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Al derecho y al Revés. 1984 PDF Imprimir E-mail
Escrito por Juan Luis Veza Iglesias   
Viernes, 23 de Marzo de 2012 08:53

 

 

 
 RESEÑA, 1985
NUM. 154, pp. 23

AL DERECHO Y AL REVÉS

VODEVIL DE RARA CALIDAD

Eran años en los que, a nivel de crítica especializada, el llamado teatro calificado de comercial - la comedia, la farsa, la Alta Comedia - se tenía menos en cuenta. Estábamos con la fiebre de lo "sesudo" y "comprometido. Apareció un director inglés Alexander Herold y mostró una especia de vodevil. Lo que no cuadraba mucho es que un "vodevil" lo interpretasen actores de fuste como Amparo Baró, José María Pou y la casi recién salida de la RESAD, Paula Sebastián. En aquella época la RESAD había tomado el toro por los cuernos y fomentaba el teatro comprometido y serio. La obra fue un bombazo.

 

AMPARO BARÓ
(1984)
EN CAMERINO
AL DERECHO Y AL REVÉS

Después de permanecer casi un año cerrado por el aparatoso incendio de la discoteca que ocupaba sus sótanos, el tradicional Teatro Alcázar de Madrid ha vuelto a abrir sus puertas con una comedia inglesa, Noises off, titulada c entre nosotros Al derecho y al  revés. La publicidad subraya los premios a la mejor comedia del ano en Londres y Nueva York, y nos la ofrece como "la más divertida de la historia del Teatro" . Como a esto se añade una ilustración de Mingote en la que dos señores persiguen a una chica sin ropa, no pude, en principio, evitar la sospecha de encontrarme ante una pieza "comercial" y "ligera" en el peor sentido. Pero afortunadamente no fue así ya que se trata de un juego bastante más original.

 

Asistimos de entrada a un ensayo general realizado por actores ingleses de una compañái mediocre. Todo va mal: texto, movimiento escénico, precisión de entradas y salidas, nervios de los actores. De vez en cuando el ensayo se (interrumpe y observamos a los intérpretes sin máscara, un poco al descubierto.

 

Un mes más tarde asistimos al mismo acto que se ensa­yaba, pero esta vez desde el fondo del escenario, de modo que vemos el revés del deco­rado. Ahora escuchamos un texto que ya conocemos, pero la acción más interesante se produce entre los actores de­trás del escenario: depresio­nes, celos, despistes, fallos y olvidos que son subsanados ante nuestros ojos. Detrás de la escena hay toda una vida mucho más apasionante que la que se ofrece al espectador.

 

Otro mes más, y las comple­jas relaciones de trastienda  han invadido la escena deteriorando el espectáculo. Ahora comprendemos por qué entra tarde un actor, por qué cambia quizá el tono de una réplica, como tal intérprete se permite aquella "morcilla",  cuando va a llegar un silencio inevitable o una ausencia imprevista. Ahora asistimos al juego del derecho y del revés indisolublemente mezclados.

 

Gracias a este recurso de mostrarnos el escenario por detrás, la comedia juega todo el tiempo con un doble plano que si le confiere un atractivo y un humor particular. El primer acto, menos novedoso pero necesario para construir el resto, nos ofrece ya una sabrosa galería de tipos de actor: la olvidadiza, el torpe de movimientos, el que llena cualquier  pausa con la botella, la que mezcla sus relaciones sentimentales con el personaje que interpreta...

 

La gran sorpresa se produce en el segundo acto: los intérpretes del vodevil teatral son protagonistas de su propio vodevil personal detrás del decorado. Y así les vemos jugar al mismo tiempo dos obras: las que dan al supuesto público y la que se desarrolla en el revés de la escena. EI tercer acto significa la confusión de ambos planos, llevando felizmente la vena del humor a los confines  del absurdo.

 

La idea original de ofrecer­nos lo que habitualmente se oculta al público (una variante del "teatro en el teatro") no habría resultado feliz si no hubiera sido realizada con un evidente cariño hacia el mun­do del teatro. Todos los perso­najes resultan entrañables, simpáticos a pesar de su me­diocridad, amables en su mis­ma pequeñez. Están vistos sin duda con el ojo de la comedia, y por eso su desastre final nos llega como un delicioso desas­tre. Quedan ahí evocados to­dos esos cómicos sin dema­siado brillo, profesionales de la escena que no ganaron pre­mios, a quienes nadie dedicó una calle. Cuanto más de cerca conocemos esta profesión más apreciamos este amable homenaje.

 

En una comedia de doble fondo como esta se hace más necesaria que nunca la precisión de los actores, que no paran de entrar y salir, aso­marse y desaparecer, poner y quitar elementos. Hay que ala­bar sin rodeos el trabajo que realizan, muy por encima de lo habitual en este aspecto; tra­bajo animado sin duda por Alexander Herold, que ya ha dirigido esta comedia en Lon­dres y Buenos Aires. Se trata de una labor muy conjuntada que merece un aplauso tam­bién de conjunto. Es una satis­facción constatar que el logro de una función teatral no ra­dica tanto en la amplitud del presupuesto ni en la pedante­ría de los planteamientos; sino, entre otras casas, en la rigu­rosa conjunción con que ha de afrontarse un trabajo eminen­temente orquestal.

 

Título: AlI derecho y al revés ("Noises off').

Autor: Michael Frayn.

Adaptación: Juan J. Ar­leche.

Escenografía: Emilio Burgos.

Dirección: Alexander Herold.

Intérpretes: Amparo Baró, Paca Gabaldón, Manuel Zarzo, Alberto Bove, Luisa Armenteros, Luis Lorenzo, Paula Sebastián, Joaquín Kremel, Jose Mª Pou.

Estreno en Madrid:  Teatro Alcázar, Noviembre - 1984.


Juan Luis Veza Iglesias
Copyright©vezainglesias

 


TEATRO ALCÁZAR
C/ ALCALÁ, 20
28014 - MADRID
TF. 91 532 06 16
METRO: SOL Y SEVILLA
PARKING SEVILLA, LAS CORTES, PLAZA DEL REY

 

 

Última actualización el Viernes, 23 de Marzo de 2012 15:44
 
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