MOISÉS Y AARÓN
ENTRE LA TRASCENDENCIA Y LA REALIDAD
OBERTURA NO ESCRITA POR SCHÖNBERG
Moisés y Aaron (Moses und Aron) de Arnold Schönberg abre la temporada 2012/13 del Teatro Real y también reabre el conflicto laboral planteado la temporada anterior, que se quedó en agua de borrajas y con 10 despidos. Rodeando al Teatro Real una serie de trabajadores entregaba octavillas informando de la situación hasta el momento y vaticinando una temporada de ópera caliente en el caso de no llegar a un acuerdo (CLIKEAR).
En ese intento de reducción de costes se ha ido eliminado personal. Ya, desde los últimos meses de la temporada anterior, es el público el que busca su localidad, por la ausencia de acomodadores. Los programas de mano se recogen de una mesita a la entrada. Tal medida de ahorro se ha extendido a otros campos internos y se convierte en drama con respecto al mundo de los trabajadores.
Las zarzuelas tiene preludios y las óperas oberturas. Moisés y Aarón tuvo una obertura que no había escrito Arnold Schönberg. La orquesta y coro habían ocupado sus puestos sobre el escenario y Sylvain Cambreling, el director, subido al podio. De las alturas, descendió una diáfana voz femenina con un mensaje que aludía al conflicto laboral sin resolver, y recordando que la ópera es fruto de todos: artistas y trabajadores. Otra voz, esta vez masculina, parecía discordante pero sólo pudo emitir las primeras sílabas, ininteligibles, pues fue ahogada por una salva de aplausos del público. Sobre el patio de butacas aletearon una serie de pequeñas octavillas: "Sin trabajadores no hay ópera".
UN CONCIERTO ADMIRABLE
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ANDREAS CONRAD (AARÓN)
FRANZ GRUDHEBER (MOISÉS)
FOTO: JAVIER DEL REAL |
Un pequeño silencio, y la batuta de Sylvain Cambreling se alzó para ofrecer un concierto, el cual, para decirlo de una vez, resultó admirable tanto por la música como por la interpretación de cantantes y coro. Buen comienzo de temporada.
Este Moisés y Aarón era en versión de concierto. Llegado al final se plantea la pregunta de que su versión escénica no es nada fácil, puesto que la acción es mínima - el propio Sylvain Cambreling ha declarado que de las 19 versiones escénicas que ha visto, ninguna le ha convencido -, y la importancia radica en el propio texto. De ahí que sea importante su intelección. Tiene un cierto enganche con el Oratorio - una primera versión fue Oratorio y posteriormente se decidió por convertirlo en ópera -, de ahí que la versión de concierto sea fácilmente digerible.
El libreto, escrito también por Schönberg, enfrenta a dos figuras bíblicas: Moisés y su hermano Aarón. Ambos se encuentran con la gran dificultad de hacer presente un Dios irrepresentable, el cual se manifiesta a través de elementos de la naturaleza como puede ser la zarza ardiendo y presentándose como "Yo soy el que soy" (Éxodo, 3, 14), pero rehuyendo toda imagen corpórea. Schönberg parte del episodio narrado en el Éxodo (4,10-17) (1), en el que se nos revela la dificultad de palabra de Moisés que degenera en un tartamudeo - "se me traba la lengua" (Ex. 4,10) - y le impide comunicarse con el faraón y el pueblo. Dios le tranquiliza invitando a que se lo comunique a su hermano Aarón - "Tú le hablarás a Aarón como si fuera yo mismo, y Aarón a su vez le comunicará al pueblo lo que le digas tú".
Este pasaje sirve a Schönberg para plantear un dilema: la irrepresentabilidad de Dios, que al corporeizarlo lo destruimos, cuya manifestación más grotesca es el Becerro de Oro. Moisés, quien recibe el mensaje, lo platea a nivel de idea, de pensamiento abstracto, mientras que Aarón pretende representarlo mediante imágenes. Es la traducción del pasaje bíblico mencionado: Yo te lo comunico a Ti, Tu a Aarón y Aarón al pueblo.
