LADY MACBETH DE MTSENSK
UN GOLPETAZO QUE NOS DEJA ANONADADOS
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VLADIMIR VANEEV / EVA-MARIA WESTBROEK
FOTO: JAVIER DEL REAL |
Llega al Teatro Real de Madrid una producción de la Nederlands Opera de Ámsterdam: Lady Macbeth de Mtsensk, ópera controvertida en su época (1934) con música de Dmitri Shostakóvich y que obligó, a su pesar, a doblar el espinazo al liberal músico ante las amenazas de Stalin y su prole. Un cierto sentido de culpa por esa obediencia le acompañó toda la vida al compositor.
El libreto de Shostakóvich en colaboración con Alexander Preys, partía de un relato de Nikolái Leskov. La historia tiene como protagonista a Katerina Ismailova, una mujer de su casa - "su casa" entendida como lugar de prisión, porque su oficio sería "sus labores" - que se siente insatisfecha de su existencia y le lleva a cometer una serie de asesinatos de sus familiares para poderse liberar. Dicho así Katerina aparece como un ser malvado y una asesina que le equipara a la Lady Macbeth de Shakespeare. Las dos tienen las manos manchadas de sangre. Hay una diferencia: la lady de Shakespeare se precipita en la locura, intentando, sin conseguirlo, lavar sus manos de la sangre de su crimen. Katerina no parece cargar con ese sentido de culpa, aunque su final sea también trágico.
En la escritura de Leskov, Katerina no sale muy bien parada. Shostakóvich y su colaborador la ven desde otro ángulo. Son más compasivos e intentan descubrir las causas de esas atrocidades. Katerina no es la asesina fría y egoísta. Sus actos criminales son consecuencia de una insatisfacción existencial y, en el fondo, por la búsqueda continua de que alguien la ame. De este modo la narración se transforma en un indagar sobre las motivaciones del ser humano que le llevan a actos abominables, de modo que la historia de Katerina vaya más allá de un escandaloso titular de crónica negra. Tal tratamiento nos plantea el interrogante que siempre nos queda sin respuesta ante tales actos, y no nos vale la respuesta de "porque son malos".
Esta visión de una Katerina atractiva moralmente a los ojos del espectador, lo consigue mediante la descripción de su enclaustrada vida, rodeada no solamente por barrotes de jaula de oro, en la que la ecierran su marido y suegro, sino por el contraste con el mundo masculino, que aparece zafio, interesado y machista, incluido el Pope. Por eso, desde el principio, nos ponemos de parte de Katerina.
No sé lo que leyó Stalin, cuando asitió a la representacion, para prohibirla, pero si tomamos la obra desde un aspecto metafórico y, a lo mejor es especular en exceso, la metáfora bien puede referirse a la situación sociopolítica de aquellos años de dictadura y purgas. Katerina sería el bondadoso pueblo ruso oprimido por el poder - los hombres en Lady Macbeth. Es muy significativo el acto final en el que Katerina y Sergei, su amante, son exiliados a Siberia junto con otros presos, tienen que recorrer, a pie, un camino de 6.000 Kms. Dmitri Shostakóvich no tuvo que emprender tal caminata, pero sí doblegar la cerviz y autocensurarse, que le llevó a decir: "He sido un cobarde".
Martin Kušej - director de escena - ha concebido junto al escenógrafo Martin Zehetgruber un espacio único con variantes. A lo largo de todo el perímetro del escenario, un elevado muro nos evoca los de una prisión. En el centro, una estructura minimalista de ventanales acristalados, con puertas corredizas, son en realidad la burguesa y adinerada jaula donde Katerina soporta, al mismo tiempo que se rebela, su tedio de ama de casa. Es un acierto. El desafío mayor, escenográficamente, era el acto final: el largo camino hacia Siberia. No hay por qué desvelarlo, pero si constatar que se ha logrado, mediante dos niveles, recrear esos 6.000 Kms. de pesadilla y dolor, bajo la vigilancia de solados y perros.
La música de Shostakóvich, apabullante en muchos momentos y que fascina, permite a la dirección escénica una narración dramática, sin concesiones virtuosistas vocales que frenan el ritmo de la narración. Se podría decir que la partitura es una banda sonora, al estilo del cine, en el que los parlamentos, cuando los hay, son cantados y no hablados. Esta estructura obliga a la interpretación con acción por parte de los cantantes, algo que se consigue eficazmente. Martin Kušej ha sabido combinar un verismo, en varios momentos, con un tratamiento, sobre todo en el coro, más expresionista. La masa de los individuos del coro crea imágenes muy evocadoras de la situación ambiental. Uno de los aspectos del texto es la sensualidad y sexualidad que rezuma toda la historia. Se consigue comunicarlo plásticamente tanto a niveles individuales como corales.
La partitura es fascinante, sobre todo en las partes orquestales. Una fascinación potente. Combina esa orquestación con los cantables que optan por la melodía y que frente al estruendo musical de las partes instrumentales, sabe dosificar el acompañamiento del cantante. El ambiente de la región viene dado por toques del folklore remozados operísticamente. En el siglo XXI no nos parece, en absoluto, un "caos musical" como apuntaba el crítico anónimo del diario Prawda de 1933.
