CARMEN
MARIA CARRASCO
Título: Carmen.
Autor: Próspero Merimée.
Guion adaptado, coreografía y dirección artística:
María Carrasco.
Música: Bizet (Suite) y flamenco.
Iluminación: Fernando de Gabriel.
Sonido: José Luis Álvarez.
Escenografía: María Carrasco/Fernando de
Gabriel.
Repetidora: Yolanda Lara.
Vestuario: París.
Producción: Espectáculos Candilejas, S.L.
Diseño de imagen: Alicia García.
Músicos: Carlso Orgaz (guitarra), Angélica
Leyva, La Tremendita (Cante), Chema Uriarte (Percusión),
Fernando Bravo (Viento).
Intérpretes: María Carrasco (Carmen),
Yolanda Lara (Manuela),
Juan Carlos Rodríguez Galván (Don José),
Maximiliano Rebman/Adrián Luppi (Torero),
Martín Soisa/Guillermo Henao (Zúñiga),
Jorge Alfredo Valdés (Tabacalero),
Luis Miguel Alonso (Lillac Pastia),
Carlos Molín (Gitano).
Cuerpo de Baile: Rocío Bustos,
Ester Cortés, Vanesa Domínguez,
Ruth Sánchez, Iván López, Pablo Cervantes,
Francisco Leiva, Sergio Franco.
Reposición en Madrid: Teatro de Madrid, 11-
mayo – 2005 |

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Carmen es siempre un tema recurrente en el mundo de la
danza y se ha traducido dancísticamente a los más dispares
estilos desde el clásico hasta el flamenco. No hace poco
Antonio Canales, nos traía una peculiar Carmen. Y en
el colmo de la escenificación, caballo incluido, está la
Carmen de La Cuadra de Sevilla.
María Carrasco tampoco ha resistido a la tentación y a
partir de nuestro Próspero Mérimée y picoteando aquí y
allá de la partitura de Bizet, maridándola con sones
flamencos de guitarra, percusión y cante se ha lanzado al ruedo.
El guión - confeccionado por ella misma, así como la coreografía
– reconstruye la historia en 14 escenas a las que les pone
título: A las orillas del Guadalquivir, Encuentro, Dragones
de Alcalá, Habanera, Tabacalera, Seguidilla, En la prisión, En
la taberna. Así llegamos a la primera parte. Tras el
descanso siguen: Fugitivos en la montaña, Presagio, Amantes,
La Plaza, Corrida y Muerte. Al ser una historia de muerte,
una máscara blanca, de prolongada capa aterciopelada, avanza
majestuosamente a través del pasillo del patio de butacas. Sube
al escenario y allí D. José, maniatado al
tradicional garrote vil, espera su muerte. La tal máscara se
transformará en leiv motiv a lo largo de los amores de
Carmen, mujer que donde quiera que va lleva consigo
amor y muerte. Un oscuro marca un flash-back, y en las luminosas
orillas del río Guadalquivir en Sevilla “ellas” lavan sus
enaguas y “ellos” ejercen de “voyeurs”. A partir de aquí la
narración fluye linealmente hasta el trágico final en la plaza.
En
esta versión se ha ido más allá de la mera coreografía. Entronca
con el ballet argumental, manejando bien una estructuración
dramática y aprovechando simbólicamente vestuario y atrezzo.
Está la ya mencionada máscara y después la larga bata de cola
que sirve para la entronización grandielocuente de Carmen
en la plaza, marcar el ruedo evocando los burladeros y terminar
como mortaja-sudario de Carmen. En este aspecto
hay pues un bien cuidado uso de “atrezzo” como elementos
dramáticos y narrativos.
Igualmente se han recreado escenográficamente las diversas
escenas con discreción, sencillez y gusto, recurriendo a veces a
la iluminación como único elemento (la cárcel, por ejemplo).
Ello permite que la transición entre las escenas no pierda
ritmo. Menos convincente son las proyecciones de Sevilla sobre
el ciclorama. Una vez que actualmente se ha llegado a una gran
perfección, éstas resultan modestas y son, a mi entender,
innecesarias. En general, el aspecto plástico, está cuidado y
funciona.
