YERMA
BUEN BAILE Y DESPROPORCIÓN EN LOS PERSONAJES
Cristina Hoyos en la Vieja Pagana (Yerma) |
Título: Yerma
Autor: Federico García Lorca
Guión, Dramaturgia y Dirección Escénica: José Carlos Plaza
Coreografía: Cristina Hoyos
Música: José Luis Rodríguez
Espacio escénico e iluminación: Paco Leal
Vestuario: Pedro Moreno
Ayudante de Coreografía: El Junco
Ayudante de Dirección: Juan Antonio Jiménez
Realización Vestuario Hombres: Pedro Moreno
Realización Vestuario Mujeres: Ana Lacoma
Calzado: Arte Flamenco, S.L.
MÚSICOS GRABACIÓN:
Guitarras: José Luis Rodríguez, Antonio Sousa, Roque
Acevedo
Percusión: Antonio Montiel
Palmas: El Junco
Teclados: Miguel Ángel Bermúdez
Técnico de grabación: Maxi Ramírez
Mezclado y Editado: Estudios 4,40
Elenco: Susana Casas (Yerma), El Junco (Juan), José Luis
Vidal (Víctor), Cristina Gallego (María), Rosa Belmonte y Encarni
Gilabert (Hermanas), colaboración especial de CRISTINA HOYOS (Vieja
Pagana)
Mujeres del Pueblo: Mar Montero, Ana Moya, Sandra Guerrero, Esther
González, Lola Jaramillo, Esther Vélez
Hombres del Pueblo: Jesús Ortega, Jesús Herrera, Jacob
Guerrero, Francis Núñez, José A. Jurado, Juan A. Jiménez
Cantaora: Ana Ramírez
Compañía: Compañía Andaluza de Danza
Dirección: Cristina Hoyos
Dirección, Gestión, Promoción, Imagen y Administración:
Empresa Pública de Gestión de Programas Culturales
Duración del espectáculo: 1 hora 45 minutos (sin descanso).
Nada más alzarse el telón los augurios son buenos. Una inspirada
escenografía resume el conflicto de Yerma y traduce plásticamente su
significado: “terreno inhabitado”. Amplias y rugosas lascas de ocre
árido forman las paredes de cueva a lo Sacromonte, o de útero
reseco. El abrirse de la gran losa al comienzo y el cierre al final
cobran valor simbólico de esa mujer llamada Yerma, educada
exclusivamente para ser fecundada y generar vida.
El teatro de Lorca siempre es fuente de muchas sugerencias, una vez
que sus textos nunca abandonan su tratamiento poético. Ya se sabe,
la música, la danza y la poesía, “amen” de poseer la característica
de universalidad, son lenguajes que van más allá del mero relato.
Por eso cuando uno se acerca al “relato” siempre cree ver en tal
escena un tratamiento más adecuado a otro género como podría ser la
danza o el canto. No es casual que Lorca haya sido fuente de
inspiración para muchos coreógrafos. Uno de los más acertados,
Antonio Gades.
Yerma-Danza tuvo en Rafael Aguilar una coreografía peculiar. Abordó
el tema alejándose de la narración externa, para profundizar en el
subcosciente de la protagonista y de su entorno. El tema de la
esterilidad femenina y sus consecuencias negativas socialmente, que
muchas veces se predica como centro de la obra, aparece claramente
expuesto como resultado de un rechazo sexual de la pareja
institucional y su imposibilidad - por cultura - de ampliar otros
horizontes afectivos. De tal conflicto la naturaleza se venga,
resecando las paredes de la vida. Al tratar el tema en modo más
abstracto, su narración se hilvanaba por asociación de ideas o de
emociones.
En esta ocasión José Carlos Plaza - responsable del guión, la
dramaturgia y la dirección escénica - prefiere un desarrollo más
narrativo, aunque tamizado por la idea de fondo: “grito del vacío
interior (producido) por una moral y una normativa obsoleta y
castrante .. Grito del absurdo de la existencia”
El onírico arranque de la obra - una especie de blanca Santa Compaña
con cayado llevando a un niño sin rostro hasta Yerma - reproduce la
acotación de Lorca :”La escena tiene una extraña luz de sueño. Un
PASTOR sale de puntillas, mirando fijamente a YERMA. Lleva de la
mano a un Niño vestido de blanco. Suena el reloj. Cuando sale el
PASTOR la luz se cambia por una alegre luz de mañana de primavera.
YERMA se despierta.” A partir de entonces la narración fluye según
las grandes secuencias de la obra de Lorca.
Temas fundamentales son: Encuentro de Yerma con Juan, su esposo y
constatación de la ausencia, por parte de él; anuncio de María, su
amiga, sobre su estado de buena esperanza; atracción mutua, pero
reprimida, entre Víctor y Yerma; las lavanderas; la romería;
la
tragedia final. Alternando, pero presente desde el inicio la Vieja
Pagana, como destino.
