UNA VIDA ROBADA ¿VALE LA PENA ENFRENTARSE CON LA VERDAD?
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ASUNCIÓN BALAGUER/ CARLOS ÁLVAREZ NOVOA FOTO: JAVIER NAVAL. |
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RUTH GABRIEL /CARLOS ÁLVAREZ NOVOA FOTO:www.madridteatro.net |
Por el Teatro Fernán Gómez ha recalado Una vida robada. Un texto de Antonio Muñoz de Mesa que se mueve en el contexto, de lo que nos ha inquietado en estos últimos años: el robo y tráfico de niños por instituciones, que se prolongaron en los años ochenta. Consecuentemente ello ha desembocado en la búsqueda de esas madres o esos niños biológicos. Para los padres adoptivos ha supuesto una nueva situación caracterizada por la generosidad, al aportar datos.
Este texto ha tenido la inteligencia de no convertirse en una simple investigación y trasciende la anécdota, "chica/o que busca a su familia". De lo contrario no hubiera pasado de ser una crónica más sobre tales niños de lo que ya ha denunciado la prensa, los programas y series televisivas. Había un escollo más a salvar: el que no se transformase en un melodrama.
En esta ocasión, para no desvelar el interés, lo más que se puede contar es lo que relata el programa de mano:" Luz busca a su verdadera madre en la consulta de un Doctor que ha secuestrado su pasado para no enfrentarse a su futuro". Como es de rigor tal anécdota incluye doctor, enfermera, expedientes y hospital. Sin que se le pueda llamar "thriller" en lo específico del género, si tiene una conexión en cuanto que mantiene un interés, y se va descubriendo poco a poco la relación de aquellos seres, como si de una investigación policíaca se tratara. Sólo muy al final intuimos la dura sorpresa final.
La trascendencia de la anécdota, a la que antes he aludido, está en que con motivo de esta triste crónica, Antonio Muñoz Mesa plantea otra problemática: el concepto de la verdad y el riesgo a conocerla. Hasta lo que se puede contar, el arranque es el contrato de una joven, Luz (Rut Gabriel), como lectora de libros, durante dos horas, a un anciano, Doctor Nieto (Carlos Álvarez Novoa), de mal talante y palabrabotero, sobre todo con su provecta enfermera, Olvido (Asunción Balaguer), su ayudante de toda la vida en el Hospital. En la actualidad es ella quien cuida al decrépito médico, acosado de un Alzeimer, que no sabemos hasta qué punto es fingimiento. Ella parece haber asimilado los insultos y demás excentricidades del endiablado viejo. Entre ellos sobrenada el hijo del tal anciano, Julio (Liberto Rabal), responsable del contrato y quien lleva las riendas de la casa de cara al exterior.
Pronto descubrimos que la tal joven, deliberadamente, ha ido en pos de ese contrato, para encontrar a su madre biológica, una vez que intuye que médico, enfermera y archivos pueden desvelar el secreto. Ignorante el doctor Nieto de las segundas intenciones de Luz, cae en una cierta trampa: la juventud de Luz no le deja indiferente, hasta el punto de aplacar sus torpes deseos con la visión de los senos, gracias a un juego de la verdad. Pero hay algo más que le atrae de Luz, su decidido y fuerte carácter. Ante los malhumores, y bocanadas de improperios del doctor, es mujer que no se arredra y le planta cara. Este juego de la seducción contagia a Julio, quien se siente atraído por ella. Se hacen inevitables las relaciones sexuales. Hasta aquí es lo que más puede contar, porque, como en todo "trhiller", aunque no lo sea propiamente, no conviene desvelar al asesino, que en este caso no existe, pero si una gran sorpresa.
La estructura dramática se compone de brees escenas en un mismo escenario de corte realista, tendente al minimalismo. El cambio de iluminación y el de pequeños complementos en el vestuario, nos dan el paso del tiempo.
Antes he mencionado la búsqueda de la verdad como uno de los significados de la obra. Tal búsqueda la expone el autor en el juego de la verdad. Todos tienen algo que ocultar, que se desvela lentamente y prudencialmente mediante el "juego de la verdad". Se aporta un dato verdadero, con tal de que el contrincante se comprometa a lo mismo. Jaime de Armiñán también lo utilizó como recurso en su película El Nido, para desvelar los secretos ocultos de la niña (Ana Torrent) y el hombre maduro (Héctor Alterio). Mediante este juego el autor nos va llevando de modo intrigante hacia el final, lo cual nos mantiene en un interés constante.
Lo más chocante es el endemoniado carácter del doctor, llamativamente agresivo y con un desprecio absoluto hacia los demás. Tal agresividad se puede entender por el Alezeimer, nunca sabremos si es cierto o no, que en muchos pacientes brota ante las cosas más nimias. También, en el análisis del personaje, puede ser un descargar y apartar de si un sentido de culpa que le recome. Todo ello nos lleva a que el doctor aparece como el malo de la película. Digo aparece, porque Antonio Muñoz Mesa parece remitirse a la fábula de la Bella y la Bestia. Luz, con su energía, sabe extraer del viejo algunos sentimientos más nobles, que revelan que tal acritud, no es sino una coraza para que no se llegue a la verdad. Cuestión aparte es que los excesos de tal personaje son de gran teatralidad y efectismo, que no deja indiferente a los espectadores.
