LA LARGA CENA DE NAVIDAD
Una tradición que se consolida
Título: La larga cena de Navidad.
Autor:
Thornton Wilder.
Intérpretes: Teresa Valentín (Nodriza),
Ana
Miranda (Lucía 1), Carmen Sánchez (Madre),
Juan Pastor (Roberto 1), Álex Tormo
(Tío Lucas),
Raúl Fernández (Tino), María Pastor (Genoveva),
Cristina Palomo
(Leonor), Victoria Dal Vera (Elisa),
Iria Márquez (Lucía 2), Antonio Velasco
(Samuel), Andrés Rus (Roberto 2).
Dirección: Juan Pastor.
Estreno
en Madrid: Sala Guindalera,
23 – XII
- 2007. |
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La
larga cena de Navidad es
un clásico del repertorio universal. La pieza breve de Thornton
Wilder escenifica, en apenas una
hora, la historia de varias generaciones de la misma familia a través de la
tradicional cena navideña. El contraste entre la severa unidad de tiempo
de la representación y la amplitud del tiempo representado constituye el
principal logro dramatúrgico de Wilder.
La cena se
desarrolla sin cortes ante los ojos del espectador, pero representa muchas
cenas, celebradas a lo largo de muchos años, y escenificadas mediante
una hábil elipsis que permite transmutarla escénicamente en una única reunión
familiar. Y es precisamente el motivo de la relación con los otros, la
necesidad de apresar ese tiempo evanescente en el que podemos disfrutar de los
seres queridos, el que aporta el tema fundamental del teatro de Wilder y el que inspiró también su
pieza más célebre, Nuestra ciudad,
que adquirió una significativa notoriedad en el teatro español de
mediados del siglo pasado, atraído por algunas de las novedades técnicas y
existenciales del dramaturgo americano. Naturalmente,
es también esta relación con los otros la que proporciona el hilo conductor de La larga cena de Navidad, marcada por
una combinación entre lo
entrañable y lo humorístico, y lo dramático con lo lírico. La afectuosa
relación entre los parientes está atravesada por la presencia de la muerte, que
crea una sensación de angustia en el espectador cuando adquiere conciencia de
la transitoriedad del tiempo y de la perentoriedad de aquella fiesta que parece
transcurrir sin más sobresaltos que las anécdotas y comentarios familiares,
repetidos año tras año sin que ninguno de los comensales parezca
consciente de sus repeticiones y rutinas, convertidas, por el contrario, en elementos
de sociabilidad y celebración. Pero el paso del tiempo va dejando poco a poco
el sitio a los conflictos entre los parientes, sobre todo de índole
generacional o relativa a las competencias o a las funciones y hasta a los protagonismos
que cada uno desempeña en la simbólica cena navideña. Y el paso
del tiempo y los conflictos que genera van abriendo camino a la soledad y la
dispersión, y, con ellas, acaso a la nostalgia de no haber valorado
suficientemente, en su momento, el tiempo que se compartió con los otros.
La
larga cena de Navidad ha
sido convertida por el Teatro de
la Guindalera en una
especie de rito que se repite año tras año, como la propia cena u
otros festejos característicos de estas fechas.
La Guindalera viene
ofreciendo ininterrumpidamente este espectáculo desde el año 2004 y
el éxito de su recepción es creciente. La curiosa singularidad del texto, su
idoneidad, el aire familiar de la sala y el cariño y el esmero con el
que se escenifica son algunas de las razones que hacen posible su afortunada
respuesta. El espectáculo que dirige Juan
Pastor acentúa los elementos líricos, los contornos familiares y los rasgos
humorísticos, mediante un proceso de la estilización, a veces próxima a lo
farsesco y otras a lo simbólico. Así, nos
encontramos una representación de La
larga cena de Navidad percibida por
el espectador como algo sencillo y próximo, amable y divertido, pero también
como la verificación de un interesante y eficaz mecanismo teatral. Sólo queda desear que esta costumbre teatral
se repita durante muchos años.
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