LOS MARIACHIS HUÍDA HACIA EL ATÁVICO PASADO
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FOTO: www.madridteatro.net |
El 14 de marzo se estrenaba en el Pavón Teatro Kamikaze El Tratamiento (CLIKEAR) del dramaturgo y cineasta Pablo Remón, el cual vuelve con Los mariachis, una coproducción entre los Teatros del Canal y La_Abducción, compañía del propio Pablo Remón.
La historia en pocas palabras es:
Un pueblo despoblado en plena meseta castellana, en esa tierra de nadie que se ha llamado “la España vacía”. En ese territorio mítico, se encuentran varios hombres: algunos que huyeron de la crisis económica, otros que la provocaron. Entre ellos, un político corrupto y desahuciado, al que van a juzgar, y que tiene un momento de iluminación: San Pascual Bailón, el patrón de su pueblo, se le aparece y le pide que le saque en procesión.
Los mariachis es la quinta obra de La_Abducción, y en ella están Emilio Tomé, Francisco Reyes, Israel Elejalde y Luis Bermejo, y nace de un contraste entre un territorio, esa especie de zona de la meseta muy despoblada que todos conocemos y que es Castilla, pero puede ser Teruel.
UNA COCINA CON OCUPAS EN MEDIO DE UN DESIERTO
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PABLO REMÓN FOTO: www.madridteatro.net |
Esa meseta es muy familiar e importante para Pablo Remón porque fue su habitat de pequeño, pues sus padres eran originarios de un pueblo pegado a Soria, en los veranos y le impresionaba ver esos pueblos despoblados. Fue el sitio donde comenzó a imaginar y escribir porque "no había mucho que hacer".
- Esos espacios tan abiertos, esa meseta tan llana y con un horizonte que parecía no terminar nunca, se disparaba la imaginación. Por un lado está la meseta, representada escenográficamente por una alfombra cubista, que es un paisaje que me ha llamado siempre la atención y que es muy española. Es nuestro desierto, de alguna manera. Esta obra tiene mucho de cinematográfica, y cuando pensamos en el cine norteamericano vemos los desiertos, pues la meseta es nuestro desierto que se puede ver bien en el cine aunque en el teatro no tanto. En ese desierto están nuestros pueblos.
Sobre esa meseta escenográfica se alza una cocina que representa a esos pueblos.
- Son pueblos de mucha soledad, en los que ahora viven cinco personas, donde el más joven tiene 40 años. Esto viene contrastado con el personaje de Germán (Israel Elejalde), que es un político de clase media alta que está imputado por corrupción, fraude fiscal…, el cual tiene una revelación, una epifanía en la que se le aparece el santo de su pueblo, San Pascual Bailón. Le manda volver a su pueblo para sacarle a hombros. Aunque esto parezca una tontería, en la obra se le da mucha importancia, porque esto es muy importante para este hombre. Esto puede parecer tragicómico y casi un chiste, pero no lo es para Germán. Es un personaje en una crisis personal: la crisis moral por la que se le va a juzgar ha pasado a ser una crisis personal. Es muy consciente de que esa aparición del Santo no puede ser del todo verdad, pero el efecto que provoca en él es el mismo: "Hay algo que no funciona en mi vida".
VOLVER A LA ESPAÑA NEGRA
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EMILIO TOMÉ / LUIS BERMEJO FOTO: www.madridteatro.net |
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Esa crisis le lleva a establecer una peregrinación al volver al pueblo. La casa es la de los padres de Germán que abandonó hace muchos años y casi no va. La figura del político corrupto está inspirada en su padre, pero
- no porque mi padre sea corrupto, pero cuando escribes te pones en el lugar del otro todo el rato. Aunque es un político corrupto, la obra no es moralizante sino es la idea de ponerte en ese personaje y ver qué hay de ti en él. Esta obra, si funciona, pretende poner al espectador frene a un espejo en el sentido de que ¿hasta qué punto esto de la corrupción lo llevamos en los genes? o ¿hasta qué punto está integrado? Conozco mucho los caos de corrupto porque he leído mucho y me impactó mucho el caso de Blesa, que vuelve a un cortijo y se pega un tiro, pues te retrotae a la España negra, casi de Goya, de Cela…Me parece como muy brutal. Están juntos los dos mundos: el de las altas finanzas, el de un país moderno, las Olimpíadas de Barcelona que ha dejado atrás el pasado y, de repente, resulta que no. Es un salto. Entonces cuando hablo de mi padre, sin tener nada que ver con ese mundo, dio ese salto del pueblo a la ciudad. Mi padre vivió como un campesino en el pueblo hasta los veintitantos años, lo mismo sus hermanos. Mi abuelo era labrador, trabajaba en el campo. Mi padre no aguantó y emprendió esa huida hacia la ciudad. Me acuerdo cuando íbamos a volver al pueblo por vacaciones, él no quería. No le gustaba, pero, al mismo tiempo, era un trauma en su vida. No era algo que hubiera superado en absoluto. De eso me he dado cuenta ahora. Entonces para escribir he pensado en él para tratar ese punto de vista desde un caso real. Lo que sí hay retazos de otros. Lo que me interesaba es cómo se ve eso familiarmente desde dentro, así como el hecho de justificarnos. Creo que tiene que ver mucho con la herencia que hemos vivido y cómo hemos vivido la mayoría de los españoles del siglo XX.