El que la partitura fascine, no quiere decir que sea fácil de ejecución. Son muchos los instrumentos, hasta el punto de tener que ampliar el foso del Teatro Real. Hartmut Haenchen - el director musical - consigue sacar de la orquesta un buen sonido. En escena actúa una banda de metal que aporta el elemento folklórico. Resulta brillante y vale la pena reseñar el mérito no solamente de la interpretación, sino el haber conseguido lograrlo sin partitura. Los músicos han tenido que llevarla partitura en la memoria, lo cual, según los profesionales, no es fácil y siempre es un riesgo.
Katerina está, prácticamente, siempre en escena. Eva-Maria Westbroek (Holanda) - cuyo perfil se puede ver en la sección entrevista Lady Macbeth de Mtsensk publicada en www.madridteatro.net -, encarna bien al personaje, tanto desde el punto de vista interpretativo como vocal. El primero no es fácil por la obligada sensualidad del personaje. Su imponente y bella figura le facilita este aspecto, que se complementa con una interpretación y calidez en la voz. Es una soprano que transmite seguridad en la voz y potencia, sobre los grandielocuentes acordes, a veces, de la partitura, que matiza con momentos más líricos.
Michael König (Serguéi, el amante), es tenor recurrente en el Teatro Real - Ascensión y Caída de la ciudad de Mahagonny y San Francisco de Asís. Vuelve de nuevo a mostrarnos su bien timbrada voz que, en esta ocasión, combina con ciertos momentos más expresivos de agresividad. No es fácil el personaje de Serguëí, que se mueve entre el amor lírico y otro más sexual. Ello obliga a dos registros interpretativos, incluso en la emisión de la voz. Lo consigue.
Desde el principio, causa impresión por su potencia y contundencia la voz del bajo-barítono Vladimir Vaneev, que interpreta al suegro de Katerina. Su personaje, educado en la estructura de poder y de superioridad sobre el mundo femenino, nos convence en la figura de Vladimir.
El resto de las intervenciones, más breves, cumplen bien su cometido. A destacar el coro a todos los niveles, interpretativo y canoro.
Esta Lady Macbeth de Mtsensk es como un golpetazo que nos deja anonadados en un primer momento y la reflexión posterior nos habla de un espectáculo plagado de aciertos.
Título: Lady Macbeth de Mtsensk
Libreto: Alexander Preys, Dmitri Shostakóvich, basado en Nikolai Leskov
Música: Dmitri Shostakóvich
Escenógrafo: Martin Zehetgruber
Figurinista: Heide Kastler
Iluminador: Reinhard Traub
Asistente del director musical: Walter Althammer
Asistente del director de escena: Herbert Stoeger
Ayudante del director de escena: Barbara L1uch
Asistente de la figurinista: Beatrix Lorber
Supervisora de dicción: Liuba Orfenova
Maestros repetidores: Arnaud Arbet, Riccardo Bini
Intérpretes: Vladimir Vaneev (Boris Timfeyevich Ismailovl / Un preso anciano), Ludovit Ludha ( Zinovi Borisovich Ismailov), Eva-Maria Westbroek (Katerina Ismailova), Michael Konig (Serguei) Carole Wilson (Aksinya/Una prisionera), John Easterlin(Un trabajador harapiento), Francisco Santiago (Un tendero/Un policia), Airam de Acosta (El portero), Javier Checa (Primer capataz), Angel Rodriguez (Segundo capataz), Alain Damas (Tercer capataz), Igor Tsenkman (Un molinero), Fernando Campo (Un cochero), Alexander Vassiliev (EI pope/Un centinela), Scott Wilde (Un sargento de policia/Un oficial), Valentin Jar (Un maestro), Álvaro Vallejo(Un invitado borracho), Lani Poulson (Sonietka).
Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real
(Coro Intermezzo y Orquesta Sinf6nica de Madrid)
Figuración: Eduardo Castro, Jorge Martin, Fernando Sanchez (Bocasdanza y Area de espectáculos), Andres Bernal, Alberto Chaves, Mirko Corchia, Silvia de Esteban, Marla Gonzalez, Silvina Mananes, Pepe Rey, Merche Romero, Alexandro Valeiras
Nueva producción en el Teatro Real, procedente de la Nederlandse Opera de Amsterdam
Director del coro: Andrés Maspero
Director musical: Hartmut Haenchen
Director de escena: Martin Kusej
Duración aproximada: Actos I, II Y III (escenas 1-6): 1 hora y 50 min.
Pausa de 25 min.
Actos III (escenas 7-8) y IV: 1 hora
Idioma: Ruso
Estreno en Madrid: Teatro Real, 3 - XII - 2011
Edición musica: Lady Macbeth de Mtsensk, op. 114 de Dmitri Shostakóvich
Libreto: Alexander Preys, Dmitri Shostakóvich, basado en Nikolai Leskov Internationale Hans Sikorski (Hamburgo)
Editores y propietarios
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FOTO:
BOGUSŁAW TRZECIAK |
Teatro Real
Director: Gerard Mortier
Plaza de oriente s/n
28013 – Madrid
Tf. 91 516 06 60
Metro: Ópera, líneas 2 y 5
Ramal Ópera-Príncipe Pío
Sol, líneas 1, 2 y 3
Autobuses: Líneas 3, 25 y 39
Parking: Plaza de Oriente
Cuesta y Plaza de Santo Domingo
Plaza mayor
www.teatro-real.com |
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