LE LLAMAN COPLA
POESÍA Y MELODRAMA EVOCADOR
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FOTO: LA BARNI TEATRE |
La copla, en la recepción del público ha sufrido un itinerario similar al de la zarzuela. Se le ha considerado un género popular, apartado de la música culta y enraizado en la mentalidad franquista. De ahí que en los años de liberación del régimen de Franco, ha pasado por cierto desprecio en círculos interesados en el cambio a todos los niveles. La copla almacenó un ingrediente más: "eso era de Andalucía" y por lo tanto los del Norte y los del Centro se identificaban menos. A ello colaboró que la gran mayoría de cantantes de copla - excepción Concha Piquer y alguna otra - eran de aquellas tierras andaluzas.
Pasados los primeros años del "Cambio", algunos cantantes como Carlos Cano, Pedro Guerra y otros restituyeron la copla, más allá de lo popular y poco culto. La copla subió, como de nivel y la connotación franquista fue desapareciendo. lo cual era lógico, porque la copla nació mucho antes y en la República tuvo gran protagonismo. Es más, la mayoría de las historias - pequeños melodramas - de la copla no casan bien con un conservadurismo y pureza de costumbres.
Toda esta parrafada viene a cuento porque Le llaman Copla, es una creación de un grupo catalán y la pregunta es ¿Qué hacen unos catalanes cantando copla? (CLIKEAR). La Barni Teatre llegó por Madrid con Ojos verdes y arrasó, hasta el punto de tener que poner una función a las 12 del mediodía, un domingo, para que pudieran asistir los profesionales del teatro. Ojos Verdes fue revelación gustosa. Detrás del espectáculo había mucho trabajo de investigación y muchas coplas a las que no se les permitió entrar en aquel montaje. Todo ese material sobrante se ha estudiado y elaborado para crear Le llaman Copla.
Se trata de un espectáculo, en el que hay una auténtica creación a muchos niveles. La mayor virtud es que se ha retomado la copla en lo que es su esencia. No se ha ido a modernismos de "chim-pum". Los ritmos son los de la copla, pero alejados del "arqueologismo". Ha habido una auténtica recreación tanto musical como canora. A ello se ha unido cierto grado de teatralización que circula por lo poético y lo evocador, sin caer en el peligro de la representación literal de la historia que la copla cuenta. Va más a expresar lo emocional de la historia que a su traducción escénica de modo naturalista. Salvo algunas, la mayoría de ellas no se pronuncian con acento andaluz, lo cual le da mayor universalidad.
Los arreglos musicales, algunos muy elaborados y otros respetando más el original, son muy buenos. Aunque no se puede decir que una merece más que las otras, si cabe resaltar Medley Lorca, la cual posee unos arreglos musicales fantásticos, así como una evocación de Lorca a través de frases sueltas de su obras, que lo personifican bien. Después están las conocidas canciones populares que Lorca rescató, cantadas con gusto y con un halo poético. En alguna ocasión, como es con La bien Pagá, parecen inspirarse en aquel famoso dúo Pimpinela, en lo que respecta a la puesta en escena. No solamente lo cantan a dúo, sino que lo interpretan escénicamente y, como melodrama cercano al culebrón, funciona bien.
Otra de las virtudes está en el tratamiento de cada copla y en el hilván. Ninguna se parece a la otra en estos dos sentidos. Al cantarla diversos actores le da también esa variabilidad, la esencia de ritmo total de un espectáculo. Sería injusto destacar a un cantante más que otro, ya que es un trabajo muy coral y está muy alejado del exhibicionismo de una protagonista. Es decir, aquí no hay teloneros.
El conjunto musical está integrado por un piano, flauta, violín y guitarra. Tales instrumentos, sobre todo la flauta y el violín proporciona ese halo poético musical, con cierto ambiente de nostalgia. Se podría decir que el tratamiento musical y canoro, es como una exquisita figura de porcelana, incluso en la partes más emotivas y dramáticas.
A nivel de vestuario han dejado de lado los faralaes, los enfundados pantalones flamencos o vestes similares, muy connotadas con una época y una región. Su ropa es la actual, incluidos vaqueros, pero sí se ha posesionada de una serie de elementos que funcionan como símbolo y evocación: una peineta, unos botines, un mantón, una flor... que en el contexto musical adquieren una gran evocación. Lo que consiguen los de La Barni Teatre, es lo que los estudiosos de la semiología cinematográfica o teatral advierten: no caer en la alienación de la imagen que al darlo todo, prohibe, a la imaginación, remontar el vuelo por sí misma. Aquí música, canción y escena poseen ese gran poder evocador y permiten que remontemos el vuelo más allá de lo que nos cuentan.
La Barni Teatre ha declarado que no pretenden enseñar a cantar la copla. Simplemente es otro modo de abordar ese estilo musical y de buscarle un modo de universalización y juventud. Lo consiguen.
Apartándose un poco de la copla está un cuplé: La Vaselina. Tiene humor pícaro y maliciosa interacción con el público. Funciona bien, y esto lo subrayo porque en Ojos Verdes había también una especie de cuplé canción de cabaret, donde no se conseguía esa picardía, amén de alargarse en exceso. En esta ocasión funciona muy bien.
El público se entrega, prácticamente, desde el principio y corrobora su satisfacción con aplausos tras cada interpretación y se vuelca, generosamente, al final. Una gran velada artística.
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