HUÍDA HACIA EL PASADO
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FRANCISCO REYES / ISRAEL ELEJALDE FOTO: www.madridteatro.net |
Pablo piensa que España no ha reflexionado sobre su pasado y ese éxodo del pueblo a la ciudad es como una huída hacia adelante provocada por
- una dictadura que terminó en 1975, que siguió coleando y sigue de alguna forma y estamos ahora en ese enfrentamiento como es el tema de la memoria histórica o el tema de renombrar las calles, esa herencia de la Dictadura, de la guerra civil que es una herencia de una España partida en dos, para mí, es como una especie de ruido de fondo que a veces se sintoniza y se escucha y si tienes sensibilidad puedes decir "¿de dónde viene esto?" Mis abuelos lo han vivido mucho, pero yo tardé mucho en darme cuenta de esto. Mi abuela había vivido la guerra civil, y yo, hasta que no tuve bastantes años, no comprendía de dónde venían muchos de sus mecanismos mentales. Ahora lo entiendo. Era la guerra y el trauma que eso supone y ese trauma, todavía, lo tenemos muy enraizado en la sociedad española y sale, a veces, en los mecanismos mentales de justificación, de dónde se ubica uno etc. sí tienen que ver, a lo mejor, con eso que claramente lo tenemos superado.
Del contraste de estos dos mundos, el político corrupto y el pueblo, nace Los mariachis, aunque si se teoriza nace
- de todos esos males endémicos muy españoles que todos conocemos: la corrupción a la que ya estamos muy acostumbrados. Como opinión personal creo que esa corrupción es lo que ha sido el siglo XX España. Ha habido 40 años de dictadura que viene de un éxodo rural muy importante, y la mayoría de nuestras familias vienen de pueblos. En mi caso mis tíos siguen siendo campesinos, y viven de una manera similar a como se vivía en la Edad Media. Es lo que decía Buñuel de su pueblo Calanda: "Aquí se vive igual que en el año 1.500. A mí me ha pillado más lejos, pero recuerdo vivir de niño todas estas costumbres: las fiestas del pueblo, el elemento atávico, la matanza del cerdo… Todo eso lo tengo muy metido dentro aunque aparentemente no y al escribir estas cosas, uno escribe lo que puede y no lo que quiere. De alguna manera para Emilio, Frank(Francisco)y para mí, es una vuelta a la primera obra que hicimos La abducción de Luis Guzmán, una obra tan pequeñita que la estrenamos en el salón de mi casa. También sucedía en un espacio que pesaba mucho y era un pueblo de provincias. Comparte muchas cosas con Los Mariachis. Por eso para mí es una vuelta no sólo al tema de Germán, sino a nosotros como compañía.
APARENTES OCUPAS EN LA CASA
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LUIS BERMEJO / EMILIO TOMÉ FOTO: www.madridteatro.net |
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La casa está ocupada por tres personajes, que interpretan Luis Bermejo, Francisco Reyes y Emilio Tomé, y son los primos.
- A mí me pasaba mucho cuando iba al pueblo que me decían "yo soy tu primo" y eran primos terceros o más lejanos, pero me consideraban como miembro de la familia y como un primo importante. En la obra Germán, con el traje polvoriento, las zapatillas de correr, con una gorra de Pluto y medio ido, por haber andado tres días y tres noches por la meseta castellana, desde Madrid a Burgos, se encuentra con estos tres primos ocupando su casa, porque están más cómodos que en su casa donde vive una madre con la que no les apetece estar. La madre no sale en la obra.
LA AUSENCIA DE LA MUJER
Llama la atención el que todos los personajes sean masculinos y salvo la mención a la madre la mujer estás ausente. No es casual y, según Pablo, es algo muy buscado.
