|
RESEÑA, 2000
NUM. 319, pp. 10-11
|
|
COMPAÑÍA NACIONAL DE DANZA
NACHO DUATO EXQUISITO
En 2000 la Compañía Nacional de Danza estrena ene le Teatro Real de Madrid Arcangelo junto con otros títulos. Arcangelo ha sido un título recurrente. Viéndola hoy, en el 2011, se descubren valores que permanecerán en el recuerdo y que en aquel estreno quedaron más pálidos
|
|
MULTIPLICIDAD. FORMAS DE SILENCIO Y VACÍO
FOTO: G. MENDO |
En conjunto, hay que reconocer que esta Compañía ha adquirido un elevado grado de perfección. Desde hace algunas coreografías, Nacho se ha intelectualizado y apunta cierta sofistificación. Esto se percibe en el trazado de las líneas balletísticas. Este intelectualismo en maridaje con la abstracción de dichas coreografías, engendran distanciamiento y un cierto grado de frialdad, a la par que un halo de belleza. Hay menos vitalidad, en favor de una cierta exquisitez. Y también Nacho hace honor a su retirada como bailarín. Interviene como intérprete, pero se asemeja a un suspiro. Un suspiro esculpido es en clave culturista que sólo se hace presente, como Hitchcok, a quien le te gustaba aparecer en sus películas.
Por vos muero sigue manteniendo ya la sugerencia y la belleza de una danza, casi meditación, que nos sor prendió en su estreno. De entre las coreografías de Nacho es de las más inspiradas y, me atrevería a afirmar, de las más trascendentes. Es como si dentro del interior de Nacho se albergase la discreta finura de un místico.
Estrenos eran Arcangelo y Ofrenda de Sombras.
Sobre música de Corelli y Scarlatti se trata, según reza el programa, de una «reflexión sobre el paraíso y el infierno». La parte superior de la caja escénica es ocupada por una tela en oro viejo, que rodea todo el perímetro rectangular y se pierde en las alturas. La parte inferior, en negro, aterriza sobre un suelo del que emergen luces puntuales. Una espléndida y sobria escenografía. Vestidos «minimalísticamente», los bailarines componen dúos y se trasladan en grupo con movimientos de aproximación y alejamiento sobre música de los Concerti Grossi de Corelli. El aria del oratorio Il Primo Omicidio de Scarlatti pone punto final y eleva a los dos bailarines hacia las alturas. Posiblemente el momento más sugerente.
De los Concerti Grossi, en una estructura de cuatro movimientos, Nacho utiliza el lento, probablemente para subrayar ese matiz de angustia que supone la existencia y cuya única liberación hacia el paraíso lo trae la muerte, musicada con el aria de Scarlatti. Se ha reelaborado la música en un orden distinto. Por lo tanto no se trata tanto de partir de la música, sino de ponerla al servicio de la idea coreográfica.
La pieza se hace reiterativa en sus movimientos y va adquiriendo cierto sopor y distanciamiento al apoyarse musicalmente sobre los adagios y graves de Corelli. Falta cierto sentido de la variedad y se tiene la sensación de estar en un tíovivo que repite las mismas historias. Sólo el final, sorprendente con el descenso de la tela, el juego con ella y la ascensión a los cielos, aportan la variedad, la sorpresa y es de gran inspiración. Arcangelo es una buena idea que se alarga en su coreografía.
La esperada Ofrenda de sombras se adentra en Velázquez y su mítico cuadro Las Meninas. Cuadro comentado por ensayistas e intelectuales, llevado al teatro, diseccionado por pintores como Picasso y fecundador de mil historias en los personajes que aparecen o se desvanecen en el fondo. Nacho Duato lo contempla bajo una mirada musical y danzística, con coqueteos de surrealismo. Si buceamos en los estudios velazqueños no parece que la música fuera el fuerte del pintor. Pocas alusiones en sus cuadros y en su vida. Con una ingeniosa escenografía de Jaffar Chalabi centrada en un caballete de puertas que se abren y cierran voevilescamente y pantallas de video. Se consigue un ballet de corte onírico y abstracto. No hay historia. Se trata de imágenes balletísticas que sugieren más que narran. Es la mirada de Nacho sobre el cuadro y Velázquez.
La coreografía arranca, a través de las puertas corredizas del cuadro, con un huída del propio Nacho, vestido con "perizoma» o "paño de pureza», en terminología cristiana, cual Cristo atormentado en la cruz. No es Velázquez sino un segundo pintor, que intenta pintar un nuevo cuadro con la paleta de la música y la danza. Los plateados pinceles del final en sus manos, semejantes a uñas prolongadas, dan testimonio de ello. Y, al final, la imagen electrónica de sus estertores sobre la sedienta arena del desierto -así se justifican las pantallas de video - recuerdan al Cristo agonizante y sugieren la esterilidad creativa o la imposibilidad de poder plasmar visualmente algo que le desborda.
Hay un paralelismo entre Velázquez y Nacho, sin tener que llegar a ser la misma persona. Los dos parecen tener el mismo problema ante el cuadro de Las Meninas. El mundo del cuadro va más allá de la propia realidad que refleja. ¿Cuál es su contenido? La Menina resalta en el cuadro de Velazquez y en el de Nacho. Éste la dibuja con mayor entidad realística tanto en vestuario como en carácter: una preciosa «muñeca» traviesa y juguetona. Balletísticamente lo logra con unos movimientos, mecánicos a veces y otras con desplazamientos entre el resto de unas figuras, más cercanas a sombras o fugaces líneas que a entidades.
