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La Gran Duquesa de Gerolstein. Crítica.TZ PDF Imprimir E-mail
Escrito por José R. Díaz Sande   
Viernes, 03 de Abril de 2015 11:13

 LA GRAN DUQUESA DE GEROLSTEIN
BRILLANTE HUMORADA MUSICAL

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La Gran Duquesa de Gerolstein de Jacques Offenbach fue uno de los títulos que en 1867 causó sensación tras su estreno en París, y a Madrid llega en 1868, después de resolver algunos problemas con la censura. Eran años en los que el Teatro de la Zarzuela y demás teatros musicales abrían sus puertas a otras formas musicales, acudiendo a títulos extranjeros, exitosos en su nación de origen. Veníamos de la Zarzuela grande con clara influencia del "belcantismo" - cuyas partituras añoraban el no poder ser óperas -, y el género musical, en su afán de mayor popularidad, encontró una nueva forma: el género chico. De los títulos extranjeros más impactantes,  los compositores y libretistas españoles rescataban, sucintamente, el argumento para luego escribir nuevos libretos y partituras.  

Todo esto viene a cuento para recordar que, desde el comienzo de esto que llamamos el musical, el trasiego de obras musicales entre los países era práctica habitual.  Por poner un ejemplo, más allá del consabido éxito de La Gran Vía, fuera de nuestras fronteras, La Verbena de la Paloma llegó a ser traducida al francés, no recuerdo si se representó, al menos así leí en uno de los números de la Revista del finales del s. XIX la Ilustración Artística. La opereta fue patrimonio centroeuropeo y España no le hizo ascos. Se hizo más presente a principios del s. XX con títulos propios, cuyas partituras provenían de antiguos compositores de zarzuela. De este modo contemporanizaron la zarzuela "belcantista", el género chico, la opereta y la revista.

La gran Duquesa de Gerolstein se presenta ahora con el texto hablado íntegro y con todos los números musicales (CLIKEAR), y se ha tratado con todos los ingredientes  que exige este género: vistosidad, bailes y fantasía. Contemplando este texto ahora, aún se puede percibir la delicia de sus melodías, que son abundantes, y su sentido del humor. Los contenidos de las operetas circulan por lo que se puede llamar la "frivolidad" o cierta ligereza en cuanto a la historia que abordan, así como el modo de tratar los conflictos amorosos. Amor y humor suelen ser los ingredientes básicos. Este tratamiento humorístico casa bien con el género de farsa, al cual se acomoda muy bien. Ello permite la crítica de costumbres, política y demás entramados del orden establecido. Crítica que se hace más digerible para los espectadores y para el Poder.

Este texto de Offenbach, pone en solfa los impulsos amorosos de la Gran Duquesa, gobernadora ella de un pequeño país, los cuales intenta satisfacer por vía de su autoridad. El caramelo que pretende saborear es el soldado raso Fritz, novio de Wanda, al que asciende de graduación militar en breve tracto de tiempo con la única razón de "ordeno y mando". Es la cota más alta de nepotismo y volubilidad que se puede dar.

El ambiente que rodea toda la acción es de carácter militar. Estamos en un campamento de campaña, y en lontananza se fragua la batalla. La propia Duquesa ostenta su porte militar. Los militares siempre han sido muy socorridos, además de la guerra, para las revistas musicales y las operetas, por aquello del paso marcial, muy acorde con las partituras musicales de marchas y valses, y por la vistosidad del uniforme, y si no que se lo digan a la Duquesa Carolina de Luisa Fernanda, "Caballero del alto plumero", o Los cadetes de la Reina, La Viejecita (los Dragones ingleses) o en el cado de la Revista en Cinco minutos nada menos (Eugenia de Montijo). De paso, sirven para trazar una parodia de lo estructurado que es el estamento militar.

Pier Luigi Pizzi, que ya había conectado con la zarzuela con una montaje espléndido - en cánones operísticos en cuanto a la forma escénica - de La Canción del Olvido (CLIKEAR), que protagonizaba Ainhoa Arteta,  en esta ocasión nos sitúa durante los tres actos en un campamento militar. El original de tres actos y dos cuadros en el último acto, añade otros espacios como son el Salón del Palacio de la Duquesa y la Cámara nupcial. Si algo tienen las operetas, como las revistas, es un grado de fastuosidad, en la que se incluye el cambio de espacio, que suelen ser un tanto epatante. En esta ocasión, imagino por los famosos recortes, este aspecto ha sido más sobrio. No salimos del campamento, aunque adivinamos que la Tienda de Campaña central, mas vistosona ella, sirve para sustituir al Palacio, y la del lateral derecha para la cámara nupcial. Se echa de menos cierta grandiosidad escenográfica, la cual se compensa por una buena puesta en escena ágil y brillante, en la que los bailes bien coreografiados por Marcos Berriel, aportan esa vistosidad, así como una sensación de alegría y optimismo.