Algo similar sucede con el vestuario. Campea sobre él, el buen
gusto y ambienta.
Quiere esto decir que María Carrasco (en el programa de
mano se le menciona también como dirección artística),
trasciende en su puesta en escena la pura danza.
Siendo necesario todo lo anterior, un ballet justifica su
calidad por la danza. María Carrasco nació en la llamada
Danza Española y prosiguió su carrera con el flamenco y otros
estilos. Tal variedad de estilos es la que conforma la coreogría
de Carmen, aplicando cada estilo a la situación
dramática correspondiente. Por eso el flamenco para las escenas
de mayor dramatismo, el pseudotango para la seducción, elementos
de danza contemporánea contrapunteados entre los otros estilos y
conatos de baile español para momentos que el ballet clásico
recurría a la pantomima.
Tiene
especial protagonismo el personaje de Carmen, el
cual expresa sus diversos estados de ánimo y su línea narrativa
acudiendo a los diversos estilos ya citados. María Carrasco
– la Carmen – domina todos ellos e imagino que
están concebidos a imagen y semejanza suya. Al acudir a algunos
como el tango, ha sabido ser discreta. He hablado de
pseudotango, porque pienso que de ello es consciente la propia
María. Cuando en estos últimos años tantas parejas de
tangos, bailando en solitario o formando espectáculo con otras,
se han descolgado en nuestro país con un tipo de tango
virtuosista, hubiera sido una temeridad pretende emularlos. Aquí
los pasos, las vueltas y el alzado de pierna invitando a la
sexualidad, se aleja del virtuosismo acrobático y prefiere,
acertadamente, la prudencia.
La diversidad de estilos proporciona a todo el conjunto una gran
variedad y puede decirse que cada situación encaja bien con el
estilo elegido.
Si
bien las coreografías de solos o de pasos a dos funcionan tanto
eninterpretación balletística como en el tempo rítmico, no
sucede lo mismo con las coreografías de conjunto. De ellas la
más insulsa es la de dragones de Alcalá a las orillas del río.
Se apodera de excesivo tiempo para una coreografía un tanto
anodina y trabajada en líneas de formación, que no siempre son
precisas. Algo similar sucede con las lavanderas en el río al
principio. Esta es una coreografía más graciosa, vistosa, alegre
y que transmite bien el ambiente sensual, pero también se
alarga, cuando en realidad debe ser una pincelada y retarda
demasiado la entrada del personaje de Carmen. A
nivel de guión, incluso no es necesaria esta introducción tal
cual está diseñada. Creo que resultaría más impactante y ágil la
transición del garrote vil de Don José y mortaja
de Carmen a la sensualidad de ella, refrescándose
en la fuente. Del conjunto y luego con gran presencia y
prestancia destaca el baile de Yolanda Lara (Manuela).
Más proporcionado, dentro de las coreografías de conjunto, están
Tabacalera, en la Taberna y la Plaza.
Resulta también menos inspirado el baile del torero y al no
poseer esa chispa creativa, el tiempo lo notamos.
Esta Carmen posee un acierto en la fusión de estilos bien
dosificados y en su construcción dramática interna. El personaje
femenino protagonista es el que copa la mayor parte de la
narración coreográfica y María Carrasco saca buen partido
a un baile, que sin perder la línea balletística, le infunde una
gran dosis de interpretación, huyendo de la danza vacía o
virtuosa. Cada movimiento que concibe no pierde, por parte de
ella, su valor narrativo dramático. María es
bailarina/bailaora segura, que no pierde la fusión entre danza e
interpretación, tan necesaria en un ballet de tipo argumental.
El personaje de Don José, pierde protagonismo y
ofrece pocas posibilidades para un lucimiento balletístico.
En general la compañía muestra una buena formación balletística.
Siendo un espectáculo aceptable, su peor enemigo es el tiempo.
Se alarga innecesariamente y ello pesa sobre el interés y ritmo
de todo el conjunto.  |