|
RESEÑA 1993
NUM 245, pp 8 |
|
UN TRANVÍA LLAMADO DESEO
REPARTO INADECUADO
|
|
ABEL FOLK / NATALIA DICENTA
FOTO: CHICHO |
El teatro Bellas Artes parece haberse especializado en clásicos del teatro del XX. Esta opción, interesante, sin duda, suele llevar consigo una dosis mayor de riesgo, porque el público suele tener en su recuerdo imágenes de montajes anteriores con las que establece comparaciones. Esto es lo que ocurre con Un tranvםa llamado Deseo, de Tennesee Williams, un texto muy conocido, sobre todo a través de la célebre versión cinematográfica. Abordar el montaje de una pieza de estas características constituye un verdadero reto, porque obliga a alcanzar unos niveles de calidad ciertamente elevados, cotas de las que desgraciadamente está muy lejos el montaje de Tamayo.
Las piezas del dramaturgo americano nos introducen en un mundo inquietante, difícil, plagado de símbolos y de referencias autobiográficas más o menos encubiertas, lleno de tensiones reprimidas que estallan en algunos momentos, y de alusiones que manifiestan una compleja y turbulenta vida interior de los personajes.
Blanche Dubois, que protagoniza la obra, es un personaje tópico de Williams y no resulta difícil establecer paralelismo entre ella y los personajes de otras piezas del dramaturgo. Es un ser contradictorio que representa un cierto anhelo de amor y de pureza que en un momento dado se vio frustrado. Ese desengaño la degrada moral y psíquicamente y se convierte en una mujer patçetica que, a su pesar, ensucia y envilece cuanto toca. Incapaz ella misma de dominar sus propios instintos, se ve apresada en una red viscosa que hace de ella un ser desgraciado y corruptor a la vez.
Para lnterpretar a este personaje se requieren una gran riqueza de matices, un dominio meticuloso de los recursos expresivos, un sentido de la contención y, a la vez, una capacidad de sugerir y una fuerza interior inusual. Sin embargo, la labor actor al de quienes han encarnado esta versión de Un tranvia llamado Deseo resulta desdibujada, elemental y en algunos casos descuidada.
Es posible que buena parte de esta responsabilidad le corresponda a la dirección, que no ha escogido el reparto adecuado ni ha acertado en la concepción de los personajes, pues actrices como Natalia Dicenta o Ana Marzoa, por no citar sino dos ejemplos, han realizado en otras ocasiones trabajos dignos de estima. En este espectáculo, la primera de ellas están por debajo de sus posibilidades interpretativas y la segunda, que encarna al personaje de Blanche Dubois, cae con frecuencia en un innecesario amaneramiento expresivo y en los momentos de mayor tensión de la pieza, el papel desborda sus capacidades actorales y recurre al grito o al llanto como formas mostrencas e indiferenciadas de sugerir patetismo.
La concepción del Stanley Kowalski que interpreta Abel Folk, también es insuficiente. No se trata de un tipo grosero y violento, sin más. En su personaje se sugieren otros matices que habría que tener en cuenta y sin los que no se entendería, por ejemplo, que Stella estuviera incondicional y apasionadamente enamorada de él.
La mujer mejicana que vende flores para los muertos, uno de los símbolos más inquietantes y hermosos de la pieza, ha sido tratada de una manera casi grotesca y convertida poco menos que en un efecto de película de ciencia ficción. Todo ello proporciona a la función una elementalidad que se aleja por completo del pantanoso pero estremecedor universo de Tennessee.
A todo ello hay que añadir la falta de ritmo, factor al que contribuyen unas transiciones inadecuadas que se hacen eternas y una ausencia de sentido del tempo de las situaciones y de los diálogos.
El descuido alcanza también a la iluminación, a los efectos sonoros y a la música. No sólo falta en su empleo el mínimo de imaginación y de personalidad que cabría esperar en un equipo profesional con la experiencia de Tamayo y del Bellas Artes, sino que llaman la atención la brusquedad en los cambios, la ausencia de matices en su uso, lo típico de los recursos empleados, las lagunas o los desajustes a la hora de sugerir determinados ambientes, etc. Un ejemplo puede ilustrar la naturaleza de estos descuidos: en un momento dado suena con fuerza el ruido del tranvía, pero no vuelve a escucharse a lo largo de la obra, como si el motivo hubiera quedado olvidado.
Título: Un tranvía llamado Deseo.
Autor: Tennessee Williams.
Versión: Enrique Llove\.
Dirección: José Tamayo.
Escenografía: Gil Parrando.
Vestuario: Pedro Moreno.
Intérpretes: Abel Folk, Natalia Dicenta, Natalia Duarte, Esperanza Obono, Ana Marzoa, Leandro Rey, Alberto Jimיnez, Manuel Brun, Jacobo Dicenta, Maruja Carrasco, Manuel Arias, Ana Carvajal.
Estreno en Madrid: Teatro Bellas Artes, 30-IX-1993.
|
|
FOTO: CHICHO |
|
Eduardo Pérez – Rasilla
Copyright©pérezrasilla
|
|
|
|
Teatro Bellas Artes
Aforo:455.
Marqués de Casa Riera, 2.
28014 - Madrid
Zona: Centro.
Tel.:91 532 44 37/38.
Metro: Banco de España.
Parking: Las Cortes y Sevilla
|
|