A lo largo de todo el espectáculo uno tiene la impresión de encontrarse en la "época azul picasiana" no tanto por las líneas pictóricas sino por el colorido. Todo está en azul y blanco, salvo algunas faldas verdosas de algunas damas (¿Por qué están arrugadas?. Se me oculta el significado de tal elección cromática, y meterse a interpretaciones sofisticadas, como sería el poder totalitario - un solo color - sería pasarse tres pueblos. El listado blanco y azul de las tiendas de campaña y la garita del centinela, recuerdan las de un balneario o un playa del principios del siglo XX con aquellos bañistas de eróticos bañadores, a pesar de tener mucha tela por encima del cuerpo.

Como de una opereta se trata, no se ha dudado en recurrir a la pasarela revisteril, así como al uso del pasillo central para algunas entradas de los personajes. Quiere decir que el tratamiento elegido se nutre de códigos de la Revista y le va bien. El público siente la cercanía de los intérpretes, con lo cual se inmiscuye en la fiesta propia del género.

Referente a la temática como crítica a una actualidad, nos queda un tanto lejos. Si en la época del estreno, aludía a los devaneos y absolutismo de Catalina de Rusia, hoy, aparentemente, tiene menos incidencia. La vemos, simplemente, con una hermosa humorada divertida. Hay que forzar bastante las cosas para encontrarle un enganche con nuestra realidad. A lo más se podría encontrar una referencia en lo que respecta a la arbitrariedad del poder, a pesar de la democracia, que sigue siendo interesado, guidado por los principios más diversos. En eso poco hemos cambiado. Basta asomarse al día a día.

La puesta en escena de Massimo Gasparon, a partir de la de Pier Luigi Pizzi, quien no pudo estar presente por motivos de salud, está llena de humor y movimiento en todos los intérpretes, y no digamos en el cuerpo de baile que realizan una brillante ejecución. Ha flexibilizado a los cantantes, afiliados al mundo de la ópera, lo cual muestra una buena capacidad en todos ellos para deambular por las lindes del humor. Unos tratamientos está más esperpentizados que otros. como es el caso del príncipe Pol, interpretado con gracia, a juzgar por las risas del público,  por Gustavo Peña. El resto de los intérpretes han jugado con discreción en eso de hacer gracia. No se quisieron hacer los graciosos, y eso ha sido una virtud, porque la gracia surge del texto y las situaciones, entre las que de las más divertidas resultan los números "Este es el sable de mi padre" y "El carrillón de mi abuelita". Buen trabajo interpretativo y canoro en todos ellos.

Asistí el día 14, cuyos protagonistas fueron Susana Cordón como la Gran Duquesa, José Luis Sola como Fritz, Elena Sancho como Wanda y Gerardo Bullón como general Bum.

A Susana Cordón la pudimos escuchar en el Teatro de la Zarzuela en Una noche de Zarzuela, La Chulapona (CLIKEAR) y Los amores de la Inés (CLIKEAR). Su voz de soprano resulta diáfana y con una gran variedad de matices, que en este caso relucen más por las veleidades del personaje. Fusiona lo más sublime con lo más cómico, tanto a nivel canoro como interpretativo, algo que Offenbach sabe trazar bien en la partitura.

Al tenor José Luis Sola lo descubrí en Una noche de zarzuela, era un voz limpia y clara. Me llamó la atención, porque no conocía de su existencia. En aquella ocasión mi opinión sobre él rezaba así: " Quien impresiona grata y sorprendentemente es el tenor José Luis Sola (Juan). Es una limpia voz lírica de amplia tesitura. Arremete sin ninguna dificultad con la innovación de Alfredo Kraus en el Canto Alegre a la Juventud(Doña Francisquita), manteniendo el agudo, floritura a la cual se han atrevido pocos cantantes. No deja de ser un brillante colofón" (www.madridteatro.net).Ahora no es menos, aunque su tesitura campee más por la línea cómica y, aparentemente, suponga menos brillantez, pero tiene momentos de altura lírica notable. Demuestra, interpretativamente, una vis cómica al afrontar sus vicisitudes como Fritz con cierto desconcierto de seriedad que recuerda esa cómica seriedad de Buster  Keaton.

La soprano Elena Sancho crea la divertida y resignada pizpireta Wanda, y debuta por vez primera en el Teatro de la Zarzuela.Acierta y sorprende agradablemente en el dúo del Primer Acto Muerta estoy de correr, junto a José Luis Sola.

Divertido y con una partitura menor, aunque seguro, está Gerardo Bullón en el papel del general Bum.