Esta versión es de los “ballets” en que la narración se sigue con
mayor comprensión, lo cual supone un guión claro. Pero esta línea
narrativa está impregnada desde el principio de una serie de
connotaciones: represión en Yerma; dominio de Juan sobre Yerma y
apunte de violencia (psicológica) de género; sociedad bienpensante
autora de la represión, frente a un pueblo en fiestas barnizado de
paganismo y hedonismo, puerta abierta a la liberación y a la
generación de vida. Dramatúrgicamente hay dos conceptos claros en el
tratamiento: la descripción represiva de la época, personificada en
Yerma y en la familia de Juan, y una descripción orgiástica y ritual
más allá de los sensuales encuentros de unos campesinos en la “era”.
Pienso que esto es importante para poder entender la diversidad de
tratamiento coreográfico. Mientras que en la primera parte avanzamos
por una línea más realista - el realismo no existe en danza -, la
parte orgiástica rompe esas barreras y no se trata de unas picardías
en la era, sino de un mistérico ritual sobre la fertilidad.
La coreografía de Cristina Hoyos trabaja cada una de las secuencias
en modo diverso. Manteniendo de fondo la esencia del flamenco a
través de - sustancialmente - los tradicionales “palos flamencos” y
el zapateado, recurre a la socorrida pantomima de los “ballets” como
es el encuentro con María, las hermanas y otros momentos de
transición.
La orgiástica fiesta tiene un tratamiento más anárquico y aquí la
danza, a nivel coral, se sustituye por revolcones de las anónimas
parejas. Crucial es el juego entre el Macho y la Hembra en la obra
de Lorca tanto a nivel de significado como a nivel poético. En este
montaje la danza - un paso a dos (el resto se preocupa de
revolcarse) - resulta anodina (no quiero decir que no esté bien
interpretado) para lo que se quiere transmitir. Sí en cambio
funciona a nivel general el aspecto ambiental pagano del ritual y
casi de lo mistérico. Aunque aparentemente impacta el conjunto de la
escena, probablemente es lo más pobre a nivel coreográfico. No creo
que se haya encontrado la traducción balletística de la idea de
Lorca. El paso a dos del Macho y la Hembra se confunde y se pierde
en ese enjambre de cuerpos.
Cristina Hoyos, que interpreta la Vieja Pagana, nos da una muestra
de gracia y buen baile. Es acertado su personaje como Sumo Sacerdote
de toda esa liturgia de la generación de vida. El cimbreado de su
cuerpo al estilo de la gitana de la cueva, el enhebrado de sus
brazos transmiten misterio y elegancia. El único pero que se le
puede adjudicar es un excesivo protagonismo en el conjunto de la
narración.
El Junco destaca especialmente por su elegancia. Interpreta al
distante y desabrido Juan, marido de Yerma. No obstante, la
precisión de su zapateado y esa especie de seducción en el baile, lo
distancian del propio personaje. Por el contrario José Luis Vidal,
en Víctor, a pesar de la fuerza que expresa en el baile tiene que
luchar con un anodino trazado del personaje. Hay un desarrollo tan
escaso que prácticamente pasa desapercibido. En la obra de Lorca nos
quedábamos con Víctor. En esta versión es Juan el que nos seduce.
Susana Casas acierta con Yerma, tanto a nivel de danza como a nivel
interpretativo. Los pasos a dos con El Junco son de gran fuerza.
Ana Ramírez de poderosa voz se encarga de cantar algunos textos.
Matiza la canción con cierta calidez y emoción.
Esta Yerma de Hoyos resulta un tanto desconcertante. Por un lado en
su desarrollo uno se siente a gusto y por otro, parece como si lo
hubieran metido en un caos hasta el punto de no saber si aquello le
llena o no. Creo que esto se debe a un cierto barroquismo y a una
desproporción de las partes. La más llamativa es la invasión del
personaje de la Vieja Pagana, que, siendo un maestro de ceremonias,
termina teniendo un gran protagonismo. Ello se debe a una excesiva
extensión de su intervención y a la poderosa fuerza de la propia
Cristina Hoyos. Su presencia pesa demasiado en el desarrollo de la
historia y en el buen hacer del baile.
Hay que añadir una alabanza para el vestuario, acorde con la
temática y que tiene su más alta expresión en el de la Vieja Pagana.
En él está resumida toda la reseca tragedia de Yerma.
Hay un final que comprendo y no comprendo. Yerma es una tragedia -
Lorca lo denomina Poema dramático - cuyo final al caer el telón no
es para alegrarse. Yerma ha clausurado la posibilidad de vida.
Vienen los merecidos aplausos. Generosos y con bravos. El telón se
congela en las alturas y todos olvidan sus personajes para crear la
consabida fiesta flamenca que acompaña a muchos espectáculos del
género. Pienso que esta fuera de lugar. La única disculpa es un
entrañable encuentro, en Madrid, con Cristina, merecedora de tantos
galardones en su trayectoria profesional. En ese contexto se le
puede permitir el deshacer la tragedia.
José Ramón Díaz Sande
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