.jpg) |
RESEÑA 2004
NUM. 358, pp. 40 |
|
TOSCA
JUEGOS DE IMAGINACIÓN
Nuria Espert, tras otras direcciones operísticas, era llamada al Teatro Real para dirigir Tosca. Crítica y público alabaron el montaje.
|
 |
FOTO: JAVIER DEL REAL |
Se esperaba con ansiedad esta Tosca programada por el Teatro Real. Por un lado, por el reencuentro con el repertorio tradicional tras los atracones de Osud y Sigfrido; pero, ante todo, por ver la puesta en escena que propondría una artista tan notable como Nuria Espert. La expectación no fue defraudada y la mayoría del público - y de la crítica - alabó un montaje en el que, sin renunciar a una escena convencional, se ofrecieron detalles interesantes y originales. El concurso de unas voces a la altura del espectáculo terminaron de redondear las funciones.
El planteamiento escénico de Nuria Espert aglutina, en primer lugar, una cuidada dirección de actores - donde éstos se convierten en los motores del drama, y donde tanto su gestualidad como su movimiento escénico narran la trama y explican los sentimientos y, en segundo lugar, un juego de planos muy brillante, que enmarca toda la ópera y crea un clima acorde con la música pucciniana. Así, por ejemplo, la personalidad de Tosca se dibuja con claridad gracias al contraste creado por su compostura cuando reza a la Virgen y cuando trata con los esbirros romanos; o sus sentimientos hacia los personajes se recalcan por su permanente proximidad y contacto con Cavaradossi y su lejanía y rechazo físico al barón Scarpia. A su vez, el movimiento de éste, comedido, cauto en el Acto 1, brutal y lascivo en el II sirven para dibujar su personalidad con nitidez y configurar un personaje hecho, eso sí, de una pieza.
La solución escénica para el final del Acto l (Te Deum) , con la aparición de las autoridades eclesiásticas en el plano superior y Scarpia, sus secuaces y el pueblo en el inferior es muy brillante y consigue, con una evidente economía de medios, el impacto que la escena (por otra parte muy breve) reclama. También es excelente el juego de sombras en la tortura de Cavaradossi, pues no sólo oímos - como la protagonista - la agonía de su amado, sino que también la vislumbramos, como si la viveza de la imaginación nos jugase una mala pasada. Por último, la suave iluminación nocturna del último acto enmarca idealmente la música final, tan delicada. Debe destacarse, igualmente, como detalle inspirado - por la intensidad que confiere a ese momento del drama - el hecho de que Tosca pase la mano por el paredón ensangrentado y se evoque así la frialdad de la muerte y el espectador intuya lo que va a suceder, a pesar del plan tramado. No obstante, la caída de la protagonista en esa especie de fosa central, posee menos efecto que su salto al vacío desde la altura.
En el primer reparto los tres protagonistas vocales formaron un elenco sobresaliente. Sin duda, Daniela Dessi no posee el instrumento dramático que resultaría idóneo para algunos momentos del Acto II y III, pero su lirismo en el canto amoroso con Cavaradossi a lo largo de todo el Acto l y en arias como el Vissi d'arte o el dúo del Acto III es perfecto. Además, su actuación como actriz, su musicalidad y su seguridad llenaron la escena a lo largo de toda la representación.
Encarnando al pintor, nadie podrá negar la entrega y valentía de Fabio Armiliato. Aunque bonita, tampoco es la suya una voz noble y bruñida, conveniente para los momentos de fuerza (enfrentamiento a Scarpia, tortura...), por lo que, a veces, recurre a apoyos poco naturales y empujes forzados a fin de proyectar agudos con mayor firmeza y volumen. No obstante, en el canto más tierno lució detalles excelentes. Aprovechó sus dos comprometidas arias (Recondita armonia y E lucevan le stelle...), que sacó adelante gracias a la sinceridad y arrojo de su canto, para fraguar una interpretación sobresaliente. Como un detalle de su calidad interpretativa y de la preparación del papel, puede destacarse la manera en que abordó la última de sus arias: iniciada muy piano para ganar poco a poco dramatismo y terminar con gran apasionamiento; un trabajo admirable por el engarce con el desarrollo dramático de toda la obra.
Sin embargo, por encima de las dos voces agudas, destacó el barítono Ruggero Raimondi. Su personificación de Scarpia resultó excepcional. Realista, bien identificado con el personaje, seguro vocalmente y libre de los excesos (peligro en el que, a veces, cae este artista). Todo al servicio de una lectura que le convirtió en el eje firme sobre el que pivotó la acción de la ópera. Frente a la figura más endeble de Cavaradossi, y hasta de la diva, Raimondi compuso un Scarpia de referencia, con la suficiente entidad para hacer verosímil una trama tan increíble - y con unos caracteres tan extremos- que fácilmente conducen al descalabro.
En lo que toca a la dirección musical, el principal mérito de Mauricio Benini fue un atentísimo acompañamiento a los cantantes. Apostó por la lírica sobre el drama, y condujo muy delicadamente todo el Acto 1 y III. Los instrumentos de viento sonaron con perfecta afinación en momentos comprometidos como el aria de Cavaradossi del Acto III o el fusilamiento. El coro también estuvo excelente, y, por cierto, su movimiento en escena también ayudó a la trama sin entorpecerla en ningún momento. Buena participación de las voces secundarias, en particular el Angelotti de Marco Spotti y el Spoletta de Emilio Sánchez.
Título: Tosca.
Música: Giacomo Puccini.
Libreto: Luigi fllica y Giuseppe Giacosa.
Director musical: Mauricio Benini.
Directora de escena: Nuria Espert.
Escenógrafo: Ezio Frigerio.
Figurinista: Franca Squarciapino.
Intérpretes: Daniela Dessl, Fabio Armiliato, Ruggero Raimondi, Marco Spotti, Miguel Sola, Emilio Sánchez, Josep Miquel Ribot. Coro
y Orquesta Sinfónica de Madrid.
Estreno en Madrid: Teatro Real, 14 – 1 - 2004.
|