- Cuando comienzo a escribir una obra la escribo para unos actores concretos, no para personajes. Aquí mucho antes de conocer la historia, lo que tenía presente era una atmósfera de hombres solos. ¿Por qué? Porque uno escribe lo que puede y no lo que quiere. Yo, en mi familia, siempre he vivido con hombres. No ha habido mujeres por diversas circunstancias. Tengo sólo un hermano, no tengo hermanas. mi madre murió cuando yo era muy pequeño y no tengo referencias de mujeres en mi vida, y sí tengo muchas referencias de hombres: mis tíos, mi hermano, mi padre. Tres o cuatro hombres viviendo juntos y somos hombres que ese carácter mesetario nos ha marcado mucho en el sentido de gente seca, dura, gente que no se comunica demasiado y no se lleva muy bien con las emociones. Yo eso lo tengo en mí y lo reconozco, lo mismo que mi hermano. Yo quería hablar de eso. La obra empieza cuando las mujeres se van. La mujer está muy presente pero se acaba de ir. Me parecía que meter a una actriz por meterla me parecía que no. Me molesta mucho cuando veo un personaje de una mujer que está puesto por compensar nada más. Aquí había una sintonía de hombres solos, un poco animal que me lo pedía desde el principio.
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EMILIO TOMÉ |
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ISRAEL ELEJALDE FOTOS: www.madridteatro.net |
El que haya solo hombres - añade Emilio Tomé -, en este caso te permite tensar algo que en el momento en que todos los personajes femeninos están ausentes físicamente y sólo están como alrededor de la casa, permite tensar mucho esta soledad de los hombres. En una obra tan cerrada como ésta, ha salido así porque era importante. Si en la escritura hubiera sido importante como pasó en La Abducción, la primera obra que hicimos Frank y yo en una casa de pueblo discutiendo a gritos. Un día vino Pablo y dijo "va a venir una chica que se llama Ana, que se va a sumar porque tras esa primera escena vuestra, esto se agota. Necesitamos otra energía.
- También hay una cosa en la obra que me gusta mucho - precisa Israel Elejalde. Pablo presenta una sociedad que reconocemos todos, pero que provoca dolor. Presenta una España que no deberíamos querer ser. Debería empezar a modificarse y hacer desaparecer, de alguna manera. Sin embargo, a veces, enraizamos. En esta sociedad hay varios momentos la mujer del personaje de Emilio le deja, mi mujer me deja y Frank, en un momento, dice "puede que esa mujer ni haya existido. ¡Cómo va a haber mujeres aquí! Vino una vez una caravana y salieron corriendo". Presenta una España que sigue siendo machista, retrógada, que se cierra en lo atávico, que , como decía Galdós, tiene ese recelo a lo de fuera, que se sigue afirmando en unos principios obsoletos, y últimamente tenemos la sentencia de La Manada. Cómo tres hombres jueces pueden interpretar eso así. Le echamos la culpa a los jueces, pero, eso jueces pertenecen a una sociedad machista que se sigue reafirmando día a día. Una sociedad controlada sólo por hombres y aunque haya mujeres también se sigue manejando con los mismos principios de hace 70 años. Pensamos que esa España es la que tenemos que defender porque eso es España, y ¡No!, España muchas más cosas, y precisamente ahí no vamos a encontrar la solución de esta sociedad que, por momentos, es demasiado arcaica para vivir en el siglo XXI.
UN TEXTO FRAGMENTADO APOYADO EN LA ATMÓSFERA
Pablo encuadra la obra en lo que llama
- una obra muy sencilla, que está más apoyada en la atmósfera, en el tono y en los ritmos que en el argumento que es bastante sencillo, pero está contado de una forma muy fragmentada, como la alfombra. Hay saltos en el tiempo, vemos una parte, luego otra. Es como esos dibujos en el que hay que unir los puntos y como en esos dibujos hasta el final de la obra no acabas de encajar las piezas.
El modo de ensayo se basa mucho en el texto, que trabaja mucho con los actores.
- Cambiamos cosas importantes de sitio, lo recortamos, y se mantiene muy abierto hasta el estreno. Yo vengo de la escritura y es lo que más me satisface. Lo que más me gusta en el momento de dirigir es trabajar el texto con los actores, de modo que los hago muy partícipes y dejo que todo vaya encajándose. Eso supone que para los actores supone una exigencia, puesto que el texto está abierto durante mucho tiempo, pero, en cambio, se consigue una cosa orgánica con el texto que a mí me gusta mucho porque siempre parece que está como vivo y frágil. Esto supone algo muy generoso por parte de los actores. Estoy encantado y siento un placer absoluto de haber trabajado con ellos, y, creo, que hemos conseguido una interpretación y una atmósfera en esta obra, de la que me siento muy orgulloso.
UN TEXTO CON SUMA Y RESTA
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LUIS BERMEJO |
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FRANCISCO REYES FOTOS: www.madridteatro.net |
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Luis Bermejo es uno de los dos actores que se incorporan a la Compañía La_Abducción, aunque ya había trabajado en un corto de Pablo Remón, Todo un futuro juntos, que tiene algo que ver con la escritura de Los mariachis. De ahí que supusiese cierta resonancia. Reconoce que ese modo de escribir es relativamente fácil, aunque supone cierta incertidumbre
- por los cambios, ya que va sumando, restando luego lo construyo y después lo destruye, pero ello hace que el texto esté muy vivo y sea orgánico.
