QUIJOTE
HISTORIA DE LOS INVENCIBLES HECHOS
DE DON QUIJOTE DE LA MANCHA
UNA ACERTADA DRAMATURGIA
Título: Quijote. Historias de los invencibles hechos de Don
Quijote de la Mancha
Autor: Miguel de Cervantes Saavedra y Francisco de Ávila
Dramaturgia y dirección: Colectiva Compañía Doblón Teatral
Escenografía y vestuario: Lorenzo Collado
Realización de la escenografía: Antonio Rotulación S.L.
Realización del vestuario: Gabriel Besa.
Producción y gestión: Ana Isabel Hernando
Intérpretes: Carlos Torrente (Don Quijote),
José Ortega (Sancho
Panza),
Lorenzo Collado (Ventero, Blanca Luna y bachiller),
Ana
I. Hernando (Maritormes y sobrina),
Paloma Terrón (Ventera y
ama)
Estreno en Madrid: Galileo Teatro, 19 – XI - 2005 |
COMPAÑÍA DOBLÓN TEATRAL |
A punto de apurar el IV Centenario del Quijote, llega al
remodelado Galileo Teatro una adaptación teatral del
Quijote, enrolado en la Campaña de Teatro infantil y
Juvenil. Su público no es solamente los niños y los jóvenes,
sino la familia. Entra pues en el concepto de Teatro Familiar.
De hecho existen dos versiones del espectáculo:
Una
para los más pequeños, los cuales viajarán con Alonso Quijano
en los pasajes de la Contratación de Sancho; El yelmo de
Mambrino; Las peripecias de la venta: Llegada, preparación para
su consagración como caballero, Vela de armas y Fiesta final; La
lucha con el caballero de la Blanca Luna; Testamento y final de
D. Quijote.
Otra para adultos, en las que se incluyen: Maritormes; El
retablo de Maese Pedro, y El desencanto de Dulcinea.
El comentario de estas líneas versa sobre la representación
infantil, del día del estreno de un sábado 19 de noviembre a las
12 horas.
El material del que parte este Quijote es el de la propia obra
original y de un entremés de Francisco de Ávila (1573 –
1647): Entremés famoso de los invencibles hechos de D.
Quijote de la Mancha. De este último parece haber tomado el
largo subtítulo para esta versión.
La selección de escenas y su entrelazado en una estructura
unitaria es acertada, sobre todo cuando se parte de una obra
larga y dispersa como es el Quijote. La figura de
Alonso Quijano es la que guía toda la historia y los
avatares son los relacionados con el personaje central. También
se ha cuidado el que los diálogos y texto final – el testamento
– se traduzca a un lenguaje accesible. Ello permite claridad
narrativa para un público infantil que, posiblemente, se acerca
por vez primera a las andanzas del Caballero.
El
que se celebre el IV Centenario de el Quijote, indica que la
obra de Cervantes no ha caído en el olvido. Ello ya lo
sabíamos con Centenario o sin Centenario. Tal recuerdo continuo
ha hecho que Alonso Quijano, como D. Quijote,
sea inmortal. Dicha inmortalidad también es recogida visualmente
en este montaje. La idea es válida, pero su realización es
meramente discreta. Sería de desear un despliegue de mayor
imaginación visual.
La puesta en escena prefiere lo simple y plásticamente – tal vez
por didactismo – recurre a un gran libro, El Quijote, que
comenzaremos a leer. A medida que se suceden las escenas, un
actor va pasando las enorme páginas (4 por 3 metros), y sobre
ellas están fotografiados, en vivos colores, los diversos
ambientes. La alusión al libro y la sencillez escenográfica,
ayuda bien al ritmo de la sucesión de escenas y desde el punto
de vista didáctico – aunque no sea nuevo comenzar por las
páginas de un libro, cuando la historia parte del famoso cuento
“Érase una vez …” – plasma
bien, visualmente, el origen literario de la obra. Es también
muy ingeniosa la fabricación de las armas, por parte del
ventero, a base de perolas, embudo y demás artilugios de cocina
para consagrar caballero a D. Quijote. Algo, por
otro lado, muy en consonancia con la imaginación de los niños
cuando intentan disfrazarse. Dentro de lo farsesco, se logra una
auténtica vestimenta de Caballero en armas. Y ya que estamos con
la escenografía y su utillería, se entiende menos alguna pequeña
torpeza, como es el sacar la cama de Don Quijote a base de
manos. Unas discretas ruedecitas permitirían mayor fluidez de
trasalación.
Acudiendo a una clave de farsa, salvo la muerte final de Don
Quijote, el colorido del vestuario, que ha concebido Lorenzo
Collado, es de una gran viveza que ayuda a la farsa y que evoca,
de algún modo, el mundo de los títeres. Se consigue, pues, una
brillante plástica.
CARLOS TORRENTE |
Esa misma clave farsesca se lleva al tratamiento interpretativo
en los diversos personajes que pululan en torno a D. Quijote.
Éste es el único que mantiene un cierto distanciamiento del
estilo escogido. La planta, dignidad y voz de Carlos Torrente
(Quijote), logran un buen contrapunto a la general farsa. Está
muy bien transmitido lo que del libro se desprende: un personaje
- Quijote – que vive traciende este mundo plagado de picaresca e
intereses. Aunque hay una buena labor de conjunto, Lorenzo
Collado parece sentirse como pez en el agua, en sus diversos
personajes. |
Después hay ciertos lunares, que, imagino, se deben al día del
estreno y que son mejorables. La Fiesta final de la venta en la
que todos cantan, es un pequeño desastre a nivel musical y
canoro. Y la misma fiesta crea un equívoco a nivel de montaje.
Tras ella, hay un parón que el público entiende como final de la
obra y aplaude – no a la canción sino al conjunto de la
representación -, en espera de los consabidos saludos, al mismo
tiempo que comienza a enfundarse en sus abrigos. Si hasta el
momento, una de las virtudes era el buen hilván de las escenas,
aquí se rompe.
Hay un intento de interacción con el público. El Quijote
comienza hablando a los niños. Pienso que no consigue la
interrelación. Casi a mitad se pide a unos cuantos niños suban
al escenario. Formarán parte de la comitiva – con vestuario de
capas – que rinda pleitesía a D. Quijote. Algo no funcionaba en
la representación del estreno. Todo era muy sorpresivo, forzado
y falto de gracia. No sé cómo se lo tomarían los niños
participantes.
Si el espectáculo es más que digno en su dramaturgia, plástica e
interpretación le falta cierta magia y encanto de interrelación
con los más pequeños. Claro que esto, pienso, se habrá ido
remediando con las sucesivas representaciones. |