestros
repetidores: Patricia Barton, Ricardo Bini, Mack Sawyer
Realización
de Escenografía: PQC
Lúdica, May Servicios para Espectáculos S.L., Taller d'Escenografía Jordi
Castells.
Realización
de Vestuario: Sastreria
Cornejo, Teatro Real
Utilería,
caracterización y calzado: Teatro Real
Tocados: Hortensia (Pasión Turca)
Audiovisuales: IKONICCarts.com, Daniel Molina
y pere Gifre, Frederic Amat
Proyectores: Lunatus
Músicos
solistas: Ara
Malikian (violinista), Viviana González/Ruth
Robles/Jorge Miró (Violas de Gamba), Andrés
Gomis Mora (Saxofonista)
Electrónica
en vivo: Experimentalstudio
für akustisehe Kunst e.V., Freiburg (Gregorio García Karman, Joachim Haas,
realización electrónica y proyección de sonido. Hendrik Manook, Michael
Silberhorn, proyección de sonido)
Danza: Compañía
Gelabert-Azzopardi Companya de Dansa
Directores
artístiscos danza:
Cesc
Gelabert – Lydia
Azzopardi
Bailarines: Carlos Fernández, Cesce Gelabert, Emma lewis, Noelia Liñana, Maureen
López, leslie millard, Caliope Paniagua, Alberto Pineda.
Otros
bailarines: Far
Alonso, Pedro Aunión, Leticia Castro, Paloma Díaz, Sharon Fridman, Henar
Fuentetaja, Remi Miguel, Yara Paz Núñez, Laura Ramos, Toni lrene Vázquez
Taboada
Figurantes: Alejandro Abreu, Pascual
Belastegui, Ricardo Castro, Cobián Olmo Creste, Bernabé Fernández, Víctor
Garda, Javier Gómez,
Antonio Gómiz, Jack Jamison, Ramon Linaza,
Oswaldo Martin, Félix Martinez, Manuel Menda, Sara Moros, Carlos Patiño,
Tony Rubet
Coro y
Orquesta Titular del teatro Real
Coro y
Orquesta Sinónica de Madrid
Nueva
Producción del
Teatro Real
Edición
musical: Breitkopf εt Härtel, Wiesbaden (Alemania)
Intérpretes: Dietrieh Hensehel* (mayo
4,7,10,12,15,17)/ Lucas Meachem* (mayo 6,9,13)(Amado), Ofelia Sala (mayo
4,6,7,9,10,12)/ Ksenija Lukic * (Mayo 13,15,17)(Amada), Carlos Mena (El/
La Sminarista), José
Manuel Zapata(Archimandrita), Mareel Péres* (Ben Sida), Jesús Castejón* (Don
Blas), Paola Dominguín* (
La
Muerte), Josep Ribot (Joven Señor Mayor), Celia Alcedo*
(Doña Urraca), Itxaro Mentxaka (
La Doña), Oswaldo Martín (Kirguis), Sara Moros (Camarera),
Cese Gelabert (bailarín)/ Ara Malikian (violinista)
(Pájaro Solitario)
Director
de escena: Frederic Amat
Director
musical: Jesús
López cobos
Duración aproximada: 1 hora 55 minutos
Estreno
absoluto en Madrid: Teatro Real,
4 – V – 2007 |
CESC GELABERT
PAOLA DOMINGUÍN
FOTOS: JAVIER DEL REAL |
*
Primera vez que actúan en el teatro Real. |
El
Viaje a Simorgh es ópera toda ella atípica, dentro de lo
que el personal medio entiende por ópera. Entre el público hubo de todo:
fervientes y reticentes. Ninguno destructivo. El respeto hacia lo nuevo o lo no
habitual puede decirse que ha sido la tónica receptiva.
FOTO:
JAVIER DEL REAL |
El Teatro Real ha apostado por una producción nueva en todos los
aspectos: argumentalmente, musicalmente, vocalmente, escenográficamente y escénicamente. Responsables de cada una de
estas secciones son Juan Goytisolo (el “libreto” parte de su novela Las
virtudes del pájaro espino); el compositor José María Sánchez-Verdú, y el pintor escenógrafo Frederic Amat, que también se ocupa de
la dirección de escena. |
Llama poderosamente la atención la partitura musical de Sánchez-Verdú. De él se tenían noticias
desde Berlín, Munich y Lucerna pero nunca había estrenado en España. Aquí
se le ha dado carta blanca y tal generosidad la ha puesto en práctica. Da la sensación de que no se ha
visto obligado a hacer concesiones. No le hace ascos a ningún estilo, ninguna
cultura musical, y a ningún instrumento. Echa mano de lo que necesita en cada
momento y ahora recurre a los instrumentos de la orquesta tradicional, ahora a
la electrónica en vivo o al canto sufí. Lo más asombroso es que da muestras de
un gran dominio musical en cada una de las áreas. Posiblemente la música es lo
que más llama la atención y lo más satisfactorio. Es una música que roza lo
abstracto en muchas ocasiones, lo cual no podía ser de otro modo para un
libreto que no trata de narrar una historia al uso, sino de introyectarse en la
vida humana y emprender un recorrido anímico en que las emociones son protagonistas. Estados de ánimo del ser
humano que tiene que enfrentarse con el flujo, a veces hostil, de culturas intransigentes.