La transición de la historia en la escenas breves, se resuelven mediante los trillados semi-oscuros de corta duración. Se soportan, pero se hubiera deseado otra inventiva más ágil. La silla de ruedas entorpece el mutis. ¿No hubiera sido posible aplicar el "encadenado cinematográfico" propio del cine. Mientras unos personajes salen, a luz plena, los otros ya entran. Ello proporcionaría más ritmo a un texto cuya escenas son múltiples y breves.
La interpretación de los cuatro actores es correcta. Sobresale Carlos Álvarez Novoa en la creación de ese descontrolado anciano. El personaje da mucho de sí, por lo llamativo de su comportamiento. Ruth Gabriel, como la joven en busca de sus ancestros, compone un personaje creíble tanto en la parte más dulce como en la agresiva. El anciano y la joven son los dos papeles de mayor extensión, hasta el punto que se podría decir que Una vida robada es un duelo a dos. Asunción Balaguer, la enfermera, muestra su veteranía y su buen hacer en un personaje que sirve para que la intriga avance. A Liberto Rabal, nieto de Paco Rabal y Asunción Balaguer, le ha tocado un personaje de menor enjundia, aunque será fundamental en la historia imprevista que surge hacia el final. Aprovecha las discretas posibilidades dramáticas que le ofrece ese hijo del doctor.
La obra mantiene el continuo interés y se ve con agrado. Su virtud es ir más allá de la simple búsqueda. Plantea el problema que ha aparecido en algunos programas televisivos en aquellos que buscan su pasado: No siempre es agradable descubrirlo. Es un riesgo ahondar en el pasado, aunque desvelar la verdad nos lleva a enfrentarnos con la realidad y a la madurez.
El día 20 de febrero, en el cual asistí a la función, se produjo una situación que, en principio puede ser para-teatral, pero que recoge el aroma de los teatros de otros tiempos. Durante la representación en el área derecha del teatro se oyeron continuos murmullos, que, casi al final, desembocaron en un "¡No se oye!". Es posible, aunque yo sí oía. En el área izquierda los comentarios eran más acordes con aquellos de los lanzados en los Corrales, cuando el público entraba de lleno en la obra. Provenían de un sola voz, que mediante pequeñas intervenciones seguía fervorosamente las situaciones de la obra, hasta llegar a suplicar: "¡Halla paz!", cuando el enfrentamiento entre los personajes sube de temperatura. Tal meterse en la obra, resulta entrañable. Más interacción no es posible.
El run-run de los comentarios del área derecha llevó a Carlos Álvarez Novoa, tras los aplausos, a dirigirse al público advirtiendo que los actores nos dejamos la piel y nuestros sentimiento sobre la escena. Pedimos que el público tenga un respeto.
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FOTO: www.madridteatro.net |
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LIBERTO RABAL /RUTH GABRIEL FOTO: JAVIER NAVAL |
Título: Una vida robada Autor: Antonio Muñoz Mesa Escenografía: Iván arroyo Iluminación: Jesús Almendro y Rafael Catalina Vestuario: Teresa Callejo Maquinista: Cristian Gaibor Eléctrico: Jaime Martín Regidor: José Luis Aguilera Diseño Gráfico y Fotografía: Javier Naval Fotografía de escena: Julio Vergne Realización de escenografía: Scenalia Construye Transportes: Transespectáculos Asesoría: Menpuy Asesores Asesor Médico: Dr. Javier Salas Mantenimiento: Emilia Magro Ayudante de Producción: Fran Martí Coordinador de distribución: Ángel Sánchez Director de Producción: José Ángel García Producción: Juanjo Seoane para Scenalia Espacio sonoro: Iñaki Rubio Ayudante de dirección: María Miguel Intérpretes: Asunción Balaguer (Olvido), Carlos Ávarez Novoa (Doctor Nieto), Ruth Gabriel (Luz), Liberto Rabal (Julio). Dirección: Julián Fuentes Reta y Antonio Muñoz Mesa Duración: 95 minutos (aprox) Estreno en Madrid: Teatro Fernán Gómez (Sala Guirau), 11 - I -2014
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TEATRO FERNÁN GÓMEZ Directora: Mora Apreda Sala II Aforo: 316 Pz/ de Colón, s/n 28001 - Madrid Metro: Colón, Serrano Bus: 5/14/27/45/21/53/150/1/9/19/51/74 RENFE: cercanías. Entradas: Caixa Catalunya en www.telentrada.com y Tf. 902 10 12 12 Tel-reservas grupos: 91 480 03 33 37 Email:
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