RESEÑA (MAYO 1966)
(Nº. 272, pp. 18 – 19) |
ENTREMESES
de
CERVANTES
¿UN GÉNERO MENOR?
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Título: Entremeses.
Autor: Cervantes.
Intérpretes: Pere Martí, Luna Nieto, Lydia Otón, Miguel Cubero, Roberto Hernández, Cipriano Lodosa, Juan Antonio Codina, Elizabeth Gelabert y Rosa Manteiga.
Música: Luis Delgado.
Espacio escénico: Rosario Ruiz.
Escenografía: José Hernández.
Dirección: José Luis Gómez y Rosario Ruiz.
Estreno en Madrid: Teatro de la Abadía, 23-11-96. |
FOTO: ROS RIBAS |
Junto con el auto sacramental, el entremés es un género teatral genuinamente español. Sus principios, Lope de Rueda; su culminación, Quiñones de Benavente con su Juan Nana. Sus máximos regeneradores, Cervantes y Quevedo. Pícaro y picante, insertado entre la Jornada II y III de la comedia para refrescar el ánimo del espectador, el entremés es a la comedia lo que la acuarela al óleo. Pincelada rápida y, desde luego, el mejor pulso dramático de Cervantes.
Asesorado por Luciano García Lorenzo, Andrés Amorós y Vicente Fuentes, el director de la Abadía, José Luis Gómez, penetra en estos retratos mínimos donde quedan reflejados retazos de nuestros paisanos, de sus inquietudes y de su curiosa cotidianidad en nuestro siglo más emblemático.
Los tres entremeses elegidos, La cueva de Salamanca, El viejo celoso y El retablo de las maravillas, se complementan y forman un mosaico gozoso donde se nos introduce, a través del mundo farandulero de la época, en intrigas y sentimientos eternos: el sexo como motor elemental de vida, los celos, el engaño sentimental, la pureza de sangre, la singular picaresca española para desencadenar la burla, la sátira y la crítica más profunda a través de la sonrisa relajada.
José Luis Gómez y Rosario Ruiz han concebido una puesta en escena limpia, sencilla, donde la naturaleza sirve de complemento oxigenador al ambiente rural. Un gran árbol pelado preside como único elemento escenográfico. A su alrededor, por encima de sus ramas, tras él, circularán los personajes. Eclosión de diversos tipos perfilados con precisión y gracia. En los laterales, junto a sus diferentes vestuarios, los cómicos darán unidad al espectáculo enlazando los entremeses con canciones populares, bailes y un recitar ingenioso del refranero. Los actores, entregados con buen criterio al juego descarado del teatro, se transforman en permanente acción y mantienen el pulso de nuestras raíces asentadas en el luminoso verbo de Cervantes. Junto a todo ello, una licencia creativa refrescante y moderada: la referencia a la Commedia Dell’arte por lo que tiene de bufonada, pero que poco dejó de su diabólica ingeniosidad por estos pagos.
Director, actores y colaboradores trabajan en la misma onda creativa, buscando un consensuado fin. Algo tiene el intento de didáctico, y es de agradecer. Se respira allí amplio conocimiento teatral, rigor, mesura y profesionalidad. Todo lo que un espectáculo necesita para justificar su presencia sobre un escenario.
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