Martín Santos Yubero (1903 – 1994) es nombre ligado a toda una generación, aquella de los años 1940. Nos habíamos habituado a sus fotografías que abarcaba múltiplos campos. Sin embargo Santos Yubero ya estaba mucho antes liado con la cámara fotográfica, pues en 1920 por veinte duros compró una Kodak de cajón. Aprendió los secretos del celuloide a base de aciertos y desaciertos, pues apenas si la sabía manejar. Los temas eran las bellezas de las llamadas kermesses de San Cayetano, San Lorenzo y la Paloma. Su destino eran la prensa ilustrada.
ENTRE LOEWE Y EL TEATRO
Antes de mirar la vida a través del objetivo, se ganaba la vida como dependiente en la casa Loewe (esquina Gran Vía y calle Víctor Hugo). No alcanzaba los 15 años. Era consciente de su labia, su desparpajo y el arte de la simulación. Sopesadas esas cualidades le tentó el teatro:
Se me apareció entonces el teatro y la luz de las candilejas me deslumbró. Pero mi madre, como todas las madres, no quería tener un hijo cómico. Y yo, por supuesto, hice todo lo que pude por engañarla. Recuerdo que por las noches, cuando volvía a las tantas de los teatros, tenía que quitarme los zapatos para no despertarla, porque se cogía unos disgustos tremendos.
Su registro, debido a su pequeña estatura, se encaminó por la de actor cómico. Durante una época su itinerario de era: Loewe, la bicicleta con la Kodak en ristre y sus pinitos teatrales. La afición por lo que podría realizar con su Kodak y su mejora le llevó a entrometerse en las galerías de los grandes fotógrafos de la época y amigándose con aprendices y auxiliares que le iniciaron en el lavando y secado de copias. Posteriormente barría las galerías, preparaba los líquidos y controlaba que los clientes posasen bien ante la cámara.
REDACTOR EN EL IMPARCIAL
El Imparcial tenía como informador taurino a López Barbadillo. Surgió la emergencia de cubrir una novillada en el coso de Tetuán de las Victorias y López Barbadillo no podía. Casi temerariamente se ofreció Santos Yubero.
López Barbadillo se reunía con otros redactores del periódico en el restaurante de la calle del Olivar en el que trabajaba mi madre. Recuerdo que me miró con cierta sorna y me dijo si era capaz de redactarle una reseña de la corrida me daría unos duros. Yo le dije que ´podía contar conmigo, y así fue como me convertí en colaborador de uno de los periódicos más prestigiosos de entonces. La corrida era más bien una novillada modesta, con lo que el periódico no arriesgaba mucho conmigo, sobre todo contando con el propio periodista para corregirme lo necesario.
Mientras estaba Barbadillo en el periódico – tres años – Santos Yubero siguió allí, pero al ser sustituido por Federico Alcázar tuvo que dejar el periódico.
LA CASUALIDAD, GUÍA DE LA VIDA DE SANTOS YUBERO
Volvía a emplearse como dependiente y el futuro le indicaba la posibilidad del periodismo, tras aquellos tres años. Un incidente desagradable iba a obligarle un cambio en su vida: De su novia Nieves García se apoderó la tuberculosis. Al poco también se apoderó de él. La enfermedad les llevó a los sanatorios de Valdelatas y Tablada en los alrededores de Navas de Marqués (Ávila).
La inactividad le llevó a concentrarse sobre su Kodak e intentar mejorar sus instantáneas captando lo que tenía cerca: su familia y las personas de su entorno. Los festejos taurinos del pueblo quedaron eternizados en su Kodak, se topó, por casualidad, con Manuel Delgado Barreto, nuevo director del periódico La Nación, uno de los más prestigiosos de la época. La “casualidad” es, según Santos Yubero, lo que ha decidido su vida. Aquel encuentro le marcó el camino de reporterismo gráfico.
Se dirigió a mí para solicitarme las fotografías que estaba tomando, y así fue como publiqué mis primeras imágenes en la prensa. Don Manuel las publicó con la firma Santos Yubero, que yo adopté siempre. Al expresar mi gratitud al director me sorprendió con estas palabras:” Como fotógrafo es usted unas calamidad, pero si acepta, desde este momento es usted director gráfico de la Nación. Ya irá mejorando su trabajo sobre l marcha”. Semanas después me entregaba la carta-contrato y el carnet del periódico.
REPORTERO FOTOGRÁFICO IN ETERNUM
Santos Yubero era consciente de su osadía, pues no manejaba el mundo fotográfico al nivel de los grandes fotógrafos de la época. Observó de cerca a los grandes fotógrafos y aprendió de ellos. También descubrió que la fotografía no se agotaba con la tauromaquia.
Un reportero de verdad debía estar en todas partes, en las calles, en los juzgados, en los hospitales, en los teatros. Así era entonces. Los fotógrafos teníamos que servir para un roto y para un descosido, si queríamos que se nos apreciase en las redacciones.
El tiempo fue copando la variopinta actividad fotográfica y el mundo de la farándula fue quedando atrás, pero siguió manteniendo cierta relación. Su matrimonio con Nieves García le proporcionó una estabilidad y ella misma fue una gran colaboradora. Su casa, además de ser su hogar, se convierte en redacción, archivo y espacio. No tuvo estudio fotográfico, porque, salvo excepciones, no cultivó el teatro de galería. Comenzaba a quedar plasmada la vida cultural y social española de la república, la guerra civil y la época franquista.
SANTOS YUBERO: NARRADOR VISUAL DE GRAN PARTE DE LA HISTORIAESPAÑOLA.
Ahora una exposición fotográfica recoge buena parte de su trabajo gráfico.
Con esta exposición – declara Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid – la Comunidad de Madrid quiere acercar a los madrileños y a quienes nos visiten un documento gráfico de la historia política, social y cultural que permita recuperar la imagen pretérita de Madrid y de España.
MEDIO MILLÓN DE NEGATIVOS
El patrimonio fotográfíco de Santos Yubero cuenta con más de medio millón de negativos. Los responsables del Archivo Regional de la Comunidad han realizado el trabajo de catalogación y digitalización, que se ha completado con el asesoramiento del fotohistoriador Publio López Mondéjar, miembro de la Academia de Bellas Artes de San Fernando y del trabajo del laboratorio fotográfico Castro Prieto.
En el revelado se ha preferido el virado a sepia con la intención de evocar el pasado que se distribuyen en dos períodos: 1925 – 1939 y 1939-1975.
Casasimarro-Pego, firmante del comentario que precede a las fotográficas del espléndido catálogo de la exposición, concluye que la obra de Santos Yubero:
Constituye hoy un testimonio luminoso de la vida íntima y pública de su ciudad, entre los días de la dictadura primorriverista y las horas postreras de la dictadura de Franco.
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