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JUST FOR SHOW
MAGISTRAL
UN ESPECTÁCULO MAGISTRAL, PLENO DE TALENTO Y RESULTADO
DE UN COMPLEJO Y EXIGENTE PROCESO DE ELABORACIÓN. |
FOTOS: JORO VOLEK |
Título: Just for show.
Compañía: DV8 Physical Theatre.
Coreografía y dirección: Lloyd Newson.
Música: John Hardy, Simon Hunt.
Escenografía: Lloyd Newson, Naomi Wilkinson.
Iluminación: Jack Thompson.
Vestuario: Christina Cunningham.
Bailarines: Mikel Arístegui, Joanne Fong, David
Hughes, Tamnja Liedtke, Alessandra Mattana, Matthew Morris,
Miguel Muñoz, Celine Perroud, Kylie Walters, Paul White.
Estreno en Madrid: Teatro de Madrid, 13 – X - 05.
Just for show es un espectáculo difícil de clasificar. La
danza domina como género, pero se entrevera de proyecciones y de
segmentos en los que se combinan a su vez el teatro, el cabaret,
o los remedos de la iconografía cinematográfica, subrayado todo
ello por la música. El juego irónico sobre los procesos de
exhibición y ocultamiento de la realidad, de
creación
de imágenes que sustituyan, maquillen o embellezcan aspectos no
deseados de la propia persona, o de construcción de
representaciones vacías de contenido, pero capaces de deslumbrar
o de encandilar a quienes los contemplan, constituye el hilo
conductor de Just for show, que se convierte así en una
reflexión sobre la conducta contemporánea y en una sátira sobre
sus modelos de funcionamiento, al tiempo que propone un
brillante divertimento escénico, inspirado por el humor y la
imaginación. Su composición, fragmentaria y recurrente a la vez,
no es en absoluto caprichosa. Los motivos se entrelazan, se
ocultan y reaparecen, resurgen como variaciones sobre el mismo
tema o se funden o simultanean con otros nuevos. Su
dinamismo
y su aparente desvertebración no impiden, sin embargo, una
singular armonía y una coherencia profunda en lo que al sentido
del espectáculo se refiere.
El trabajo explora los continuos cambios de ámbito escénico en
el que se desarrolla la acción: proscenio, foro, centro y
laterales del escenario o patio de butacas son ocupados y
desocupados por los bailarines en transiciones rápidas y
fluidas. Las proyecciones añaden además espacios virtuales que
enriquecen y hacen más compleja la sucesión de territorios en
los que la acción se presenta, efímera y mudable, aunque, tal
vez por ello, sugestiva y brillante.
Puede
advertirse un cierto neobarroquismo, postmoderno y ecléctico, en
la propuesta, resuelto con frecuencia en series de contrarios, a
veces explícitos, otras aludidos, en ocasiones presentados como
juegos sencillos: dentro-fuera, izquierda-derecha,
desnudo-vestido, cotidiano-fantástico, manipulación-libertad,
soledad-compañía, etc. La complicidad con el público, el guiño o
las rupturas deliberadas de las acciones representadas sobre el
escenario provocan un efecto distanciador que acentúa la ironía
y provoca la reflexión sobre lo mostrado.
Pero la descripción de este espectáculo quedaría incompleta si
la redujéramos a estos elementos conceptuales. La calidad
técnica del trabajo de los bailarines, la calidad de la
coreografía, la limpieza y la energía de la ejecución, la
plasticidad y la potencia de las imágenes -muchas de ellas
ingeniosas y verdaderamente memorables-, la pertinencia del
vestuario y la perfección de la factura formal del conjunto
configuran un espectáculo magistral, pleno de talento y
resultado de un complejo y exigente proceso de elaboración. |