Los coros y orquesta al frente de Cristóbal Soler satisfacen la vivacidad y frescura obligada por el género.

Lo que más llama la atención de este montaje es la unidad de criterio interpretativo en todo el conjunto, así como el mantenimiento del ritmo escénico y coreográfico. Se han sabido ensamblar bien los números bailables, logrando que el propio coro, no profesionales de la danza, se fusione, por momentos, en la especialidad dancística. De todo ello resulta un divertido y agradable espectáculo, en el que se descubren momentos musicales de Offenbach de gran altura, que recuerdan otros momentos operísticos de más envergadura.

Algo que entiendo menos son las diversas alturas de gradas en la construcción escenográfica, sobretodo porque, en el momento del vals, al ser un espacio más reducido, éste pierde brillantez en el desplazarse de los giros. De todos modos, resulta una velada divertida, y descubre la capacidad de nuestros cantantes - jóvenes todos ellos - para adaptarse, cual camaleones, a otros estilos canoros e interpretativos. Se palpa también que la diversión está también en todos los intérpretes, y ello contagia.

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FOTO: TZ

 

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Título:La gran duquesa de Gerosltein
Libretode Henri Meilhac y Ludovic Halévy
Música:Jacques Offenbach
Estrenadaen el Teatro Circo (Bufos Arderius) de Madrid, 7 de noviembre de 1868
Edición críticade Jean-Christophe Keck y traducción de Enrique Mejías García 
Coreografía:Marco Berriel
Asistente de dirección musical:José Sanchís
Maestro repetidor:Roberto Balistreri
Asistente de vestuario:Lorena Marín
Asistente de iluminación:Luca Vaioli
Sobretitulado:Victoria Stapells y Noni Gilbert (traducciones); Jesús Aparicio y Antonio León (edición y sincronización)
Producción:Festival del Valle d'Itria de Martina Franca (1996)
Intérpretes:LA GRAN DUQUESA Nicola Beller Carbone (Días 13, 15, 18, 20, 22 y 24 de marzo) / Susana Cordón (Días 14, 17, 21, 25, 27 y 28 de marzo), FRITZ Andeka Gorrotxategi (Días 13, 15, 18, 20, 22 y 24 de marzo) / José Luis Sola (Días 14, 17, 21, 25, 27 y 28 de marzo), WANDA Elena de la Merced (Días 13, 15, 18, 20, 22 y 24 de marzo) / Elena Sancho (Días 14, 17, 21, 25, 27 y 28 de marzo), EL CONDE PUCK Manuel de Diego, EL GENERAL BUM César San Martín (Días 13, 15, 18, 20, 22, 24 y 27 de marzo) / Gerardo Bullón (Días 14, 17, 21, 25 y 28 de marzo), EL PRÍNCIPE POL Gustavo Peña, EL BARÓN GROG Francisco Crespo, EL CAPITÁN NEPOMUCENO Enrique R. del Portal, IZA Leonor Bonilla, OLGA Nuria García Arrés, AMELIA Ana Cadaval, CARLOTA Hanna Moroz, NOTARIO Juan Ignacio Artiles* (*Miembro del Coro del Teatro de la Zarzuela)
Bailarines:Estíbaliz Barroso, José Ángel Capel, Araceli Caro, Íñigo Celaya, Estefanía Corral, José Antonio Domínguez, Alberto Escobar, Daniel Ramos, Susana Román, Sara Peña
Figuración:Ariel Carmona, Javier Crespo, Pablo Garzón, Javier Martínez, Iván Nieto, Joseba Priego, Marcos Rivas, Pedro Ángel Roca, Robson Dos Santos, Israel Trujillo, Gustavo Adrián Villalba, Álvar Zarco
Orquestade la Comunidad de Madrid Titular del Teatro de la Zarzuela
Corodel Teatro de la Zarzuela
Director del Coro:Antonio Fauró
Dirección musical:Cristóbal Soler
Dirección de escena, escenografía, vestuario e iluminación:Pier Luigi Pizzi
Realización de la dirección de escena:Massimo Gasparon (supervisión de escenografía, vestuario e iluminación)
Duración aproximada:Acto primero: 45 minutos / Descanso: 20 minutos / Acto segundo: 45 minutos/ Descanso: 20 minutos/ Acto tercero: 40 minutos.
Estreno en Madrid:Teatro de la Zarzuela, 13 - III -2015

Más información
    
La Gran Duquesa de Gerolstein. Offenbach. TZ
 
   La Gran Duquesa de Gerolstein. Entrevista TZ

José Ramón Díaz Sande
Copyright©diazsande

 

 

 

 



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Última actualización el Viernes, 03 de Abril de 2015 13:37
 
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