OJOS VERDES
MIGUEL DE MOLINA IN MEMORIAM
NOS DIVERTIMOS Y NOS EMOCIONAMOS
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FOTO: LA BARNI TEATRE |
A Miguel de Molina la generación nacida en la postguerra le perdió la pista, a pesar de que antes de exiliarse a Argentina, en los años cuarenta vivió en España y cantó. Su gran cotización a todos los niveles fue durante la República, después tuvo que soportar la inquina del régimen por su condición de homosexual. Volvimos a oír a hablar de él durante la democracia y sobre todo por haber publicado sus Memorias. A partir de estas memorias Marc Vilavella ha construido la dramaturgia que ha titulado Ojos Verdes, copla que se identifica con Miguel de Molina y ha venido a ser su sello de identificación.
La idea de este musical – porque se va sazonando con números musicales – nació como trabajo de fin de carrera de Marc en el Institut del Teatre de Barcelona. Formó grupo con tres actores más y lo plantaron sobre el escenario. En Barcelona fue un revelación y bien aceptado por el público. El no hay localidades se colgó, como aquí en Madrid en la Sala pequeña del Teatro Fernán Gómez. Para los que se habían quedado sin verla, se ofreció una función el domingo a las 12:30 horas de la mañana. Parte de la profesión teatral se apuntó a esa velada. Con esto queda dicho que, fundamentalmente, es un buen espectáculo.
El propio Miguel de Molina, encarnado en Marc, nos cuenta su historia. Se dirige al público o bien interpreta sus coplas como si estuviera ante un escenario. La copla es la base musical, aunque también se mezclan otros estilos llegando hasta recordar las canciones populares recuperadas por Lorca, a quien Miguel admiraba. Lo inteligente de la dramaturgia es que ha evitado la simple sucesión de canciones. Éstas se articulan a lo largo de los acontecimientos de su vida con lo cual se consigue un buen ritmo narrativo.
Marc no pretende imitar la voz de Miguel. Sería una temeridad, porque aquella voz fue única, según sus seguidores. Con todo, utiliza un registro y una composición interpretativa que evoca, más que mimetiza, los rasgos fundamentales de voz y presencia escénica. Y aquí se me presenta una duda: ¿la personalidad de Miguel de Molina corresponde a la que evoca Marc? Éste ha dirigido el perfil del cantaor de coplas por la línea divertida, extrovertida, exhibicionista y de agudo ingenio en sus respuestas, como un tipo de homosexuales manifiestan ante el público. Es cierto que Miguel cuidaba mucho, sobre todo en el escenario, su presencia física y su vestuario siendo un gran creativo en blusas. Basta ver las fotos y, aparte de ser un hombre bello y atractivo, se tiene la sensación de cierto narcisismo en él y tal vez ahí esté la base de la interpretación de Marc. Me quedo en la duda y sólo los que lo conocieron podrían opinar. El Miguel teatral de Marc nos cae simpático, nos divierte y nos cautiva.
La historia que se nos cuenta llega hasta su exilio de España hacia Argentina. En declaraciones de Marc, éste anuncia que la segunda parte de la vida de Miguel en Buenos Aires, posiblemente, salga a la luz más tarde.
En la vida de Miguel no todo fueron parabienes y aplausos. El guión no obvia uno de sus momentos más dramáticos que cuenta en su biografía: el ensañamiento brutal de los secuaces franquistas, que le muelen a palos por su condición de “mariquita”. La secuencia evita el realismo y se acude a un retablillo de “cristobitas” para narrar el acontecimiento y la molienda a palos entra en el estilo de esos retablillos que siempre hay algún personaje que recibe los mamporros. Es una solución, cuyo dramatismo, en parte se disminuye, pero también al vivirlo en un guiñol hay una cierta crítica a aquel régimen de “cristobitas”. Funciona, pero resulta un pelín largo.
En esta secuencia, por parte de uno de los personajes, hay toda un didáctismo sobre el mundo de la homosexualidad. Resulta demasiado didáctico y largo que hace perder el buen ritmo que posee el espectáculo. Y en esto del “ritmo”, éste también se pierde al evocar el picaresco cafetín de la época. La cupletista de turno nos canta ¿Sólo… o con leche?, y ya pueden suponer de dónde insinúa sacar la leche la pícara y desenfadada cupletista. Resulta excesivamente largo y rompe el “tiempo adecuado” que sí poseen otros cantables, utilizados con discretas pinceladas. A ello se une la falta de mayor picardía en la interpretación.
Durante toda la representación estamos divertidos, pero no faltan momentos serios y trágicos como la muerte de Lorca y la reivindicación de la República.
El protagonista lo encarna Marc Vilavella en una interpretación que fascina, prescindiendo de si se ajusta o no a la realidad de Miguel. Domina la escena y, la proximidad del público en la Sala pequeña, le permite interacción con él. El resto del equipo arropa con una buena labor interpretativa al Miguel-Marc.
Ojos Verdes es un buen espectáculo con el que gozamos, nos divertimos y nos emocionamos. Y el listón hay que ponerlo alto si tenemos en cuenta que es un trabajo de final de carrera. Al subir al escenario a esta figura, que fue Miguel de Molina, en parte, se hace justicia ante la injusticia que padeció.
Título: Ojos Verdes. Miguel De Molina In Memoriam
Dramaturgia: Marc Vilavella
Coreografía: Roberto de Miguel
Coreografía flamenca: Marta Allué
Escenografía y vestuario: mercè Salom
Iluminación: Sergi Cervera
Espacio Sonoro: Dani Seoane
Técnica de títeres: David Beltran
Estilismo: Noemi Retuerto
Fotografías: Marc Plaza, Pepe Alorda, Juli Bellot, Tersa Sans, Clara Bes
Producción ejecutiva: Miguel Agell
Producción: Lezzigags Producciones y La Barni Teatre.
Prensa y comunicación: Olimpio Valls, Ángel Galán Comunicación
Ayudante de dirección: Merceè Vidal
Compañía: La Barni Teatre
Músicos: Gerard Alonso (piano), Marc Sambola (guitara y oboe)
Voz en off: Quim Dalmau
Intérpretes: marc Vilavella, Gracis Fernández/ Elia corral, Nacho Melús, Anaïs López.
Dirección musical: Marc Sambola
Dirección: Marc Vilavella.
Duración: 1 hora y 40 minutos
Estreno en Madrid: Teatro Fernán Gómez, 7 – IX - 2011
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MIGUEL DE MOLINA |
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FOTO: LA BARNI TEATRE |
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