Schönberg con esta reflexión pone el dedo en la llaga en algo trágico para el ser humano: la incomunicabilidad con Dios, que hace pensar en la ausencia de Dios. La gran paradoja es que cuando intentamos dejar el área de lo abstracto, y queremos aposentarnos en la de la imagen - espacio temporal - lo destruimos. Por otro lado, el ser humano necesita recurrir a lo sensible. Y también está la tragedia de quien intenta comunicarlo - Moisés -, que se ve incapacitado de transmitir la idea que anida en su mente. Es lo mismo que sucede con el artista: cuando corporiza su idea artística la destruye. Es el famoso "analogon" de Jean Paul Sartre, cuando analiza la idea artística. Lo que vemos plasmado en una estatua o pintura, música o danza es sólo una analogía de la idea original que el artista tiene en su cabeza.
Por lo tanto Moisés y Aarón es una profunda reflexión sobre dos temas: la dificultad de comunicación del mundo trascendente, y la dificultad de representar un mundo u otros que se mueven el terreno de lo abstracto o del arte.
La Versión ofrecida se reduce a los dos actos primeros. Falta el tercero, cuya música Schönberg nunca escribió. La muerte le alcanzó antes y estrenada después de su muerte, siempre se ha limitado a esos dos actos. Sin embargo sí tenía escrito el texto del tercer acto, aunque con dos versiones. Ello ha generado el apelativo de "Obra inacabada". Hay quienes piensan que el tal apelativo no le corresponde a una obra que puede tener un final ambiguo: ¿hay posibilidad de traducir en imágenes el pensamiento? No obstante, al leer el texto del Tercer Acto, tal final parece cambiar y Schönberg se presenta más pesimista con respecto a la temática planteada. Tras el prendimiento de Arón por haber aniquilado la idea de Dios mediante las imágenes y su posterior libertad, éste se desploma y cae muerto. Desaparece el único vehículo de traducción, cuyo pecado ha sido falsear a través de lo sensible la imagen trascendente de Dios. Schönberg pone en boca de Moisés la única posibilidad de alcanzar a Dios: "Pero en el desierto sois invencibles y alcanzareis la meta; en unión con Dios". La pregunta sin respuesta parece ser: ¿es posible alcanzar a Dios? Tal imagen del desierto, recuerda el final de la película de Pasolini, Teorema: el padre de la familia, desnudo, se pierde en el desierto ante la anterior experiencia sensible de Dios, la cual se ha desvanecido.
Es pues un tema de gran sugerencia y trascendencia el que nos propone Schönberg: el desligarse de lo material para ir en busca de lo espiritual como realización de la vida humana. No obstante, no se oculta la necesidad de lo sensible más allá de la idea, planteada en toda la primera parte. Si Schönberg hubiera musicado el Tercer Acto, a nivel de temática, nos encontraríamos con dos óperas distintas.
El EuropaChorAkademie y la SWR Sinfonieorchester Baden-Baden - Freiburg, han vuelto a demostrar, como ya lo hicieran en San Francisco (CLIKEAR), su gran pericia, sobre todo en una obra de no fácil ejecución musicalmente. Hay pasajes realmente sugerentes e inspirados como es resolver la voz de Dios a través del, casi susurro, de los solistas con el fondo del coro. El otro logro que Schönberg consigue es la traducción musical de ese dilema entre la tartamudez de Moisés y la fluidez vocal de Arón (Andreas Conrad). Para Moisés (Franz Grundheber) compone una partitura de barítono calificada como canto hablado (Sprachgesang), mientras que la de Arón está escrita para un tenor en una clave más lírica y brillante. El canto hablado no resulta nada fácil y Franz Grundheber lo resuelve con eficacia y seguridad. Por su parte Andreas Conrad compone un Arón de gran brillantez. Tiene que luchar con una partitura nada fácil en los agudos, los cuales emite con gran limpieza. El contraste de las dos voces es enormemente evocador.
Lo solistas, femeninos y masculinos, se mantienen en un segundo plano, pero no menos elocuentes. Sus calidades hay que repartirlas por igual, mereciendo un aplauso. Sobresale, por su mayor extensión, la atinada interpretación del bajo Friedemann Röhlig en el papel del sacerdote.
