CARMEN
ACERTADA REVISIÓN
DON JOSÉ, NAÚFRAGO EN UN MAR DE MUJERES LIBRES
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JOSÉ FERRERO / MARÍA JOSÉ MONTIEL FOTO: VARGAS. T. DE LA ZARZUELA |
Esta Carmen de Bizet que ofrece el Teatro de la Zarzuela es una novedad en varios sentidos: se recupera la versión de zarzuela en castellano, la cual no se repuso en Madrid desde 1887 (CLIKEAR). Para Madrid, también es novedad, el que se recurra a la traducción de Eduardo de Bray, la cual se estrenó en Barcelona en 1890, en vez de la de Lierne, que fue la madrileña. Novedad el que se haya entregado la dirección a dos mujeres: la dirección escénica a la madrileña Ana Zamora, y la dirección musical a la china Yi-Chen Li. Tal elección en la dirección escénica ha llevado a una reinterpretación de libreto, en una línea proclive a salvar a la mujer, y reflexionar acerca de su papel como servidora del hombre. Novedad al huir del costumbrismo y aproximar la ambientación a la realidad. Novedad al prolongar el personaje, a lo largo de la historia, desde el siglo XIX hasta mediados del siglo XX. La razón de este caminar de Carmen a través del tiempo, viene motivada porque Carmen, como icono de la mujer, sigue viva continuamente y su tragedia se repite en lo que hoy llamamos "violencia de género".
La historia traída de la novela de Prosper Merimée, es de sobras conocida. Una cigarrera, gitanilla ella, trae al retortero a ellos y a ellas. A ellos por su erótico aroma. A ellas por envidias, celos y trifulcas, incluso físicas. Todo un carácter que no se casa con nadie, a no ser que el amor asome a su ventana. Ese amor asoma con don José, un sargento custodio de la Fábrica de Tabacos donde las cigarreras cumplen su jornada laboral. Lo mismo que asoma, se va ante un nuevo pretendiente: el torero Escamillo. Celos de Don José, abandono de él por parte de Carmen y tragedia final: "Él la hiere; ella cae y muere"
Ana Zamora huye del costumbrismo, y bucea en lo que significa esta tragedia. Las últimas palabras de Carmen ante la insistencia de Don José en que la siga son: "¡No! Este anillo, que fue/ de amor recuerdo tierno/¡ ten! (se lo arranca del dedo y lo tira al suelo)¡Cruel, infierno!"... Don José, tras hundirle el cuchillo, se arrodilla junto a ella y exclama: "¡Me podéis arrestar / soy quien la ha matado!/¡Oh, mi Carmen, mi dueño adorado!"
La lectura tradicional, en el fondo, disculpaba bastante a Don José, pues los libretistas lo dibujan como un joven inocente, de puras convicciones religiosas, novicio en eso del amor, que se precipita por los senderos de la depravación: infringe las normas dejando escapar a Carmen, se enrola en el contrabando, y se vuelve un perro fiel de Carmen. Ante tal inocencia, Carmen encarna a la tradicional maléfica Eva, que, como ella, vuelve a repetir la escena de la manzana. La muerte se la ha buscado ella. Ya, en esta interpretación, hay algo que no se puede eludir, aunque quedaba tan en segundo plano que ni se le percibía: toda la maldad de Carmen no justifica el asesinato, aunque venía muy bien al efecto dramático. Es lo que ahora llamamos "violencia de género", fruto de un afán posesivo por parte del hombre.
Ana Zamora cambia las tornas, al ser hija de nuestro tiempo, en el que la mujer va poco a poco liberándose de la sumisión en todos los aspectos. La gitanilla Carmen se convierte en una rebelde a la sumisión impuesta. Es sumisa cuando a ella le apetece, siempre por amor, y de ahí que represente la "libertad". Este concepto ha aparecido en el mundo de la danza, en estos últimos tiempos. Carmen es, pues, el baluarte de la libertad individual, y por ello tiene que pagar el precio de la muerte. Consecuentemente a tal desafío, trastoca, en el hombre, una jerarquía de valores. Él no es su dueño y, a todos los niveles, deja de ser un patriarca. Tal crisis le llevará a la mencionada "violencia de género".
