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Del Rey abajo ninguno. Crítica. PDF Imprimir E-mail
Escrito por Eduardo Pérez Rasilla.   
Sábado, 27 de Marzo de 2010 19:20








DEL REY ABAJO NINGUNO
OPORTUNA RECUPERACIÓN

[2007-10-31]

Es un texto habitual en el canon literario dramático, pero, desde hace muchos años, poco visitado por los directores de escena.


DEL REY ABAJO NINGUNO
Oportuna recuperación

Título: Del rey abajo ninguno.
Autor: Francisco Rojas Zorrilla
Versión: Laila Ripoll
Escenografía Miguel Ángel Coso y Juan Sanz.
Vestuario: Almudena R. Huertas.
Iluminación: Luis Perdiguero.
Peluquería y maquilaje: Joel Escaño
Asesor de costumbres, canciones y bailes tradicionales: Marcos León
Asesor de verso: Vicente Fuentes
Ayudante de vestuario: Lucía Benito
Ayudante de escenografía: Alicia Pardilla
Realización de escenografía: Odeón, Maceinos, Peroni, Pinto’s
Realización de vestuario y complementos: Cornejo, Petra Porter. Carlos González, Patricia Sofía, Crispim Dos Santos,
F. Javier Cifuentes
Fotos del montaje: Chicho
Fotos de actores: Alberto Nevado/Pedro Gato
Diseño gráfico: Antonio Pasagali
Ayudante de dirección: Héctor del Saz.
Músicos: Melissa Castillo (Violín barroco), Mabel Ruiz (Tiorba y guitarra), Rodrigo Muñoz (Percusión y zanfona), Arquímedes Artal (Vihuela de arco).
Intérpretes: Elena Rayos (Azafata de la reina), Miguel Cubero (Rey), José Luis Santos (Mendo), Diego Toucedo (Don Gonzalo), Juan Meseguer (El conde de Orgaz), Pedro Almagro (Tello), Víctor Rubio (Bufón),  Ione Irazábal (Reina), Joaquín Notario (Don García), Pepa Pedroche (Doña Blanca),  (Toni Misó (Bras), Montse Díez (Teresa),  Íñigo Asiain (Labrador/Ginés), Francisco Piquer (Belardo),  Sergio Mariottini (Caballero de plata).
Dirección musical: Alicia Lázaro.
Dirección: Laila Ripoll
Estreno en Madrid: Teatro Pavón (CNTC),  10.X.2007.



FOTOS: CHICHO

Es un texto habitual en el canon literario dramático, pero, desde hace muchos años, poco visitado por los directores de escena.  No ha sucedido así siempre, lo cual nos obliga a reflexionar de nuevo sobre la importancia de la recepción de los textos en los diferentes momentos históricos.  Ahora, la circunstancia del cuarto centenario del nacimiento de Rojas Zorrilla ha aconsejado a la CNTC la posibilidad de escenificar su más célebre obra: Del rey abajo ninguno o El labrador más honrado, García del Castañar.  La decisión, sin embargo, no puede considerarse oportunista, por cuanto la compañía en los últimos años ha procurado ofrecer, junto a los grandes títulos, aquellos otros menos conocidos o menos frecuentes en los escenarios, criterio que indudablemente enriquece el horizonte de nuestro teatro clásico, siempre insuficientemente conocido.

 


PEPA PEDROCHE/
JOAQUÍN NOTARIO
FOTO: CHICHO
Del rey abajo ninguno cuenta con una amplia tradición crítica, aunque no siempre precisa ni sagaz.  Acaso haya de buscarse la pérdida de prestigio de este texto literario dramático en las rigideces morales  por las que se gobierna el pensamiento de su protagonista, que pugnan, ciertamente, con la nobleza de sus sentimientos. El imperativo de la lealtad al monarca por encima de la propia dignidad personal alcanza extremos que nuestra conciencia contemporánea contempla con repugnancia. La oculta condición de noble que afecta al matrimonio protagonista o la serie, tal vez excesiva, de oportunos (?) encuentros, desmayos, fatalidades y equívocos amenazan a la tragedia frecuentemente con el peligro de convertirse en un mecanicismo sin alma, en una construcción apriorística independiente de de la dimensión propiamente humana de los personajes. No obstante, emergen en Del rey abajo ninguno indudables valores literarios, perceptibles en la belleza de algunas tiradas de versos, o, sobre todo, valores dramáticos como la mencionada lucha del personaje de don García con el poderoso entramado de normas, prejuicios, exigencias de clase y otros impedimentos, no siempre justificados, a los que se oponen el limpio amor a su mujer y una ejemplar pureza moral. Y no carece tampoco la obra atribuida a Rojas Zorrilla de aspectos más sugestivos y más interesantes para nuestra sensibilidad contemporánea, como son la confusión entre apariencia y realidad, la omnipresencia del engaño, de la impostura y de las actitudes prepotentes o arrogantes, o el elogio de la sencillez frente a la obsesión por el medro, el reconocimiento y el éxito en las más brillantes esferas sociales.
 

