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En la Luna. Sanloz.Crítica PDF Imprimir E-mail
Escrito por Jerónimo López Mozo   
Sábado, 17 de Diciembre de 2011 14:05

EN LA LUNA

MISCELÁNEA ESCÉNICA

 

 

 
 FOTO: ROS RIBAS

La acción tiene lugar en la luna. Así lo dice Sanzol y lo acredita la escenografía. Dicha ubicación es, sin embargo, un efecto distanciador, porque, desde la primera escena, comprobamos que los acontecimientos que presenciamos tienen lugar en nuestro país en los años de la transición. Hay otro recurso que refuerza la idea de distanciamiento, cual es que la visión de ese período de nuestra historia reciente nos es mostrada a través de la mirada infantil de quienes entonces eran niños, aunque, en el escenario, sus intérpretes son adultos. El espectáculo está estructurado en una sucesión de sketches, fórmula teatral a la que se ha abonado el autor, quien ve en ella el mejor camino para expresarse dramáticamente.  Y lo hace en clave de humor, recuperando el que, a partir de mediados del siglo pasado, practicaron algunos de nuestros mejores comediógrafos, con Miguel Mihura y Jardiel Poncela a la cabeza. Era aquél un humor surrealista, a veces negro, que retrataba la sociedad española de entonces, y lo es éste, que hace burla desenfadada y amable de las miserias de una España que salía del miedo y la represión y echaba a andar, con sus traumas a cuestas, hacia una democracia tan esperanzadora como llena de incógnitas.

 

Por el escenario transitan toda suerte de personajes que nos resultan familiares, bien porque nos reconocemos en ellos, bien porque nos recuerdan a gente de nuestro entorno: aquél que, durante el franquismo, temía no parecer demasiado adicto al dictador y, una vez muerto éste, dar la sensación de serlo en exceso; el hombre que ha sido testigo de un atraco y reconoce en el policía que le interroga al propio atracador; una joven que convierte su fiesta de cumpleaños en una incómoda reunión, a causa de su tozudez y sus contradictorios principios éticos; los hermanos que han sido capaces de no dirigirse la palabra durante treinta años y en apenas un minuto hacen las paces sin que adivinemos los motivos del cambio; la ocasional escritora, esposa de un hombre abúlico en materia de sexo, cuyos relatos eróticos, escritos sin que él lo sepa y publicados con nombre ficticio en la revista Interviú, despiertan su apagada libido; el que quiere vender su cochecito de bebé para comprarse un curioso ventilador asiático y es objeto de mofa por parte de los demás, carentes de sensibilidad; el hijo que vive alejado de su madre enferma y solo regresa al olor de la herencia… Son seres que protagonizan historias sorprendentes, como la que gira en torno a una de tantas tumbas del franquismo, a cuyo borde se desarrolla un delirante encuentro entre los hijos de la víctima y el de su ejecutor; o la de los niños que, jugando a curiosear con un telescopio, descubren con asombro y cierto regocijo la relación adúltera de sus respectivos padres.

 

A falta de un argumento único, lo que el autor nos presenta es una sucesión de historias breves extraídas de su memoria, las cuales reproduce con un lenguaje rico en matices,  elaborado a partir de una notable capacidad de observación, a base de pinceladas precisas. Utiliza los recursos dramáticos que conviene a cada situación y, aunque con todos parece sentirse cómodo, se mueve como pez en el agua en los cercanos al absurdo. Esta especie de miscelánea teatral parece haber calado en el público, que ríe y aplaude ese humor de apariencia intrascendente, pero agudo y no exento de ternura. Sin regatear méritos al Sanzol autor, justo es señalar que buena parte de su éxito reside en el talento que posee para elegir y dirigir a los intérpretes de sus espectáculos. Tres actores y otras tantas actrices dan vida, sin significativos cambios de vestuario y de aspecto físico, a un sinfín de personajes, pasando de uno a otro sin solución de continuidad. Sobra, quizá, algún que otro grito subrayado con excesiva gestualidad, pero, en general, todos están sobresalientes y tan sobrados de recursos que da la sensación de que los papeles que interpretan están hechos a su medida. Ellas son Palmira Ferrer, Nuria Mencia y Lucía Quintana. Ellos, Juan Codina, Luis Moreno y Jesús Noguero.

 

 
 FOTO: ROS RIBAS

 

 

Título: En la luna

Texto : Alfredo Sanzol
Música: Fernando Velázquez

Escenografía y vestuario: Alejandro Andújar
Iluminación: Pedro Yagüe
Intérpretes: Juan Codina, Palmira Ferrer, Nuria Mencía, Luis Moreno, Jesús Noguero, Lucía Quintana

Colabora Lazona

Producción: Teatro de La Abadía en coproducción con Teatre Lliure
Dirección: Alfredo Sanzo

Duración aproximada: 1 h. y 50 min.

Estreno en Madrid: Teatro de la Abadía (Sala Juan de la Cruz), 23 - IX - 2011

 
 FOTO: ROS RIBAS
 


JERÓNIMO LÓPEZ MOZO
Copyright©lópezmozo

 
 

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Última actualización el Sábado, 17 de Diciembre de 2011 15:45
 
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