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Urtain. Crítica. PDF Imprimir E-mail
Escrito por Jerónimo López Mozo.   
Domingo, 04 de Abril de 2010 19:09

URTAIN
UN JUGUETE ROTO

[2008-11-14]

José Manuel Ibar, Urtain, también conocido como el Morrosko de Cestona, fue uno de los deportistas españoles más populares durante los últimos ańos del franquismo.


URTAIN
UN JUGUETE ROTO

Título: Urtain.
Autor: Juan Cavestany.
Escenografía y vestuario: Beatriz San Juan.
Diseño de sonido y música original: Nick Powell.
Iluminación: Valentín Álvarez y Pedro Yagüe.
Fotografías: Valentín Álvarez
Vídeo: Paz Producciones
Diseño de Cartel: SeanMackaouil e Isidro Ferrer
Ayudante de dirección: Celia León
Auxiliar de dirección: Clara Gutiérrez
Producción de Animalario: Joseba Gil y Esther Fernández
Asesor y entrenador de boxeo: Jero García
Caracterización: M-up Sánchez
Expresión corporal: Helena Ferrari
Documentalista Walter: Scopherville
Coproducción Centro Dramático Nacional y Animalario
Agradecimientos: Alberto Berzal, Cecilia Solaguren, Beatriz Alcalde, Telespan
Intérpretes: Roberto Álamo (Urtain y padre de Urtain), Raúl Arévalo (Pedo Carrasco Adolfo Suárez, Paisano vasco, Periodista, Coro), Luis Bermejo (Manuel Alcántara, Vicente Gil, Raphael, Camarero Cecilio, Paisano vasco, Periodista, Coro),  Luis Callejo (Presentador, Lizarazu, Paco Martínez Soria, Coro), Alfonso Lara/Alberto San Juan (Manager, Paisano vasco, Periodista, Coro), María Morales (Marisa, Intérprete de inglés, Eugenio, Periodista, Coro), Estefania de los Santos (Cecilia, Urtain niño, Periodista, Coro) y Luz Valdenebro (Biquini, Coro).
Dirección: Andrés Lima.
Estreno en Madrid: Teatro Valle-Inclán.
Sala Francisco
Nieva (CDN), 25 – IX - 2008.



FOTOS: VALENTÍN ÁLVAREZ

José Manuel Ibar, Urtain, también conocido como el Morrosko de Cestona, fue uno de los deportistas españoles más populares durante los últimos años del franquismo. Su especialidad, el boxeo, al que llegó desde la práctica del levantamiento de piedras después de que alguien, asombrado de la fuerza física que derrochaba, le animara a emprender la conquista de los cuadriláteros, donde les esperaba un futuro de riquezas y fama. Su historia no difiere mucho de la de otros que siguieron parecida senda. Manejados por promotores, managers y otras gentes sin escrúpulos y encumbrados en los medios de comunicación, tras gozar de una efímera gloria y dilapidar aquella parte de lo ganado que no se perdía en los bolsillos de tales personajes, casi todos concluían sus vidas de mala manera. El cine norteamericano nos lo ha contado mil veces y, en el teatro español, lo hizo hace unas décadas Fermín Cabal en Esta noche, gran velada. Urtain acabó suicidándose.
 


FOTO: VALENTÍN ÁLVAREZ
Con ese suceso, que se produjo en vísperas de la olimpíada de Barcelona de 1992, empieza la obra que Juan Cavestany ha escrito sobre él, para, a continuación, llevarnos, en un viaje retrospectivo, hasta el día de su nacimiento, cuarenta y nueve años atrás, en el pueblo vasco de Cestona. Un viaje lleno de paradas. En una de ellas se nos informa de sus primeros pasos, cuando las palabras de un empresario cambiaron el rumbo de su vida. Le dijo: “Con el cuerpo que tienes y con tu fuerza bruta podrías matar. Tú pones la fuerza bruta y yo todo lo demás”. En las demás, vamos conociendo sus primeros triunfos sobre el ring, la mayoría logrados ante rivales fáciles o comprados; el crecimiento de su popularidad; el alejamiento de su familia, de la que acabará separándose; los excesos y los negocios turbios; la conquista del campeonato de Europa; la constatación de su falta de técnica; el duro castigo recibido en el combate con el púgil inglés Henry Cooper; el inicio de su declive; su refugio en la lucha libre; los insultos del público que ya no tiene fe en él; la ruina económica; los tumbos para resolverla…
 