Este recorrido liberador de Carmen, Ana lo apoya con un recorrido histórico, que parte desde la máxima, de Paladas de Alejandría, de la cual pare la novela de Merimée: "toda mujer es hiel, pero tiene dos momentos buenos. Uno en el Tálamo y el otro al morir", y va progresando con otros epigramas de mujeres que impulsan a la liberación de la mujer. Igualmente los actos se suceden con saltos históricos, expresados con el vestuario y con acontecimientos históricos, aquellos en los que la tal liberación se ha hecho más patente: belle époque, la república española, los años cincuenta del siglo XX. Todo ello, acertadamente, con un vestuario no fotográfico de la época, sino esbozado.
A nivel de contenido, pues, hay que alabar el haber puesto de relieve una temática que estaba ahí, pero que un velo la cubría. Libertad individual, que no feminismo, aunque pueda ser una consecuencia, y violencia de género son los dos temas claves.
La versión es la de la zarzuela y en castellano (CLIKEAR). Quiere esto decir, que acostumbrado a la rutina de la versión operística en francés, el oído se tiene que acomodar. No hay que hacer mucho esfuerzo, porque, en general, salvo algún fraseo, la traducción ha encontrado su sonoridad adecuada. Los cantantes tienen que lidiar, como en la zarzuela, con los parlamentos hablados, que rezuman el verso decimonónico. Suena un tanto arqueológico, y no siempre su emisión convence, pero esto es un pequeño lunar en todo el trayecto del espectáculo.
A nivel musical, en conjunto, posee una buena factura tanto en cantantes como en los coros y la Orquesta. Yi-Che Li, la directora musical, sabe sacar buen partido a la orquesta, y, sobre todo, priva el brío, el entusiasmo y una gran precisión. En el reparto de cantantes sobresale el elenco femenino sobre el masculino. Asistí al primer reparto el día 22 de octubre.
María José Montiel ha creado una Carmen, tanto a nivel escénico como musical, muy acertada. Interpretativamente hace muy creíble y cercano el personaje, huyendo de tópicos. Vocalmente tiene una gran perfección, con una amplitud muy segura y limpia tanto en los agudos como en los bajos profundos que se suceden con gran naturalidad.
Sabina Puértolas como Micaela, fue una revelación para el público a juzgar por los enfervorizados aplausos tras su aria "Llegué presurosa, anhelante..." del Acto Tercero (Escena V). La cantó con una gran delicadeza, aportando matices que iban desde lo lírico-poético hasta el dramatismo. En esta versión a Micaela se le ha dotado de una mayor entidad y seguridad. Se le ha hecho mujer, más que espíritu angélico, como aparece en otras versiones. Un acierto.
Hay que destacar a Isabel Rodríguez (Frasquita) y Marifé Nogales (Mercedes), dos voces a tener muy en cuenta junto a Javier Galán (El donaire) y Mikeldi Atxalandabaso (El remendado). A resaltar el terceto de las cartas de Frasquita , Mercedes y Carmen.
Don José era José Ferrero, tenor lírico, se luce especialmente en la parte musical, quedando más apagado en la parte interpretativa. Escamillo se le encomienda al bajo Rubén Amoretti, partitura creada para barítono. Resulta una voz algo más profunda, pero llena de aplomo y seguridad, sin forzamientos en los agudos. Rubén añade una parte interpretativa de buena soltura.
Richard Cernier ha concebido una escenografía, a dos niveles, con poder de evocación que huye del realismo, a pesar de su corporeidad. Resume bien el ambiente a través de arcos móviles, según el acto, que van desde la plaza, la taberna, la cueva-trincheras y el coso taurino. El monocorde color ocre, permite que resalte el colorista vestuario, alejado del folklorismo o de la concreción de una época.
