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XXI FESTIVAL DE OTOÑO DE MADRID 2004
LOS CUATRO ELEMENTOS (DANZA)
UN BUEN RECITAL |
Título: Los cuatro
elementos.
Coreografías e interpretación: Rocío Molina (El agua,
guajira), Carlos Rodríguez y Daniel Doña (El Aire, fandango),
Alejandro Granados (La Tierra, seguiriya), Carmen Cortés (El
fuego, soleá).
Música: Gerardo Núñez, Paco Cruz, Perico Sambeat.
Cante: Rafael Jiménez “Falo”, Jesús Méndez, Luis
Moneo, Eva Durán.
Guitarras: Gerardo Núñez (artista invitado), Paco
Cruz, Rafael Jiménez.
Saxo: Perico Sambeat (artista invitado).
Percusión: Nacho Arimany.
Dirección musical: Gerardo Núñez.
Vestuario: Miguel Adrover.
Realización de vestuario: Aiako Numata.
Iluminación: Clifton Taylor.
Producción: Miguel Martín Productions.
Espectáculo encargado por el Festival Flamenco USA.
Fotografía: Javier Suárez.
Dirección escénica: Jacqulyn Buglisi.
País: España (Comunidad de Madrid).
Duración aproximada: 1 hora y 20 min. (sin
intermedio).
Fotografías: J. Suárez.
Estreno en Madrid: (Estreno absoluto), Teatro Albéniz,
21–X-04
Hay una buena idea, en el programa de mano, que remite a la
fusión y descomposición de lo que es el ser humano y que desde
el inicio del pensamiento ya se había barajado: los cuatro
elementos que forman el cosmos y al humano: Agua, Aire, Tierra y
Fuego. La literatura mitológica y el mundo de la pintura lo han
expresado en varias ocasiones. Ahora, cuatro bailaores flamencos
– Carmen Cortés, Alejandro Granados, Rocío Molina,
Carlos
Rodríguez o Daniel Doña - bajo la dirección de la coreógrafa
Jacqulyn Buglisi lo llevan al mundo de la danza flamenca. Se
trata de un encargo del Festival Flamenco USA, cuyo estreno
absoluto se da en este Festival de Otoño de Madrid.
He dicho que es una buena idea, lo que sucede es que terminado
el espectáculo, con bastante de positivo, no queda tan claro que
las sucesivas coreografías reflejen la tal idea, salvo la
plástica de un acertado vestuario y de la discreta proyección
virtual.
Si intentamos considerarlo como un “ballet” unitario su
estructura consta de un principio – los que serán cuatro
elementos, sentados, parecen invocar un conjuro mediante un
baile de pies flamencos rociados de un toque expresionista
americano – y los sucesivos solos – casi de recital – de cada
uno de los elementos, a los que se le aplica un estilo de
flamenco (palo) que parece ser el adecuado al elemento que
representa. La fusión de los cuatro llega al final. Los cuatro
bailan a su aire, enhebrándose unos con otros.
Rocío Molina
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He dicho con “bastante de positivo”. Lo positivo está en las
coreografías individuales y no tanto en la transmisión de esa
idea de la que se nos habla. Si no fuera por el programa de
mano, es posible que no captásemos nada de lo que se nos quiere
decir. Olvidándonos de este aspecto argumental el espectáculo
tiene una gran virtud: la duración del tiempo. Se ha conseguido
buscarle il tempo adecuado. Esto quiere decir que se ha
encontrado el ritmo al espectáculo. También otra de las virtudes
– una vez que sabemos que se trata de tales elementos – se ha
sabido aplicar el “palo” que puede venir mejor al espíritu del
elemento elegido. Una virtud más es el que cada coreografía
viene construida por el propio bailaor/a. Ello le proporciona
una dimensión de mayor autenticidad y de fuerza, hasta el punto
que – imagino – permite una improvisación si viene al caso o una
nueva creación sobre la marcha.
El agua es Rocío Molina y su tonada una guajira, que interpreta
como bailaora dentro de cierta pureza del estilo. Brega
elegantemente con una bata de cola que transmite al personaje,
amén del oleaje, la evocación de la sirena. Tiene gracia y
seducción. Su baile nos remonta a un flamenco tradicional lleno
de fuerza y que entusiasmó al público.
Alejandro Granados |
Daniel Doña (día 23), es el aire. Su baile, pautado por el
nostálgico saxo de Perico Sambeat, prefiere el fandango, pero un
fandango “sui generis” en el que se mezclan movimientos y
desplazamientos como apuntes de danza contemporánea. Sobresale
una depurada técnica y una gran elegancia.
El zapateado y el plante de flamenco puro aparece con Alejandro
Granados - enfundado en un terno marrón – y él es la tierra que
se expresa mediante una seguiriya. Es bailaor de gran pureza de
líneas y de una sobriedad admirable. Serenidad y firmeza es lo
que mejor le definen, sin alardes acrobáticos en su zapateado,
como sucede con otros bailaores cuando la borrachera del
entusiasmo y la pasión les invaden.
Carmen Cortés |
El fuego es Carmen Cortés. Enfundada en un dudoso vestuario –
flecos rojos sobre fondo amarillo – se lía con una soleá, en la
que lo que más reluce son el exquisito enhebrado de sus brazos
de ritmo lento, pero de gran sugerencia. Hay momentos de gran
expresividad, al que ayuda la percusión de Nacho Arimany. La
introducción de este elemento es de gran evocación, al combinar
una serie de voces con dejes árabes o aroma de saeta.
La dirección escénica corre a cargo de Jacqulyn Buglisi –
codirectora y coreógrafa de la Compañía Buglisi/Foreman – cuyo
mayor mérito está en haber conseguido un espectáculo muy bien
ritmado en todas sus partes.
El público – no día de estreno y con gran afluencia – aplaudió
con gran entusiasmo.
José Ramón Díaz Sande
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TEATRO ALBÉNIZ
Teatro de la Comunidad de Madrid
Dirección: Cristina Santolaria
C/ de la Paz, 11
28012 - Madrid
Tf. 91 531 83 11
Metro: Sol
Autobuses: 3,515,50,51,52,53,150
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