Vuelvo otra vez al Coro por dos razones. La primera Schönberg lo ha tratado con gran sensibilidad y evocación, demostrando el poder abstracto y sugerente de la música. La segunda es la cuidadosa interpretación de los integrantes del numeroso coro.
Sylvain Cambreling dirige la orquesta con entusiasmo y precisión, y ésta responde con finura, llenando de matices la interpretación.
Las prevenciones del público ante Schönberg, lo mismo que ante la ópera contemporánea, son de temor y de enfrentarse ante un mundo ininteligible por eso del "dodecafonismo". En esta ocasión tales prejuicios caen por tierra al escuchar una partitura rica en matices y con una admirable interpretación.
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FOTO: JAVIER DEL REAL |
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(1) Éxodo (4, 10-17)
10 —¡Ay, Señor! —respondió Moisés—. Yo no tengo facilidad de palabra, y esto no es sólo de ayer ni de ahora que estás hablando con este siervo tuyo, sino de tiempo atrás. Siempre que hablo, se me traba la lengua.
11 Pero el Señor le contestó: —¿Y quién le ha dado la boca al hombre? ¿Quién si no yo lo hace mudo, sordo, ciego, o que pueda ver?
12 Así que, anda, que yo estaré contigo cuando hables, y te enseñaré lo que debes decir.
13 Moisés insistió: —¡Ay, Señor, por favor, envía a alguna otra persona!
14 Entonces el Señor se enojó con Moisés, y le dijo: —¡Pues ahí está tu hermano Aarón, el levita! Yo sé que él habla muy bien. Además él viene a tu encuentro, y se va a alegrar mucho de verte.
15 Habla con él, y explícale todo lo que tiene que decir; yo, por mi parte, estaré con él y contigo cuando hablen, y les daré instrucciones de lo que deben hacer.
16 Tú le hablarás a Aarón como si fuera yo mismo, y Aarón a su vez le comunicará al pueblo lo que le digas tú.
17 Llévate este bastón, porque con él harás cosas asombrosas.
Título: Moses Und Aron(Ópera en tres actos) En versión de concierto
Música: Arnold Schönberg (1874-1951)
Libreto: Arnold Schönberg, basado en el libro del Éxodo de la Biblia
Un proyecto elaborado para el Teatro Real, la Philharmonie de Berlín,
el Festival de Lucerna y el Festival Musica de Estrasburgo
Intérpretes: Franz Grundheber (barítono) Moses , Andreas Conrad (tenor) (Aron), Johanna Winkel (soprano) (Una joven), Elvira Bill (mezzosoprano) (Una inválida), Jean-Noël Briend (tenor)( Un joven), Jason Bridges (tenor) (Un joven desnudo), Andreas Wolf (bajo-barítono) (Otro hombre/Un efraimita), Friedemann Röhlig (bajo)( Un sacerdote), Johanna Winkel, Katharina Persicke (soprano) Elvira Bill, Nora Petrocenko (soprano) (Cuatro vírgenes desnudas), Johanna Winkel, Katharina Persicke, Elvira Bill, Jason Bridges, Andreas Wolf, Friedemann Röhlig (Seis voces solistas)
Coro: EuropaChorAkademie
Orquesta: SWR Sinfonieorchester Baden-Baden — Freiburg
Director musical:Sylvain Cambreling
Director del coro:Joshard Daus
Director de banda interna y asistente del director musical: Peter Tilling
Duración aproximada: 1 hora y 45 min. (sin descanso)
Edición musical: Editorial Schott Music GmbH & Co. KG. Editores y propietarios
Estreno en Madrid: Teatro Real, 7 - IX - 2012
In Memoriam Maurice Hatchwell Toledano (Comunidad Judía de Madrid)
Patrocinio: Aqualogy
FOTO:
BOGUSŁAW TRZECIAK |
Teatro Real
Director: Gerard Mortier
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28013 – Madrid
Tf. 91 516 06 60
Metro: Ópera, líneas 2 y 5
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Autobuses: Líneas 3, 25 y 39
Parking: Plaza de Oriente
Cuesta y Plaza de Santo Domingo
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