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RESEÑA, 1993 NUM. 242, pp. 17- 18 |
EL ALCALDE DE ZALAMEA
CONCEPCIÓN CERTADA DE UN PERSONAJE
El alcalde de Zalamea no solamente lo ha tratado el Teatro Público. Francisco Portes, experto en teatro clásico y conocedor del mundo clásico, consigue un trabajo actoral de gran cohesión.
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CORRAL DE COMEDIAS DE ALMAGRO |
La presencia de Francisco Portes parece ya obligada en el festival de Almagro, Pero si habitualmente ha escogido comedias para su presentación en el Corral, este año lo hace con uno de los grandes dramas del teatro español: El alcalde de Zalamea, de Calderón de la Barca. El empeño puede parecer excesivo para las posibilidades de un grupo cuyas limitaciones en cuanto a los medios de que disponen son evidentes y obligan a un enorme esfuerzo de interpretación y de imaginación para llevar a cabo dignamente el proyecto.
En cualquier caso, Francisco Portes ha escogido el camino que parece más adecuado a sus condiciones personales como actor: ha interpretado un Pedro Crespo en el que se resaltan sus cualidades como padre y como hombre bueno a quien las circunstancias le conducen a una situación próxima a lo trágico, Pedro Crespo sufre así con intensidad la desgracia de su hija o se enternece cuando su hijo marcha con las tropas de Lope de Figueroa. Pero cuando la situación lo requiere, Pedro Crespo defenderá con valentía y con entereza los que cree sus derechos sin que la autoridad de don Lope de Figueroa o la actitud despectiva y prepotente del capitán Alvaro de Ataide consigan amedrentarlo. Sin embargo, en la concepción del personaje nunca hay arrogancia ni este deja de ser en ningún momento un labriego modesto. Aquí radica el mayor mérito del trabajo: haber configurado un personaje coherente y entero que explota una de las vertientes del personaje calderoniano. Sin duda hay otras posibles interpretaciones de El alcalde de Zalamea. Francisco Portes ha plasmado una de ellas, la que se ajustaba más a sus condiciones actorales.
Otros intérpretes con cierta veteranía como Enrique Menéndez, Carmen Robles, José Caride o Mercedes Lezcano responden adecuadamente al contenido de sus papeles, tal vez sin la fuerza y la riqueza de matices de Portes, pero se advierte en su labor el esfuerzo de concentración y de imaginación que requería la tarea. Hay, sin embargo, interpretaciones más endebles y, lo que es peor, se nota excesivamente esa desigualdad en algunas escenas.
Es la interpretación, con las salvedades mencionadas, el punto fuerte del trabajo y el elemento de cohesión del mismo. Por lo demás, el conjunto del montaje es modesto, no sólo porque se haya optado por la austeridad en la concepción escénica o porque se confíe fundamentalmente en las posibilidades ambientales del corral de comedias, sino también porque se ha prestado escasa atención a los problemas escénicos y técnicos.
Por ello pueden percibirse algunos fallos de ritmo y una cierta tosquedad en determinadas transiciones que se salvan porque la fuerza de la interpretación del personaje de Crespo atrae el interés del espectador por encima de la insuficiencia de algunos aspectos del montaje. En este sentido pueden citarse la brusquedad de algunos cambios de la iluminación, ciertas entradas y salidas de los personajes o la escasa belleza de las canciones que entonan los soldados junto a la casa de Isabel. La sobria escenografía, sin embargo, funciona correctamente y presta un encanto singular a un montaje para el que resulta adecuada.
Título: El alcalde de Zalamea.
Autor: Calderón de la Barca.
Adaptación: Enrique Llove!.
Música: José Carlos Domínguez.
Escenografía: Lorenzo Collado.
Intérpretes: Enrique Menéndez, Carmen Robles, Arturo Acero, Emilio Marco, Joaquín Galán, David Gutiérrez, Aurora Romero, Mercedes Lezcano, Francisco Portes, Salvador Bueso, José Cride, Jesús Molina, Pablo Isasi.
Dirección: Francisco Portes.
Estreno en Madrid: Corral de Comedias de Almagro, 4-VIl-93.
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Eduardo Pérez – Rasilla Copyright©pérezrasilla
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