La visión de Nacho sobre el cuadro es la que produce el mismo cuadro. Un Velázquez que se cuela de rondón en su propio cuadro como un modo de codearse con la familia real; una serie de figuras de vidas ocultas pero que sugieren muchas cosas, sentimientos y toda una época. Todo ello está expresado mediante un mundo onírico.
Los guardainfantes se reducen al esqueleto de varillas, las pelucas también y el propio Nacho se pelea con un miriñaque. Hay como una confusión semejante a la de los sueñסos y con la misma sensación obsesiva que estos producen.
La música dieciochesca con instrumentos de la época arropan el ambiente y termina siendo protagonista al escucharse en vivo, bajo la batuta de Jordi Savall. Es un repertorio que domina y cuya interpretación, a cargo de La capella Real de Catalunya, Hesperion XXI para la música hispánica del XV Y XVI y Le concert des Nacions para el barroco, fue un éxito.
Ingenio, sugerencia en imágenes y movimientos, limpieza en la ejecución de los bailarines, llega un momento en que distancian excesivamente y comienza a notarse una cierta pesadez en el desarrollo coreográfico. Deja de interesar.
En este primer programa hay algo que colabora con el sopor general de la velada: el haberlo construido con un mismo estilo de música en las tres coreografías. Se entiende que habםa que aprovechar la orquesta en vivo con un tipo de instrumentos característicos para la época musical que evoca. Pero ello va en detrimento del ritmo de la velada. Termina por caerse en la monotonía musical, que aumenta al no quedamos prendados especialmente de las dos últimas coreografías.
El segundo programa era un homenaje a Bach y a su música barroca. Multiplicidad en la primera parte y Formas de Silencio y Vacío en la segunda, forman una unidad. Las dos coreografías son el reverso del primer programa. Subyugan por su ingenio y traslación del mundo musical de Bach a la danza.
Jaffar Chalabi construye una escenografía a base de un andamio, como estructura perenne, y una pared, cuya virtud es la de deslizarse de izquierda a derecha, a distintos niveles, y plegarse sobre su misma formando ondas. De un nivel a otro se accede por rampas. De alguna manera, pretende reflejar la arquitectura barroca: andamiaje y revestimiento de formas cambiantes. Los pliegues en movimiento de la pared aportan este cambio continuo y las formas onduladas y redondas del barroco. Es ingeniosa la traslación de las ondulaciones porque permiten sugerir diversos espacios.
Musicalmente recorremos el brillante Bach en Multiplicidad. Se trata de multiplicidad de sonidos, composiciones y ritmos. Ello se ve reflejado en la danza, que una vez más estiliza tanto en vestuario como en movimientos que, muy de lejos, recuerdan las danzas originales, para enseguida romper el movimiento tradicional y abstraerlo en líneas modernas. Sirva de ejemplo el inicio de los baiarines con las banquetas, como si se tratase de notas musicales, la Polonaise, la lucha de esgrima con los arcos de violín. Pero hay algo más, en los bailarines y sus líneas coreográficas, me parece poder descubrir la visualización de la música y la partitura a través de los instrumentos. Esta primera parte está llena de vitalidad y frescura, aunque, eso sí, con un baño distanciador y de finura que alejan un poco al espectador y llevan a una contemplación puramente estética. Varios de los recursos coreográficos utilizados aquí estaban salpicados allá, en otras coreografías. La composición de líneas en movimiento continuo y la disposición del conjunto también. Aquí los integra en un todo.
Formas de Silencio y Vacío es más unitaria de composiciones y moviientos. Mas enlutada en vestuarios y más trágica. La música ya no es la chispeante barroca, sino la que tiene un acento más espiritual: el órgano suena con frecuencia, las cantatas religiosas predominan... Es el Bach menos palaciego. Va acorde con la temática: la muerte. Tonos trágicos y tristes son balanceados con movimientos de introspección. Hay, realmente, momentos de gran belleza e inspiración en el que se funde la temática con la música y la visualización del instrumento. Impresiona la línea de bailarines que avanzan de un lateral a otro y del que se desprende un pareja para un dúo en solitario, como cuando en el arpa de un piano las teclas se mantienen quietas, mientras saltan hacia arriba solamente aquellas que son presionadas. Vitalmente la línea que avanza - la inexorable muerte - es traicionada por quienes quieren escapar del destino. Algo similar sucede con el final en el que los bailarines ascienden por las rampas con un movimiento continuo sin que se pueda detener.
De todos modos, el estilo de Nacho ha entrado por la esquisitez y se ha metido por la línea de la meditación a través de la danza, que deja al espectador un tanto distante y ocupado en su propia contemplación. Nacho comienza a ser un coreógrafo para minorías.
Título: Arcangelo
Coreografía y escenografía: Nacho Duato
Música: Arcangelo Corelli y Alessandro Scarlatti
Contratenor: Carlos Mena
Título: Ofrenda de sombras
Coreografía: Nacho Duato.
Música: Collage de músicas de los siglos XVI y XVII y música electrónica de Alberto Iglesias
Escenografía: Jaffar Chalabi, sobe una idea de nacho Duato.
Título: Mutiplicidad y Formas de Silencio y Vacío
Coreografía: Jaffar Chalabi sobre una idea de nacho Duato.
Música: Collage de Juan Sebastián Bach
Vestuario: Nacho Duato en colaboración con Ismael Aznar.
Iluminación: Brad Fields
Intérpretes: Compañía Nacional de Danza
Solistas: Patrick de Bana, Thomas Klein, Demond Hart, Caherine Habasque, Mar Baudesson, Emmanuelle Broncin, África Guzmán
Estreno en Madrid: Teatro Real, 31 – V- 2000 y 7 – VI - 2000
|