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El coloquio de los perros. Els Jogars. CNTC. Crítica PDF Imprimir E-mail

EL COLOQUIO DE LOS PERROS
CON  LO MÍNIMO, LO MÁS
 
 
 RAMÓN FONTSERÉ / PILAR SAÉNZ / XEVI VILÁ
FOTO: DAVID RUANO
Cervantes escribió una novelita: El coloquio de los perros, cuyo título, menos conocido es: Novela, y coloquio, que pasó entre Cipión y Berganza, perros del Hospital de la Resurrección, que está en la ciudad de Valladolid, fuera de la puerta del Campo, a quien comúnmente llaman "Los perros de Mahudes". La fantasía de Cervantes se adelantaba a la de Walt Dysney, aficionado a humanizar animales y dotarles del habla. Cipión y Berganza, los dos perros, comprueban que todas las noches pueden hablar. Ante esta facultad Berganza decide contar a Cipión sus experiencias con distintos amos, donde los amos, sus ridículas convenciones y la relación con ellos dotando a las mascotas de un confort de un hotel de cinco estrellas no salen muy bien paradas.
 
Cervantes más triunfador, en su época, en el campo de la novelística, que en el teatro - tuvo que soportar las diatribas de sus coetáneos comediógrafos -, imagino, que no se le había pasado por la cabeza el subir al escenario a sus perros Cipión y Berganza. El género novelístico allana mucho eso de que unos animales se líen a emitir palabras ordenadas sintácticamente. Els Joglars, sin Albert Boadella al frente - aunque colaborador de la dramaturgia - se han atrevido a ello, y su gran hallazgo es revestir de carne escénica a unos perros, procurando mantener las líneas corporales y psicológicas de los mencionados canes.
 
Es cierto que en el original cervantino, esta línea de no olvidar la parte animal ya se encuentra, pero una cosa es provocar la imaginación del lector,  y otra poner ante los ojos del espectador actores encarnando animales. Walt Dysney, por volver a él, lo tenía más fácil: simplemente les dotaba del don de la palabra, manteniendo miméticamente sus formas corporales.
 
Antes de entrar en la parte de contenido, cuyo dueño es Cervantes, hay que resaltar la ingeniosa puesta en escena y el acertado uso plástico de la minimalista escenografía, el vestuario y el "atrezzo". Los tres elementos mencionados suponen una gran capacidad de imaginación, que nos remite a la fantasía infantil capaz de convertir los objetos cotidianos en castillos, cuevas y todo lo que se desee. En el caso que nos ocupa, por citar un ejemplo, las rejas de la jaula las conforman las de una simple parrilla de barbacoa. En este terreno sorprende la capacidad de sugerencia que se consigue con elementos mínimos y, siempre, muy cercanos al lenguaje teatral, lo cual, casi, es marca de fábrica de Els Joglars.
 
Otro de los alicientes es la expresión corporal en lo que respecta a la composición de gestos y movimientos de los canes. No se trata de simple imitación, sino de abocetados trazos que el espectador completa con su imaginación.
 
Quienes queda ridiculizados, obviamente, son esos seres que nos llamamos racionales. Los perros resultan más sensatos que los humanos, a los cuales se les visten de todas las absurdidades que un dudosa cultura les ha ido arrojando encima. Plásticamente, este cambio de tornas, se expresa acertadamente. Mientras los actores que encarnan a los perros mantienen su físico humano, los que interpretan a los hombres son tocados por caricaturescas máscaras, reproduciendo hiperbólicamente al hombre.
 
La labor de todos los intérpretes es muy buena y el cambio de personalidades en el grupo humano - siempre dos actores - es realmente ingeniosa a lo que se le añade el esfuerzo continuo de un ingenioso vestuario.
 
A pesar de todas las virtudes, que son las que pesan, hay que reconocer que cuesta un poco entrar en el juego. Posiblemente el monólogo del guardia de seguridad, maestro de ceremonias de la narración, resulta larga y la auténtica dramatización se hace esperar.
 
Si se quisiera resumir qué sea este Coloquio de los Perros, cabría decir que es un alarde de economía teatral: sugerir lo máximo con mínimos y sobrios elementos.
 
Título: El coloquio de los perros
Autor: Adaptación libre a partir de la novela de Cervantes.
Dramaturgia: Albert Boadella, Martina Cabanas y Ramon Fontserè
Espacio escénico: Albert Boadella y Ramon Fontserè
Diseño de iluminación: Bernat Jansà
Diseño de sonido: Xevi Sáenz
Música: Carles Cases
Ayudante de dirección: Martina Cabanas
Máscaras: Anna Rottier
Realización de escenografía, atrezzo y vestuario: Llorens Corbella
Coproducción CNTC/Joglars
Intérpretes: Ramon Fontserè (Cipión), Pilar Sáenz (Berganza), Dolors Tuneu y Xavi Sais (personajes y animales que aparecen en las peripecias de Cipión y Berganza), Xevi Vilà (Manolo),
Dirección: Ramon Fontserè
Estreno en Madrid: Teatro Pavón (CNTC), 26 - III -2013
 
 XAVI SAIS / DOLORS TUNEU
FOTO: DAVID RUANO
 


José Ramón Díaz Sande
Copyright©diazsande


TEATRO PAVÓN
(Compañía Nacional de teatro Clásico)
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C/ Embajadores, 9 (Plaza de Cascorro)
28012- Madrid
Tf. 91 528 28 19
Metro: La Latina
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