FOTO: CHICHO
Pero es preciso constatar que la escenificación supera notablemente las bellezas literarias del texto. Los últimos trabajos de la compañía revelan una madurez que constituía uno de sus principales objetivos desde su fundación. La homogeneidad del elenco actoral, la confianza y el entusiasmo que transmiten los intérpretes o la impecable factura formal del acabado de los espectáculos dan fe de una labor coherente y tenaz y confirman la consolidación de un proyecto. Todo ello no impide, sin embargo,  que los espectáculos rezumen frescura y juventud, lo que los diferencia –favorablemente- de prestigiosas y veteranas compañías cuyas escenificaciones desprenden en ocasiones un olor a rancio que ahoga la supuesta perfección de los trabajos. Felizmente, nada de esto está ocurriendo, por ahora, en los trabajos de la compañía.  Delicados y limpios, sencillos y eficaces en su resolución, esmerados e impulsados por el entusiasmo en su ejecución, todos o casi todos ellos responden a unas pautas semejantes, que no impiden apreciar las singularidades de cada uno de los directores de escena que los firman. La utilización de la música parece ya un sello de la compañía, como también la belleza de un vestuario que parece superarse en cada ocasión o la ágil funcionalidad de unas escenografías que no necesitan de la pretenciosidad para ayudar al espectáculo y a los actores sin dejar por ello de ser hermosas.
 

MONTSE DÍEZ
FOTO: CHICHO
Todos estos elementos son perceptibles en el espectáculo que firma Laila Ripoll – otro acierto, el de invitar a la CNTC a una directora que lleva muchos años dirigiendo con eficacia espectáculos basados en textos del siglo de Oro -, quien ha conseguido, sobre todos los demás logros, una equilibrada interpretación por parte del elenco y ha sabido extraer lo mejor de cada uno de sus actores. Joaquín Notario da vida –en el sentido estricto de la expresión- a un García sobre cuyo papel pesan demasiado los tópicos literarios, éticos y políticos, que se disuelven en la poderosa y entrañable humanidad del actor. Pepa Pedroche infunde humor y gracia a un personaje que corría el peligro del acartonamiento, de la pasividad o del victimismo. Juan Meseguer, en uno de los trabajos más ajustados que le he visto, se muestra señorial, contenido, sobrio y preciso. Toni Misó se ha convertido ya en un especialista en los papeles de gracioso y ofrece un Bras muy elaborado, ajeno a cualquier esquematismo, pero hilarante y eficaz. Montse Díez, a quien habíamos visto en un papel principal en el Don Gil de las calzas verdes, hace bueno el famoso aforismo stanislavskiano de que no hay papeles pequeños sino actores pequeños. En el personaje secundario de Teresa muestra su condición de gran actriz, su capacidad para construir un personaje de donde no lo hay  y su imaginación para llevar su composición por caminos muy diferentes de los seguidos en trabajos anteriores. Y los elogios podrían extenderse al resto del elenco.


Eduardo Pérez – Rasilla
Copyright©pérezrasilla


Teatro Pavón
(Compañía Nacional de teatro Clásico)
Director: Eduardo Vasco
C/ Embajadores, 9 (Plaza de Cascorro)
28012- Madrid
Tf. 91 528 28 19
Metro: La Latina
Entradas: ServiCaixa 902 332211
Precios especiales grupos: Tf. 91 521 45 33

 

Última actualización el Jueves, 29 de Abril de 2010 14:58
 
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