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SCREAM AND WHISPER
FRÍA PERFECCIÓN |
Creación, dirección, coreografía, diseño de escenografía,
iluminación y vestuario: Saburo Teshigawara
Música: SAND, Neil Spencer Griffi ths
Colaboración artística: Kei Miyata
Fotografía: Bengt Wanselius
Bailarines: Kei Miyata, Rihoko Sato, Azusa Yoshida, Chisato
Ohno, Vaclav Kunes, Bruno Péré y Jeef
Estreno en España
Duración aproximada:
1 hora y 40 minutos (con 2 intermedios)
Estreno en Madrid: Teatro Albéniz, 3 – XI
- 2006.
Scream and whisper está configurado por tres coreografías
marcadas por la relación entre el grito y el susurro. La
compañía Karas de Tokio -que formaron en 1985 Saburo Teshigawara
y Kei Miyata- presentaba en esta edición del Festival de Otoño
tres piezas muy elaboradas, a pesar de su aparente simplicidad
formal, esquemáticas y sugestivas, poderosas e inquietantes,
sobre un escenario vacío, que los cuerpos de los bailarines
llenan y transforman en un espacio propio, al que dotan de un
significado pleno. |
FOTO: B. WANSELIUS |
FOTO: B . WANSELIUS |
Todas las piezas son de una extraordinaria e intensa
plasticidad. Combinan un acentuado estatismo -acaso lo más
llamativo en el espectáculo- con un movimiento frenético, y,
como avanza el título, el grito con el susurro. Desde el
impactante comienzo, que estudia o muestra la tensión que
mantienen dos bailarines cuyas bocas tiran de cada uno de los
cabos de una cuerda, hasta la no menos impresionante segunda
coreografía, en la que dos ejecutantes bailan sin música una
danza de acercamiento y seducción al ritmo de sus propios
susurros. Si en el segundo ejercicio se explora la musicalidad
del susurro y su potencia dramática en una coreografía tan
limpia, desnuda y enérgica, que llega a ser escalofriante, en el
primero y en el tercero se persigue la traducción del grito al
lenguaje del cuerpo, lo que en ocasiones crea figuras de
carácter escultural, a cuya construcción contribuye un magistral
empleo de la luz y un extraordinario dominio sobre el espacio
escénico. |
No era, ciertamente, un espectáculo fácil ni
complaciente. Realizado sin concesiones, sin el apoyo
del humor, sin el reclamo de la historia más o menos
esbozada, este prodigioso trabajo de conceptualización y
de síntesis, de reflexión estética planteada desde el
propio escenario, podría tal vez parecer frío o
distante, pero revelaba una singular inteligencia y una
extraordinaria capacidad de resolución técnica y
artística, una convicción firme acerca de las líneas de
investigación y trabajo, y constituía en suma una muy
interesante propuesta que el público -en el día en el
que asistí al espectáculo- siguió con atención y premió
con un prolongado aplauso.
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FOTO: BENGT WANSELIUS |
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