Dicho todo esto, me restalla un poco la escena final: la muerte de Carmen. Es un acierto el quitarle realismo sangriento, como el dejar claro la redención que supone la muerte de Carmen. Escénicamente es un logro el que se mantenga en pie, rodeada de los niños - el coro de la JORCAM que resultó muy bueno así como tierno - para dar esa imagen de mártir-santa, iluminada por la luz blanca. La tragedia cumple con su función catártica. Hasta ahí todo bien. Personalmente me sobre la coronita de flores sobre la cabeza. Trae a la memoria las estampitas "kish" del santoral.
Es claro que Ana ha querido huir de todo folklorismo, y por lo tanto la danza como tal está ausente. No obstante, sin llegar a una coreografía epatante, se echa de menos en la taberna un mayor y más vistoso jolgorio coreográfico
Ha sido un acierto este proyecto tanto por el sesgo que se ha dado a la historia como por la interpretación musical, al reunir voces, todas ellas, de una gran calidad. Tal montaje debería quedar en el repertorio.
Una apostilla final. Si en las versiones tradicionales Don José resulta un tanto apocado, por no decir alelado, en esta versión no hay por donde salvarlo. Es un náufrago en un mar de mujeres libres.
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Título:Carmen (Zarzuela en cuatro actos, a partir de la Opéra-comique de Ludovic Halévy y Henry Meilhac, basada en la novela Carmen (1845) de Prosper Mérimée) Música: George Bizet Versión: Saúl Aguado y Ana Zamora, a partir de lastraducciones históricas en castellano (Eduardo de Bray, 1890) Escenografía: Richard Cenier Vestuario: Deborah Macías Iluminación: Pedro Yagüe (AAI), Miguel Ángel Camacho (AAI) Maestro repetidor: Andrés Junco Asesor de verso: Vicente Fuentes Asesor de movimiento coreográfico: Javier García Ávila Diseñador de video: Álvaro Luna Ayudante de escenografía: Almudena Bautista Ayudante de vestuario: Anuschka Braun Realización de escenografía: Decoraciones Bongar, S.L. Realización de vestuario: Sastrería Cornejo Utilería: Hermanos Mateos Ayudante de dirección: Fuensanta Morales Orquesta de la Comunidad de Madrid (Titular del Teatro de la Zarzuela) Coro del Teatro de la Zarzuela Pequeños Cantores de la JORCAM Figurantes: Omar Azmi, Nacho Castro, Rafael Delgado, Héctor Gómez, Óscar Hernández, Fermí Herrero, Iván Luis, David Martín, José María Rueda, Carlos Seguí, Roberto Da Silva, Juan Viadas. Intérpretes: maría José Montiel/Jossie Pérez (Carmen), Sabina Puértolas/Rocío ignacio (Micaela), José Ferrero/ Javier Palacios ( Don José), Isabel Rodríguez García (Frasquita), Marifé Nogales (Mercedes), Rubén amoretti (Escamillo), Javier Galán (El Donaire), Mikeldi Atxalandabaso / Néstor Losán (El Remendado), Francisco Tójar (Zúñiga), Gerardo Bullón / David Rubiera (Morales), José Vicente Ramos (Curro Flores), Juan Pedro Schwartz (Un guía), Isabel González * / Arantxa Urruzola* (Una vendedora), Albero Ríos*, Juan Ignacio Artiles* (Un vendedor) * Cantantes del coro Directora de Pequeños Cantores: Ana González Director del coro: Antonio Fauró Directora musical: Yi-Chen Lin Directora de escena: Ana Zamora Duración: 3 horas y 25 minutos (con un descanso) Estreno en Madrid: Teatro de la Zarzuela, 10 - X - 2014
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