 


FOTO: VALENTÍN ÁLVAREZ
Buena parte de la meteórica carrera de Urtain se desarrolló en los años postreros de franquismo. En la obra se insiste mucho en esa circunstancia y se alude con frecuencia a personajes que compartieron popularidad con Urtain o que se movían en los aledaños del poder político. Entre los que figuran en el reparto están Pedro Carrasco, Raphael, Paco Martínez Soria, el humorista Eugenio, Manuel Alcántara y Adolfo Suárez, el propio médico personal de Franco, el doctor Vicente Gil, que también era presidente de la Federación Española de Boxeo, aparece como nexo de unión entre el mundo de la política y el del  deporte, en los que ambos se buscan porque la relación reporta mutuos beneficios. Urtaín está obsesionado por ser recibido por el Caudillo y fotografiarse con él y los políticos quieren utilizar al deportista para promocionar la imagen de España en el mundo. Pudiera desprenderse de este planteamiento  que el texto de Cavestany es un proceso al franquismo o que sugiere que Urtain es un producto del régimen.
Si así fuera, conviene recordar que ese uso del deporte como elemento de propaganda o para reavivar el patriotismo o para distraer la atención de asuntos graves no sucede sólo en nuestro país ni es privativo de las dictaduras. Las democracias también se sirven de él y, con frecuencia, de forma obscena, pues encumbran y condecoran a quiénes todo lo hacen por su país excepto mantener su residencia en él para eludir el pago de impuestos. Siendo esto grave, no lo es menos cerrar los ojos a la evidencia de que muchas biografías de conocidos campeones distan de ser ejemplares, pues se construyen sobre la mentira y el tongo. Poli Díaz, el Potro de Vallecas, otro juguete roto del boxeo, era hijo de la democracia.
 

FOTO: VALENTÍN ÁLVAREZ
Beatriz San Juan ha sustituido el escenario por un ring envuelto por el humo de los fumadores. Sobre la lona y fuera de las cuerdas, en el angosto pasillo que le separa del público, transcurre la acción, unas veces bajo la luz intensa de los focos, los fogonazos de los flashes y un desaforado griterío, otras en una sórdida penumbra. A lo que asistimos es a un combate a doce asaltos de Urtain contra Urtain, cada uno de los cuales resume un episodio de su dramático viaje. Está bien contada la historia por parte del autor y bien escenificada y llevada a buen ritmo por Andrés Lima. En una estética de marcado carácter grotesco, las situaciones dramáticas encajan sin que chirríen. Quizás sobre alguna cosa. Por ejemplo la imitación que María Morales hace de Eugenio, sin duda magnífica, pero que, además de no tener nada que ver con Urtain, desasosiega por su contenido, un macabro chiste sobre la matanza en el despacho de abogados laboralistas de la calle Atocha. Sin embargo, otras imitaciones son más felices y oportunas, como la que Luis Bermejo hace de Raphael, del que una de sus canciones, aquella en que enfatiza el fuerte amor que brota de su corazón, es coreada por el resto de los personajes y sirve de pretexto para burlarse del humillado pugil.

 

Del excelente conjunto de actores que integran la compañía Animalario, los cuales se desdoblan en numerosos personajes, definiendo con notable precisión y acierto a cada uno de ellos sin necesidad recurrir al disfraz o al maquillaje, destaca Roberto Álamo en el papel de Urtain. Su interpretación del falso campeón, del ídolo de andar por casa, del ingenuo hombretón estafado por los suyos, del tipo sonado del que todos se mofan y un día se arroja por una ventana, roza la perfección.


JERÓNIMO LÓPEZ MOZO
Copyright©lópezmozo


TEATRO VALLE INCLÁN
(Polivalente)
DIRECTOR: GERARDO VERA
SALA PRINCIPAL:
Aforo: 510
SALA FRANCISCO NIEVA
Aforo: 150
PZ. DE LAVAPIÉS, S/N
28012 – MADRID
TF. 91 310 15 00
METRO: LAVAPIÉS
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Última actualización el Lunes, 12 de Julio de 2010 06:05
 
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