Israel Elejalde es otro de los advenedizos a la Compañía, y manifiesta que tenía ganas de trabajar con Pablo
- Todos los trabajos de él que había visto me habían gustado mucho y ya intuía por donde iba Los mariachis. Además por El Tratamiento (CLIKEAR) que hizo en el Pavón Teatro Kamikaze, yo leí una primera versión y cuando la vi había cambiado todo de sitio. A Luis y a Emilio los conocía de antes, a Frank menos pero había hablado con gente y sabía por dónde iba. La verdad es que me interesa ese modo de trabajar en la etapa que estoy como actor. Soy un gran amante del relato clásico, pero últimamente, como actor, siento la necesidad de trabajar en cosas más fragmentadas, que rompan esa continuidad. También cada vez más estoy más seducido por no tener el trabajo cerrado hasta no se sabe muy bien cuándo. Incluso fantasear con la idea de que estás jugando con el espectador, no solamente con sus emociones sino de una manera intelectual: le estás privando de cosas que solamente se las vas a dar al final en el mejor de los casos. Es jugar con esa incertidumbre en el espectador, me gusta porque es la incertidumbre que tenemos todos nosotros durante el proceso creador e incluso mientras estamos actuando. A pesar de que sabemos lo que va a suceder en cada momento, pueden pasar cosas. Me gusta, también, que el espectador tenga que estar alerta en esa situación y no acomodado sabiendo que hay una apertura, un desarrollo y un cierre. Tal vez para mí es solo una etapa y vuelve a Chéjov y el relato clásico, pero la verdad es que me fascina y ha sido un placer. Me ha desorientado muchísimo durante mucho tiempo y es una emoción muy fuerte trabajar con la incertidumbre constante y no saber adónde te diriges realmente.
PLANTEAR PREGUNTAS Y FINAL ABIERTO
Los mariachis más que respuestas lo que pretende es lanzar una serie de preguntas al espectador.
- cuando la crisis en un pueblo de unas 30 ó 40 personas cercano al mío donde todavía viven mis tíos, justo antes del pelotazo inmobiliario en todos los pueblos se empezaron a construir cosas: la plaza de toros más grande de España etc…, en mi pueblo, de 170 personas, tiraron un frontón normal y construyeron el frontón de pelota más grande de Francia para abajo o de Europa, no sé. Algo absolutamente demencial. Como no tenían dinero para mantenerlo lo tuvieron que cerrar. Ahora está cerrado, pero no está el frontón de antes. No se puede buscar una metáfora mejor de lo que ha pasado en los últimos años. Esa corrupción a pequeña escala ha pasado mucho en los pueblos. En Los mariachis no está contado el que la ciudad es lo malo y los pueblos son los buenos. Al contrario. La idea de fondo es la picaresca de El Lazarillo de Tormes, La celestina y hasta qué punto llevamos eso en los genes y lo tenemos en los pueblos pequeños. Entonces esa huída hacia adelante que es una huída hacia atrás del personaje hacia su pasado le lleva a un sitio que no es nada más que su reflejo de la ciudad o al revés, ya que una es un reflejo de la otra.
Lo que Germán sueña es un sueño fragmentario y bastante surrealista. Israel Elejalde lo clarifica de algún modo. Está relacionado con
- una llave, que no sabe lo que abre. Decide tirarla y es feliz, pero la llave vuelve otra vez a no saber que abre. Me parece que es una metáfora sobre muchas cosas y cada espectador se llevará una idea de lo que puede ser esa llave. Es algo bastante existencialista y me gusta que el final no esté cerrado. Durante la obra se dan muchas pistas pero queda abierto. Es como en la vida: uno no sabe lo que hay detrás, sino que tiene que hacer el esfuerzo de suponer. No es una obra en el que se va a calmar la necesidad de aprender algo y que la realidad se desarrolla de una determinada manera y por ello tiene sentido. La vida no es así, sino que en la vida suponemos casi todo. Suponemos, incluso, lo que piensa la persona con la que llevamos 20 años al lado. Nunca lo podremos saber. Eso es algo que a mí, cada vez más, me interesa del teatro: provocar al espectador al decir vas a seguir suponiendo. T e voy a dar cosas y te voy a hacer preguntas, pero vas a tener que seguir suponiendo. No voy a calmar tu ansiedad de que las cosas tengan sentido y cerrarlas.
Más información Los mariachis. Pablo Remón.
José Ramón Díaz Sande Copyright©diazsande |
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