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No tiene la tragedia clásica la presencia que sería deseable en los escenarios españoles. Por ello, la exhibición de una Antígona en el teatro de la Abadía constituye, a priori, una buena noticia, que se confirma al contemplar un trabajo imaginativo, esmerado y preciso. |
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ANTÍGONA
Luces y sombras
Título: Antígona.
Autor: Sófocles.
Traducción y adaptación: Jeroni Rubio i Rodón y Manuel Pérez Subirana.
Sonido: Oriol Broggi
Espacio: Oriol Broggi y Pau Carrió.
Iluminación: Pep Barcons
Música original: Josh Farrar.
Iluminación: Pep Barcons.
Vestuario: Roser Vallvé.
Asesoramiento de movimiento: Mercè Boronat
Trabajo de Canto: Pablo Puche
Director técnico: Pep Barcons
Técnico: Joan Delshorts
Regidor: Marc Serra
Fotografía: Ferran Mateo
Diseño Gráfico: Blanca Arderiu
Prensa y promoción: AG Promocions
Producción ejecutiva: laperla29
Distribución: pas29
Intérpretes: Clara Segura (Antígona), Pep Cruz (Creonte), Pau Miró (Corifeo/Ciudadano), Babor Cham (Hemón/Ciudadano), Màrcia Cisteró (Ismene/Ciudadana Eurídice), Enric Serra (Tiresias/Ciudadano), Xavier Serrano (Guardia/Mensajero/Ciudadano).
Músicos en escena: Pau Carrió y Marc Serra.
Dirección: Oriol Broggi.
Estreno en Madrid: Teatro de la Abadía,
8 – II - 2007. |
FOTOS: FERRAN MATEO |
No tiene la tragedia clásica la presencia que sería deseable en los escenarios españoles. Por ello, la exhibición de una Antígona en el teatro de la Abadía constituye, a priori, una buena noticia, que se confirma al contemplar un trabajo imaginativo, esmerado y preciso. La tragedia de Sófocles, a la que tantos, con Hegel a la cabeza, han considerado el paradigma de la teatralidad, vuelve a confrontar su actualidad eterna con el público, lo que provoca, ya de antemano, esa suerte de respeto que se reserva a las grandes manifestaciones de la cultura humana. Poco es ya lo que puede añadirse a las innumerables páginas que ha inspirado Antígona, o acaso queden todavía muchas cosas por decir, porque este texto inconmensurable arroja luz sobre infinitos rincones de la mente y el corazón humanos, pero la tarea desborda los límites de estas líneas y, desde luego, las posibilidades de quien las escribe.
BABOUCARR MBYE CHAM
PEP CRUZ
FOTO: FERRAN MATEO |
La versión que presentan Oriol Broggi y su compañía parece dar prioridad a la ritualidad y adquiere un aire arcaizante fuertemente estilizado. El espacio escénico es oblongo y enmarcado por la dura iluminación que dibuja un sendero de tierra y acota un territorio próximo al espectador, pero que, a la vez, sugiere la noción de distancia, como si perdiera en las tinieblas. Así, el lugar de la historia se muestra cercano y drásticamente limitado. La tierra y algún árbol que jalona el ámbito en que trascurre la acción apuntan un primitivismo que asociamos con una la mirada mítica, auroral, ingenua y terrible, trascendente y fatal. El vestuario, muy sugestivo, acentúa también el aire arcaico y ritual del espectáculo, subrayado a su vez por la música, uno de los mayores aciertos del trabajo. Los ritmos pausados y solemnes, unos armónicos movimientos de grupo y una tendencia al hieratismo en la interpretación aportan los elementos necesarios para emular la grandiosidad de la tragedia, a los que se añaden algunas soluciones acertadas en las evoluciones del coro
El trabajo recuerda, a pesar de sus diferencias, a aquella espléndida Fedra – en la versión de Racine - mostró no hace muchos años Joan Ollé. La renuncia al naturalismo, la tendencia ritual y la interpretación estática y solemne permiten establecer algunas semejanzas entre ambos trabajos. Sin embargo, al espectáculo de Broggi le falta fuerza en algunos momentos de la interpretación actoral, que, a pesar de su cuidado, su corrección y su rigor, resulta muchas veces desvaída e incierta, muy por debajo de la grandeza que cabe esperar de una tragedia como Antígona. Tampoco contribuye a ello la circunstancia de que muchos de los actores – todos menos los dos protagonistas - interpreten a dos o a tres personajes distintos. Y si la solución puede explicarse por razones de producción, decepciona que algunas de las más hermosas escenas de la historia del teatro se conviertan en precipitadas transformaciones de unos intérpretes en los nuevos papeles que deben adoptar, con su secuela de confusión y ruptura de esa magia y esa belleza plástica y emocional que la música o el espacio habían creado. |
PEP CRUZ/CLARA SEGURA
FOTO: FERRAN MATEO |
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Eduardo Pérez – Rasilla
Copyright©pérezrasilla
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