Sanchez-Verdú no solamente construye una partitura para ser interpretada por instrumentos
tradicionales, sean de la orquesta sinfónica o de la música popular, sino que
al instrumento de siempre le arranca nuevas y espectacularidades sonoras acordes
con la exposición narrativa.
Estamos habituados a que la ópera sea también canto en sus
diversas modalidades de estilo. No solamente el belcantismo. Aquí, el canto es totalmente opuesto al
belcantismo. Es más, Sánchez-Verdú ha manifestado en alguna ocasión lo ridículo que le resultan ciertas florituras
de los/las cantantes. Ha buscado, para
esta ocasión, cantantes que están en gran comunión con él. La voz recorre una
amplia gama: lo aparentemente hablado, el canto sufí, lo culto, lo medieval y
lo experimental. Y para ello ha buscado las voces originales de tales estilos,
como es el caso de Marcel Pérès.
Me explico: Tradicionalmente cuando las óperas, zarzuelas y demás expresiones
líricas concebían un personaje de unas determinadas características folklóricas, el folklorismo de su cante se estilizaba a través del mundo lírico. Piénsese, por ejemplo, en la voz del fuego fatuo en El amor Brujo de Manuel de Falla – en alguna versión lo ha cantado una voz de
coloratura original como fue el caso de Rocío
Jurado -, que siempre la han cantado las mezzosopranos aportándole al
“cante” originario la peculiaridad de la
escuela lírica. Sanchéz-Verdú parece
no entrar en ese juego y echa mano de las voces aptas para cada personaje y
situaciones. Ello proporciona mayor credibilidad al conjunto. Es, pues, una
revolución dentro del mundo de la lírica tradicional. |
JOSEP RIBOT/MARCELPÉRÈS
FOTO:
JAVIER DEL REAL |
Con el tipo de vocalización que crea el compositor, imagino, que
los cantantes no lo tienen fácil, pero salen bien parados. Destacan todos cada
uno en su registro: el contratenor Carlos Mena; Marcel Pérès (medievalista); el Amado y
la Amada Dietrich Henschel y Ofelia Sala (otro
reparto es Lucas Meachen/Ksenia Lukic) y el tenor José Manuel Zapata. Este aspecto “canoro” es, tal vez, lo que más
desconcierte a un público habituado a escuchar “melodías” o gorgoritos en la
ópera tradicional.
A medida que avanza la historia, la voz pierde protagonismo en
favor de la música. Ésta termina siendo el centro y es cuando más invade la
danza en el espectáculo. Este uso de uno u otro medio expresivo hace que Sánchez-Verdú no ponga en el centro de
su obra el canto. En cada momento elige el elemento musical, plástico o de
danza según convenga.
DIETRICH HENSCHEL
FOTO: J. DEL REAL |
Música y canto están, pues, al servicio de un libreto que bebe de Goytisolo, el Cantar de los Cantares, y los místicos cristianos. En medio de un
mundo turbulento, atacado por la intransigencia, el amado y la amada emprende
el camino del encuentro. Lo que podríamos llamar línea argumental, a veces resulta
confusa y como fragmentada para quien no posea una cierta cultura histórica, lo
cual le lleva a la complejidad de contenido. La presentación del tema en el
programa de mano y la descripción de los acontecimientos de las diversas
escenas, orienta al espectador, lo cual no impide que navegue en medio de un
cierto oleaje. Frederic
Amat se ha encargado de crear
el espacio escénico. Sencillamente apabullante bajo muchos aspectos, hasta el punto de que está en el límite de convertirse en el verdadero protagonista, haciendo palidecer otros
aspectos de la ópera. El arranque y el final con la escalera
de caracol hacia las alturas y la impactante música es
de una gran teatralidad en el mejor sentido de la palabra. Se ha conseguido
también un buen ritmo en los cambios escenográficos. Completa la plástica un
fantasioso y evocador vestuario, así como una iluminación muy expresiva.
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En esta línea de modernidad las coreografías se las han encargado
a Cesc Gelabert. Con ellas también
se intenta seguir narrando y no son mero adorno. Están llenas de creatividad.
No obstante, a veces, rompen la continuidad dramática.
La combinación de música
orquestal y electrónica en vivo no resulta fácil, ya que no todo viene
controlado por un único director, en este caso Jesús López Cobos. Sin embargo la combinación de ambas se logra
perfectamente y también para el oído del espectador.
El público se mantuvo discreto y no se ocultaba en él cierto
desconcierto, incluso el habituado a la llamada ópera moderna, que en realidad
ya es de los primeros años del siglo XX. Lo que ha compuesto Sánchez-Verdu va más allá. No se
trata simplemente una música para un libreto,
previamente escrito, sino que más bien parece
que la génesis de argumento y música se ha ido entreverando, como se ha ido
entreverando la concepción escénica de F.
Amat y la novela de Juan Goytisolo.
De hecho algunos dibujos que ilustran la última edición de la novela Las virtudes del pájaro solitario, en la
que se inspira la ópera, se agigantan para arropar las escenas operísticas.
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FOTO: JAVIER DEL REAL |
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